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Reflexiones

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1. Quizá muchos de los fenómenos que se dan entre posesos, espiritistas y carismáticos pudieran explicarse muy bien de una manera natural. Parto del principio de que todo nuestro mundo es algo portentoso, pero hemos de distinguir muy bien lo que es del orden natural de lo que constituyen eventos del orden sobrenatural. El tipo de lo sobrenatural estricto lo constituye la resurrección de Jesús, evento que supera todas las fuerzas de la naturaleza. En cambio, el proceso de nuestra visión corporal es algo prodigioso y, en último término, proviene también de Dios; pero en el orden meramente físico es explicable por causas naturales. Entonces yo diría que no caigamos en la perezosa credulidad que considera todo evento extraño como producido directamente por el Espíritu Santo en el caso de sesiones carismáticas; por el aparecido, en el caso de los espiritistas; o por el diablo, en los considerados posesos. Es posible que la inmensa mayoría de esos eventos sean naturales, efecto, por ejemplo, del estado de trance que he relatado. Nosotros realizamos muchos efectos de manera querida y consciente. Pero se da el caso de las personas llamadas predispuestas, quienes sin saber de qué se trata, entran en trance; y al vivir fenómenos espectaculares, los atribuyen, en el caso de los posesos, al diablo.

2. Debo completar lo dicho con una teoría no tan reciente —se remonta por lo menos a Bergson— y que completo. Nuestro cuerpo sería un receptor maravilloso que capta cuanto sucede en el universo; pero nuestro cuerpo está bien organizado de modo que sólo pasan a la conciencia los eventos circundantes, que son los que más interesan a las necesidades vitales. Sería muy incómodo, impráctico, aun dañino, el ver todo lo que pasa, u oír las voces y los ruidos de todo el mundo. Sin embargo, dadas ciertas condiciones, podrían pasar a la conciencia eventos lejanos. Pensemos en un receptor de TV, que capta las ondas luminosas y auditivas que ahí están. Hasta un niño puede lograrlo: basta que oprima un botón. Digamos que nosotros no sabemos dónde está, o cómo hacer funcionar el equivalente, en nuestro cuerpo, de ese botón. Pero hay personas predispuestas, en las que de súbito actúa solo el mecanismo y perciben escenas distantes tal como si estuvieran ahí —a manera de una TV desajustada que se encendiera y apagara sola—. Esta teoría puede explicar ciertos sueños premonitorios. Por ejemplo, una persona con disposiciones percibe, soñando, esta escena real: es sábado en la noche, el empleado de una maderería sale y la cierra, pero descuidado deja caer el residuo de su cigarro. El dormido ya no ve más, pero su fantasía onírica le muestra cómo se produce un gran incendio en tal ciudad lejana. Nadie le cree, pero los periódicos del lunes cuentan con lujo de pormenores el incendio que tuvo lugar el domingo por la tarde.

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