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Paul

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—Un zorro… Sí, lo he visto, pero… ¿Se le perdió a alguien?

Me cuesta procesar la pregunta, incluso recordando que ese animal estaba frente a mí hace unos instantes, pero cuando devuelvo la vista hacia donde lo vi ya no está. Aún estoy algo nervioso, pero tengo que disimular todo lo que pueda, quisiera que Mica hiciera lo mismo, pero no veo cambios en su cara.

—¿Están bien? Los dos se ven muy mal, no les habrá pasado nada malo, o quizá tuvieron una pelea… –Fabi siempre tiene esa falta de tacto, pero por suerte no dio en el clavo–. Eso lo podemos arreglar después, sí viste al zorro, ¿cierto? ¿Dónde estaba? ¿De qué casa salió? ¿Estaba siguiendo a alguien?

Walter no para de soltar una pregunta detrás de otra. Siempre vi cómo hacía estos interrogatorios a los demás, pero jamás pensé que yo sería víctima de uno.

—Yo estaba en la casa de Mica, sentado en el umbral de la puerta y el zorro en la vereda de enfrente, mirándome. No parecía estar siguiendo a nadie o viniendo de ningún sitio, solo estaba sentado, como yo, mirándome fijamente.

—¿Un zorro? Ese animal… es peligroso, ¿cierto? –pregunta Mica quedándose en blanco de nuevo, debe estar haciéndose un lío sobre qué es más peligroso en este momento.

—Diablos… No tengo idea de qué significa eso, pero sé quién sí. ¡Rápido, vamos! –dice Walter y se adelanta al grupo, pero no avanza ni un paso. Pasan unos diez segundos y voltea a ver a Fabi–. Fabi… aún no me sé el camino hacia ese lugar. ¿Podrías?

Fabi parece entender, se adelanta mientras nosotros lo seguimos.

Realmente no me parece buena idea ir con ellos a quién sabe dónde, creo que lo mejor sería estar solos, pero decirles eso solo levantaría sospechas, y es lo que menos quiero hacer en presencia de Walter. Además, me siento un poco más seguro así. Digo, no es que desconfíe de mi novia, pero no estoy seguro de nada en este momento, y quizás estar en un lugar concurrido sea lo mejor.

Entramos a una tienda con aspecto gótico y algo sectario, muchas velas y estatuas y otros objetos religiosos, ya sabes, religión, pero de la oscura. Hay varios sahumerios con aroma agradable y una mujer alta sentada detrás del mostrador, también, en las hileras de la derecha hay una chica, quizá un poco más grande que nosotros, ordenando unos extraños crucifijos.

—Thania, hemos vuelto con Paul, está a salvo y lo ha perseguido tu zorro de la muerte. Rápido, quítale lo que sea que le hayas lanzado –exige Walter poniendo sus puños en las caderas en pose de héroe victorioso.

—Oh, recordaste mi nombre, qué amable de tu parte, Walter –responde la joven pelirroja.

—Claro, jamás olvido nombre y cara de una sospechosa.

—Pero sí olvidas cómo llegar hasta su ubicación –responde Fabi con una sonrisa satisfactoria.

Thania responde con una risa a la rápida respuesta de Fabi y continúa hablando.

—Son muy divertidos, pero, Walter, creo que te confundiste en una cosa, ese zorro no es mío, parece que es un viejo amigo de alguien. –La muchacha pasea sus ojos entre nosotros y de repente se detiene en seco al ver a Mica–. Oh, pero veo que trajiste algo muy interesante, no sabía que ustedes estaban al tanto de estas cosas en este pequeño rincón del mundo. ¿Qué tipo de no muerto es ella?

Al escuchar eso me quedo en blanco. Mica se congela mirando de frente a la joven de aspecto metalero que le ofrece una cálida sonrisa.

¿No muerto? La palabra muerto es lo que nos puso en alerta. De los nervios mi mano, con la que estoy agarrado a Mica, se cierra, pero me sorprendo al descubrir que no soy yo sino ella la que lo está provocando. Tiene demasiada fuerza. ¿Siempre fue así de fuerte? ¡Mierda!, siento que me romperá los dedos.

