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PRÓLOGO
ОглавлениеLas meditaciones que se publican en este libro fueron predicadas por D. José Rivera en un Retiro de ocho días para sacerdotes de Toledo y algunos de Guadalajara y recogidas en cinta magnetofónica. El retiro tuvo lugar en el Monasterio de Valfermoso de las Monjas, Guadalajara, en el verano de 1989. Me he atrevido a transcribir estas predicaciones aun sabiendo que no es lo mismo oír que leer y que todo texto hablado y puesto después por escrito pierde los matices de la entonación, la energía y, en nuestro caso, la pasión y el entusiasmo con que fue pronunciado, y no alcanza la lógica, concisión y precisión que se procura cuando se escribe. Pero el hecho de haber sido transcritas desde la predicación oral tiene su encanto y puntos positivos: se pueden apreciar en ellas la espontaneidad y vivacidad de la alocución oral y expresiones coloquiales que permitirán, a quienes no lo hayan escuchado, conocer mejor cómo hablaba el P. Rivera, y que dan además al escrito un tono más ameno. También es posible apreciar su mucho humor y fina ironía3.
A pesar de la distancia temporal y los cambios tan profundos que se producen en nuestros días, estas predicaciones no han perdido actualidad. No sólo en lo que tienen de teología espiritual perenne, sino incluso en muchas aplicaciones prácticas a la pastoral, porque seguimos con los mismos males que él denunciaba y, en muchos casos, bastante peor: muchas iglesias locales, no sólo en España, siguen derrumbándose, los presbiterios diocesanos –a nosotros está dirigido este retiro– no acabamos de entrar en un proceso de verdadera renovación en la espiritualidad, la comunión, la radicalidad evangélica; en algunos presbiterios, la situación de deterioro y desangramiento no ha tocado fondo, más bien la hemorragia sigue abierta. Consecuentemente, tampoco la pastoral da los frutos que cabría esperar.
D. José no buscaba agradar a nadie ni recabar las alabanzas de nadie ni tampoco temía las críticas o comentarios negativos sobre su vida y enseñanzas. Por eso, no tenía pelos en la lengua y hablaba con plena libertad: a lo largo de estas predicaciones aparecen juicios sobre las situaciones y prácticas pastorales, la sociedad española de aquellos años, la Iglesia en general, los presbiterios, los obispos... con los cuales, por supuesto, no juzgaba a personas concretas, sino que veía más allá y más radicalmente los males y la situación real de la Iglesia de lo que otros lo hacían. Desgraciadamente sus “profecías” se han cumplido con creces. Cuando ahora leo declaraciones de algunos obispos españoles alarmados por la secularización y el laicismo de España me digo “esto ya lo decía D. José hace treinta años y les parecía un exagerado”.
Los temas que trata D. José son básicamente los que él consideraba más esenciales y necesarios en la vida de los presbíteros. Con diversas variaciones, encontramos estos mismos temas en las otras tandas de ejercicios o retiros que predicó a los sacerdotes en los últimos años de su vida. Después de una introducción sobre las disposiciones adecuadas para entrar en el retiro, pasa a presentar el llamado a la santidad y las cualidades con que ha de vivirse: radicalidad, interioridad, coherencia y totalidad, que son las del evangelio; a este tema dedicó tres charlas. Viene después el misterio del pecado y la actitud frente a él, se ocupó de ello en otras tres charlas realmente geniales; en la tercera habló también del Sacramento de la Penitencia. A continuación, otras meditaciones más centradas en Jesucristo: El conocimiento de Cristo y su transmisión, Cristo Mediador y su unión con el Padre. Continuó hablando de La oración, el estudio y el testimonio, La Caridad como amor al prójimo, su universalidad, el amor del pastor. De otras realidades de espiritualidad sacerdotal se ocupó en las siguientes meditaciones: la obediencia sacerdotal y El celibato, El sacrificio de Cristo y nuestra participación en él, la humildad, la humillación y la abnegación. Las últimas predicaciones fueron sobre María, virgen y madre, la maternidad de la Iglesia y dos sobre el Espíritu Santo: La acción del Espíritu Santo en nuestra vida y la unidad en el Espíritu Santo.
D. José no se atenía exactamente al enunciado del tema, su reflexión, creemos que movida por el Espíritu Santo, discurría relacionando el tema general con otros temas y haciendo aplicaciones pastorales y constantes paréntesis o excursus. Es la dinámica de la predicación oral, que se sale a veces del desarrollo metodológicamente lineal o lógico y D. José, por supuesto, no buscaba un discurso literariamente bello, aunque no le faltaban cualidades para poder hacerlo. No cuidaba la forma. Predicaba, le salía la Palabra a borbotones. De ahí que, en algunos casos, el título que hemos dado a las reflexiones no sea exactamente el que él propuso al comienzo de la meditación, sino deducido a posteriori de los argumentos e ideas que desarrolla en la charla4.