—¿Uhm? No lo sabe… oh, esperen. ¡Madre! Hay un asunto aquí, uno bastante peculiar al parecer –grita Thania al tiempo que la alta señora de rulos rojos se acerca y nos mira con detenimiento, luego de eso se aparta un poco y señala la puerta detrás del mostrador.

—Por favor, caballeros y señorita, pasen, no sean tímidos ni modestos.

La invitación de la extraña mujer nos deja en seco a todos, incluso Fabi que no estaba prestándole importancia a toda la escena comienza a borrar su rostro despreocupado.

—Walter… ¿Qué demonios es este sitio? –le susurro por lo bajo al ver lo extraño de la situación.

—Tranquilo, es parte de la investigación, sacaremos toda la información que podamos y luego corremos por patas, ¿entendido?

Su respuesta también fue en susurros e incluso en él podía ver un poco de miedo recorrerle la cara en forma de sudor.

La puerta está tapada por una cortina de color chocolate, es sedosa al tacto y al entrar hay sillones pequeños e individuales, uno para cada uno de nosotros y otros dos que se encuentran frente a estos, para las dos dueñas del lugar, supongo.

Tomamos nuestros lugares, y al poco tiempo entran las oscuras damas, primero la más adulta y luego la joven.

—Pequeña dama, por favor, permíteme tus manos –le dice la mujer a Mica.

Ella no responde, todavía está asustada y acerca tímidamente sus manos hacia ella. Mica siempre fue muy pasiva y algo reservada, no es precisamente alguien que pueda hablar tan naturalmente con desconocidos, y más aún con una señora que parecía traer el despertar de un anticristo, en una habitación que estaba decorada con atrapa sueños y símbolos extraños.

—Querida, has tenido contacto con algo muy macabro, algo maravilloso si me lo permites, pues jamás he visto tal perfecto hechizo de resurrección –dice la señora pelirroja mientras usa la yema de sus dedos para acariciar la palma de Mica–. No hay deterioro en la carne, ni pérdida del alma, al menos no completamente… Es como si simplemente fueras un cuerpo que ignora la muerte. Pero me temo que no posees la fuente de tu resurrección, por más fuerte que sea esto se desvanecerá y deberás encontrar energía vital de otro sitio.

—Perdón… ¿Qué? ¿Está diciendo que Mica es una especie de zombi?

Walter me saca las palabras de la boca, aunque escucharlo a él me hizo dar cuenta de lo ridículo que sonaba y me siento un poco mejor por no haberlo dicho.

—Un zombi… Sí, es lo más adecuado para ti –dice la señora dirigiéndose a Mica–, aunque no eres uno común y corriente me temo… –Nuevamente ella mira directo a los ojos a Mica–. Hay algo malo aún… ¿No es verdad? Al parecer el hambre no es un rasgo del cual te hayas podido escapar, eso confirma mi sospecha.

—¿Hambre…? Quiere decir…

Mica habla entrecortada, no logra terminar su oración.

—Por favor, señora, deje de decir cosas extrañas y de asustar a mis amigos, vinimos aquí por otro asunto, no para que nos tome el pelo –dice Walter un tanto enojado, no suele enojarse y aun cuando lo hace mantiene un aire de alegría y amabilidad.

—Walter, espera. Señora… –me di cuenta de que no nos habíamos presentado con la misteriosa mujer.

—Ana, mi otro nombre es complicado y algo anticuado, así que puedes llamarme señora Ana.

—En… entiendo. –Realmente no lo entendí, ¿es su nombre real o no?, quizá sea extranjera–. Está diciendo que mi novia… ¿que Mica ya está muerta?

Tardé un poco en decir eso, quiero decir, ella está aquí, puedo verla, sentirla e incluso hablar con ella, está mirándome, pidiendo apoyo, fuerzas, o incluso piedad.

—Depende a lo que llames muerte, lo que sí puedo decirte es que ella ya murió una vez, a manos de algo extraño, a decir verdad, pero algo la trajo de vuelta, algo con mucho poder –responde la mujer y toma mi mano derecha para ponerla en el pecho de Mica, en su lado izquierdo. Espero unos segundos mirando mi mano en su cuerpo y luego levanto la mirada y se la dirijo a mi novia. Mi voz temblorosa le anuncia mi descubrimiento.

—No late… tu corazón no está latiendo…

Por alguna razón estoy sonriendo, lo que hace que mi rostro se vea realmente malo. Mica tan solo se queda congelada, con una expresión vacía. Quito mi mano y al instante ella pone su mano en su pecho para confirmarlo. Nuevamente se queda con una expresión vacía, con la mirada perdida en alguna grieta del suelo.

—Oye… Paul, ¿estás bien, amigo? ¿Lo dices en serio? No es una broma, ¿verdad?…

Walter se acerca y me busca la mirada, nos conocemos desde chicos y sabe cuándo miento y cuándo no, quizá por eso solo se quedó un momento callado, por primera vez no tenía una respuesta a lo que se encontraba delante.

—¿Podemos… arreglarlo? ¿Hacer que vuelva a ser humana?

Esas palabras hirieron a Mica y lo sentí al ver su expresión, debí haber dicho «a ser la de antes», maldita sea mi idiotez.

—Si hablas de traerla a la vida pues ya está hecho, aunque como dije le falta algo a su esencia, quizá si encuentran el ser que le devolvió la vida puedan hacer algo para que restablezca su cuerpo –responde la mujer volviendo a incorporarse en su asiento–. Pero me temo que es algo muy extraño, no sé con qué tipo de ser tuvieron contacto. Incluso ahora no sé qué te hicieron, señorita, no puedo saber qué clase de ser eres ahora mismo.

—Tú, niño de gris, dijiste que viste al zorro saliendo de la casa del Sr. Chersy, ¿no? Deberían investigar entonces quién está quitándoles las vidas a las personas –dice la joven pelirroja que estaba de pie contra una de las paredes, observando la situación.

—¡Es verdad! ¿Quieres decir… que el zorro le hizo esto a ella? Entonces podemos buscarlo y hacerlo que le devuelva lo que sea que le quitó a Mica.

Walter recupera su energía típica y su expresión llena de entusiasmo.

—Pero, si esa cosa está asesinando personas, ¿no sería peligroso para nosotros también buscarlo?

Como siempre Fabi habla solo cuando tiene la razón en algo que a Walter se le escapa, pero está en lo cierto, ¿qué haremos contra algo que desconocemos y que aparenta ser tan peligroso?

—Primero intenten descubrir qué es, y luego podemos ver qué haremos –responde la niña mientras se acerca para acompañarnos a la salida.

Cando estamos saliendo la alta señora nos saluda cordialmente. Antes de que nos alejemos unos pasos del local la pelirroja más joven toma del brazo a Walter y le entrega una tarjeta.

—Toma, ese es mi número, supongo que van a necesitar mucha ayuda en esto muchachos. ¡Suerte!

Walter toma su tarjeta y con un gesto de policía pícaro le guiña un ojo, algo normal en él, pues quiere dar siempre la sensación de que hablas con el hijo de Holmes o algún gran investigador de los 80.

—¡Oh!, y Paul –dice la chica mientras entra en la tienda–, ten cuidado con el reino de los monstruos.

Esto último me dejó una sensación extraña, casi puedo asegurar que sonreía de oreja a oreja cuando lo dijo, pero se había volteado y no pude ver su rostro... El rostro de Mica en cambio estaba lleno de angustia y no estaba muy seguro de qué hacer o decir, ella aún tiene su mano en el pecho, como esperando que milagrosamente su corazón vuelva a bombear y a producir el tan esperado sonido, pero no lo hace, y me temo que no lo hará a menos que la ayudemos.

—Paul, dijiste que el zorro estaba frente a la casa de Mica, ¿no es cierto? Estaba mirándote a ti… En ese caso quizá deberíamos usarte de carnada y revisar los sitios en que lo vimos –dice Walter con una mano acariciando su barbilla y la otra acomodando su sombrero gris, esos que usan los músicos de Jazz.

—Oye, no hables de mí como si fuera un gusano para tu pesca.

Naturalmente siempre contesto con chistes, pero esta vez mi voz sonó algo apagada.

—Chicos… Si de verdad van a ayudarme, necesito que vean algo… tienen que verlo… –dice Mica repentinamente, no había hablado en un buen rato y nos sorprendió a todos–. Luego podrán decidir qué hacer conmigo.