Quienes conocieron a D. José saben que hablaba muy rápido y, por tanto, a veces, no vocalizaba bien; en la transcripción hemos tenido que suprimir algunas palabras difícilmente inteligibles. Hemos intentado, cuando hay ideas interrumpidas que se continúan después, ordenar un poco la exposición sin traicionar el pensamiento5. En estas charlas, encontramos, unas veces, repeticiones o versiones parecidas de la misma idea y, otras, frases sin terminar que dejan la conclusión al oyente. He procurado subsanar estos inconvenientes suprimiendo algunos párrafos repetitivos y completando el sentido de los otros. Espero que estas limitaciones no sean un obstáculo para su lectura sino que, más bien, susciten el interés por escuchar directamente al P. Rivera6.
D. José dice mucho. Estas meditaciones son para eso: para meditarlas detenidamente y saborearlas leyendo cada párrafo, releyéndolo, reflexionándolo, examinándose y, por supuesto, orando. Seguramente habrá expresiones e ideas sobre las que el lector no alcance una plena comprensión, especialmente si no ha tenido un contacto más abundante con sus charlas y escritos. También de ello D. José era consciente; por eso decía que no había que meditar todo lo que decía ni empeñarse en querer comprenderlo todo, sino ver qué me dice personalmente el Señor. Comentaba que, en una predicación, por supuesto, hay que tener en cuenta a los oyentes pero que, si va con espíritu, produce su fruto aunque no entiendan mucho. No es exactamente igual leyendo, pero en cierto modo sí, puesto que D. José sigue vivo y la lectura de estos textos es una ocasión para escucharle, preguntarle, dialogar con él, para que él siga realizando su misión, ahora con mucha más eficacia. Él no consideraba la lectura de un libro como un simple medio o mecanismo de conocimiento sino como un diálogo con el autor, diálogo mucho más fácil con cualquier autor ya fallecido, sobre todo si se tiene la certeza de haberse salvado. Por otra parte, siempre insistía en que, incluso en los retiros o especialmente en ellos, Dios se nos comunica, sobre todo, a través de la liturgia (de las horas y eucaristía) y que a ella había que estar mucho más atentos que a lo que él predicara.
El título que he dado a esta publicación, La urgencia de ser santos, creo que expresa bien lo que D. José buscaba en el ejercicio de su ministerio sacerdotal: colaborar con el Espíritu Santo para que tomemos conciencia del llamado universal a la santidad como la vocación fundamental, única en cierto modo. Más necesaria para los sacerdotes y más urgente. Una de sus “obsesiones” era la urgencia: hay que ser santo ya, la situación de la gente lo requiere (y hablaba hace más de veinte años). De un modo u otro, en todas sus charlas aparece esta idea machacona: no podemos esperar, hay que convertirse ya, hay que actuar ya.
Mi primer deseo, al publicar esta obrita poco después haberse celebrado el año sacerdotal que Benedicto XVI convocó, es que estas meditaciones del gran maestro José Rivera susciten en algunos –ojalá fuera muchos– presbíteros y seminaristas teólogos, el deseo de vivir realmente, desde ya, el llamado urgente a la santidad y de renovarse en su vocación y ministerio. Ojalá ayuden mucho también –y es un segundo deseo– a los laicos y religiosas que llevan o desean llevar una vida espiritual seria, más madura. El hecho de que estas charlas vayan dirigidas a sacerdotes no es obstáculo para que aprovechen a cualquier lector, su contenido sustancial es válido para todos, aunque ciertas aplicaciones vayan hechas a la vida y ministerio de los sacerdotes; mutatis mutandis (hechas las adaptaciones oportunas), pueden ser llevadas a la propia vocación, sea laical o religiosa.
Esta publicación quiere ser además mi particular homenaje a quien fue, y sigue siendo, mi maestro y guía en la vida y el estudio de la espiritualidad católica. Con él aprendí mucho más que en los cursos de espiritualidad de la universidad. Estas predicaciones pueden ser tomadas como tema de reflexión y oración en unos días de retiro o como lectura espiritual.
Un agradecimiento especial a las Hnas. Benedictinas del Monasterio de san Juan Bautista de Valfermoso de las Monjas (Guadalajara-España) en donde D. José predicó este retiro y en donde, gracias a su hospitalidad, fue transcrito en su mayor parte durante el mes de agosto de 2009.
3 Tal vez en algunos casos resulte un poco difícil, a quienes no hayan conocido a D. José, darse cuenta del tono irónico de ciertas expresiones.
4 También son nuestros los epígrafes intercalados a lo largo de la exposición.
5 Entre corchetes [ ] van a lo largo del texto algunos añadidos míos que he considerado oportunos para la mejor lectura e intelección del discurso. Sobra decir que las separaciones en párrafos, la puntuación, puntos suspensivos, entrecomillados, ciertos signos de admiración o interrogación y otros signos gramaticales han sido introducidos según la entonación, sentido y otras características del contenido de la predicación. Me he permitido igualmente introducir algunas notas que ayuden a comprender mejor las ideas del texto.
6 Debo decir también por honestidad que la versión de que me he servido, grabada directamente por Eusebio Monge, sacerdote de Guadalajara, no recoge completamente alguna de las charlas cuando D. José hablaba más tiempo de la duración del casette. Tampoco he incluido en esta edición las homilías de la Eucaristía de esos días, por no hacer excesivamente voluminoso el libro.