Mica me toma la mano con fuerza mientras se mantiene cabizbaja. No puede ser… ¿Estará hablando de eso? No… Aunque es verdad que algo hay que hacer al respecto, no puedo esperar una buena reacción de los chicos a eso, quizá signifique el fin de nuestra amistad. No, probablemente sea el final de todo.

Estamos llegando de nuevo a la casa de Mica, esta vez nos acompañan Walter y Fabi. Mica se nos adelanta y pone su mano en el picaporte, duda un segundo y en ese instante vuelvo a mirar mi espalda, a la vereda de enfrente donde había visto al peculiar animal. No esperaba verlo de nuevo, pero aun así lo hice, y mientras yo tenía mi mirada en el lado opuesto Mica se armó de valor e insertó la llave y la giró. Abre lentamente la puerta, puedo sentir un escalofrío inmenso, muchas ganas de salir de allí o de pensar que por alguna razón el cuerpo ya no estaría. Mica ha de sentirse igual, no puedo ver bien su rostro, pero la forma lenta en que camina y sus hombros caídos me hacen recordar a un prisionero que va directo hacia la tarima del verdugo para ser ejecutado.

Walter y Fabi están callados, Fabi un poco ausente y con una expresión vacía; Walter en cambio tiene una mirada seria y siente lo pesado que es el ambiente, por eso no hace preguntas… No hasta que llegamos a la habitación del crimen.

—¿Qué… pasó aquí? No… ¿Fueron ustedes?…

La respuesta de Walter es más clara en su cuerpo que en sus palabras. Pálido y con la boca abierta, casi imitando al cadáver que tienen frente a ellos, incluso puedo ver su cuerpo rendirse durante un momento y prestarse a los escalofríos.

La reacción de Fabi en cambio no puedo verla, ya que se encuentra detrás de mí confiando en su estatura para poder ver todo desde atrás. Pero su silencio y falta de comentarios al respecto me dan la respuesta necesaria.

—Fui… yo, ¿cierto, Paul?

Mica dice eso quedándose apenas dentro de la habitación, mirándome como cuando un juez pide la voz del testigo. Walter se adelanta lentamente y mira más detalladamente al pobre chico que ha estado allí desde hace unas horas. Habían empezado a volar moscas alrededor.

—Yo… Cuando llegué, ella estaba… Con, bueno…

Demonios, por qué tengo que decir yo esto, no estoy seguro siquiera de si realmente pasó eso, aunque todo apunta a que sí.

—Comiéndolo… –dice Mica completando mi frase, dejando su mirada en el suelo.

—Sí… Eso… ella, luego de que vine intentó atacarme, pero entró en razón y parecía no recordar lo que había pasado. No sabíamos qué hacer, y ambos estábamos nerviosos y confusos… Mica quiso salir a caminar un momento y luego de eso ustedes aparecieron.

—Entiendo –dijo Walter mientras miraba con atención el cuerpo del muchacho. Hasta ese entonces no me había fijado muy bien, pero él no tenía camisa.

—Es Germán –dice Fabi de repente–, el de la clase 6c.

—Mica… ¿Tú no recuerdas cómo llegó él aquí? Porque a pesar de lo que nos cuentan, aquí falta algo. ¿Cómo terminó este chico aquí? –Walter ya volvió a su estado de detective, aunque esta vez, no me parece realmente molesto, sino más bien sensato.

—Mica… No será que… –Por un momento me imaginé lo peor, una aventura o algo así, o que ella en realidad hubiera planeado todo esto, de modo que en realidad es muy peligrosa.

Debió de sentir la inminente acusación pues se atajó casi de inmediato, con unas lágrimas a punto de salir y hablando demasiado rápido.

—¡No, no, no! De verdad no sé qué hacía el aquí, lo primero que recuerdo estando aquí fue solo que estabas forcejeando conmigo en el suelo del pasillo, y que yo estaba cubierta de sangre y todo lo demás… –Mica calma su voz y habla a una velocidad más normal–. Estaba… así.

—Germán –interrumpe Fabi aún sin entrar–. Él era un idiota y hace rato que estaba detrás de Mica, no de la buena manera y hoy no estuvo en clases, algunos dijeron que se fue temprano sin ninguna excusa aparente.

—Entonces… –Walter vuelve a mirar a Fabi para que le dé un último indicio.

—Supongo que habrá visto que hoy Mica no estaba con ninguno de nosotros y decidió intentar algo en su propia casa…, basura. –El resentimiento parece opacar la preocupación en el rostro de Fabi y eso queda muy claro en el odio que se refleja en sus ojos.

Fabi parece quitarse bastante culpa, y agregar un poco a mí por dudar de mi novia, siempre me exigió cierto respeto a Mica, a él también le gustaba en primaria, pero nunca más tocó el asunto, estoy seguro de que algún instinto de protección quedó de aquel viejo sentimiento. Aunque sí, realmente es una basura, quizá no merecía esto, pero sí algo que no lo hubiera matado.

—Oh, espera, antes yo despertara aquí con ella, y aunque intenté despertarla no logré hacer ni que pestañeara –digo eso haciendo memoria en mis últimos pasos.

Walter levanta una ceja y sonríe, seguramente está a punto de decir algo como «así que ya llegaron tan lejos» o algo así, pero la situación y el ambiente no lo permiten, por lo que borra su sonrisa.

—¿No notaste nada raro en ella? O quizá alrededor. –Su pregunta es cotidiana, de rutina, al no saber sobre dónde comenzar.

—No… Oh, espera, sí había algo, ella estaba muy fría a pesar de que el clima era agradable, por lo que pensé que estaría engripada o algo, por eso la tapé y me fui dejándole una nota. –Parece que sí había algo raro, pero, aunque me lo digan, no creí que mi novia estuviera fría porque ya estaba muerta, aunque quizá debería cuestionar mi propia atención al no notar que dormí con alguien muerto… Dios, menudos escalofríos me da pensarlo de esa manera.

—Esto… chicos, sé que están pensando que hicimos… bueno, ya saben, pero… Yo no recuerdo nada. –Mica se defiende con algo de vergüenza, quizá si aún bombeara sangre podríamos ver un rubor en sus mejillas. –Lo último que recuerdo… Es que salimos del cine.

—Paul… dime que tú sí recuerdas algo. ¿No se habrán pasado de bebidas, cierto? –Walter me lo pregunta demasiado serio como para que sea una broma.

—No… Yo… Tengo unos pocos recuerdos, pero ninguno parece muy real o convincente.

—¿Menos real que tener una novia zombi? –Fabi siempre tan falto de tacto, me hace darme cuenta de que todo detalle ahora podría ser importante. A Mica parece dolerle un poco, no se acostumbra a esto, quizá aún ni se lo cree–. Perdón… –dice en disculpa Fabi, también le dolieron sus propias palabras.

—No… Tienes razón… –Mica no puede disimular que de verdad le dolió.

—Bueno, de tus recuerdos di todo, no importa lo poco significativo que te parezca, dilo todo. –Walter saca ese pequeño bloc anotador y una lapicera, y pone su total atención en mi relato.

—Mmm… recuerdo que salimos del cine y nos dirigimos a su casa, yo iba a acompañarla. En el camino sentimos cómo el viento se levantó de repente, soplaba muy fuerte, así que nos apresuramos. En el camino choqué con alguien, creo que una chica, no dijo nada y siguió casi corriendo. Luego… Tengo fragmentos sueltos, a Mica gritando, yo corriendo y árboles, muchos árboles. Oh, también había una figura, no podía ver muy bien, solo cómo sus dos ojos brillaban, parecían dos luces blancas, y parecía tener cuernos como los de los ciervos… Solo eso tengo, luego desperté con ella en su habitación.

Espero una risa, o una recomendación a algún psiquiátrico, pero debido a lo vivido nadie puede negar qué es posible y qué no.

—Entonces… No viste ningún zorro, pero sí un monstruo extraño… –Walter deja escapar un largo suspiro y luego resopla en el transcurso, se aleja mirando por última vez al cadáver y le pide a Mica que salga. También guarda el bloc dentro de su chaqueta.

—Escuchen, hay que sacar esto de aquí, hay que dejarlo en alguna habitación oculta de la casa, no podemos enterrarlo o sacarlo, alguien podría vernos. –La forma en que dice todo de una manera tan seria, no puedo creer que de verdad estuviéramos los tres a punto de esconder un muerto–. Si primero no limpiamos no podremos empezar a buscar al zorro, supongo que tendré que pedirle otra mano a Thania e ir a casa a buscar algunas cosas de papá.

El padre de Walter es cazador, tiene otro trabajo, pero ninguno sabe cuál es, tiene una casa un poco más alejada del pueblo y otra dentro, donde vive Walter y donde los fines de semana va a visitarlo. La otra es una especie de rancho con una gran cantidad de perros, herramientas y armas. Recuerdo lo mucho que nos gustaba ir allí de pequeños a los tres.

—Walt… Yo limpiaré esto, tú puedes ir a la tienda esa y a buscar las cosas… creo que debería ser yo quien ordene todo esto. –Una parte de mí siente que debe tomar la responsabilidad por esto y no sobrecargar a mis pobres amigos con este… problema.

—¿Y moverás eso tú solo? Lo siento, pero creo que necesitas nuestra ayuda, ya después podrás pagarme con gaseosas y papas en efectivo. –Fabi siempre reclama algo a cambio de ayudar, supongo que esa parte de él no cambiaría ni en esta situación–. Walter, tú ve a lo de la bruja esa, yo te esperaré en tu casa para ayudarte con las trampas. ¿Quieres ir al bosque, cierto?

—Jo, jo. –La famosa risa actuada de Walter–. Como era de esperarse, te dije que podrías ser mi Watson, ya sabes qué pasa por esta ingeniosa mente. En ese caso está bien, te esperaré en mi casa luego de que termines aquí. –Walter sonríe un momento y se dirige a la puerta, y antes de marcharse dice en un tono más tranquilo–. Resolveremos esto, chicos.

Mica se acerca para preguntar qué había pasado, solo le contamos lo planeado. Fabi le pide unas bolsas de consorcio y cinta, parece más decidido que un mafioso, aunque con ese aspecto tan rudo y sus rulos rubios oscuros a veces podría asegurar que lo era. Mica trae todo lo pedido y sugiere que lo dejemos en el pequeño galpón que usaban para dejar las cosas viejas. Luego de que movemos el cuerpo, que está comenzando a endurecerse, lo ensamblamos como si fuera una morcilla, yo lo tomo de la cabeza y Fabi de los pies y lo metemos con cuidado en el pequeño armario. Bueno, en realidad es bastante grande si tenemos en cuenta que hay una cocina vieja, cuadros y discos apilados, algunos juguetes de plaza oxidados y un cuerpo, a pesar de todo esto el armario cierra sin problemas.

—Bien, te dejo el resto de la limpieza a ti, yo iré a la casa de Walter, así que mejor que cuando nos encontremos tenga mis papas. –Fabi se dirige a la puerta con una expresión algo seria.

—Gracias… –digo casi sin fuerzas y con una leve sonrisa, antes de salir pone su mano en mi hombro y me sonríe. Luego se marcha.

Por un momento pienso que quizá alguno de ellos llamaría a la policía y terminaríamos todos en una prisión juvenil o algún reformatorio, pero luego recuerdo la clase de amigos que son y lo comprometidos que se ven con todo, no podría dudar de ellos, de ninguno, sin exceptuar a Mica.

—Paul… ¿Me ayudas a cambiar las sábanas y dar vuelta el colchón? –Mica parece poder recuperar su postura y ya comienza a ser la de antes, al menos una parte de ella.

—Claro. ¿Pero no te molestará el olor?

—Oh, en cuanto a eso, no he olido nada en todo el día, tampoco siento el tacto, ni siquiera tuve frío o calor –responde tomando su codo izquierdo con su mano derecha, dándose cuenta de lo alejada que está del reino de los vivos.

—Oh, tienes razón, quizá haya que acostumbrarse a varias cosas nuevas.

—Espero que no por mucho tiempo –responde deprimida.

—Cierto… –Parezco ser un insensible como cierto amigo mío, pero es que esta situación aún está sin digerir y no puedo acostumbrarme al cuidado de mis palabras con lo que digo.

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