Читать книгу Las convicciones - Juan Ignacio Sapia - Страница 10

11 Un miércoles terminé temprano el recorrido por la casa de los clientes, y fui caminando hasta el ph de mi amigo. Los encontré, tanto a él como a su novia como a la casa, más sucios de lo que recordaba. Les empecé a contar de HierbActivePower, de qué manera me había ayudado no sólo monetariamente, sino en todas las dimensiones de mi vida. Les conté de la enorme admiración que me causaba Gonzalo Marías, y sobre cómo ayudábamos a la gente a mejorar su calidad de vida. Vi que no me escuchaban y para interesarlos les expliqué que HierbActivePower buscaba gente permanentemente, y que se podían unir y salir cuando quisieran. Les ofrecí pasarles algunos de mis clientes para que empezaran. La novia de mi amigo se rio y me dijo que estaba bien, que no les interesaba participar. Le contesté que había mucha gente que se hubiera matado por tener una oportunidad de entrar en un negocio tan lucrativo como el que les proponía, además de tener clientes ya asegurados. La única que respuesta que obtuve fue que se miraron entre ellos con fastidio. Entonces, inundado por una ira que me resultó un poco ajena, les dije que eran unos inútiles de mierda, que siguieran viviendo en ese departamento con olor a culo, que se iban a pudrir ahí. Me fui sin escuchar su respuesta. 12 Seis meses después de empezar a trabajar en HierbActivePower estaba en el mejor momento profesional de mi vida. Era la mano derecha de Gonzalo Marías, y ese mes había vendido más productos que nunca. Para esa época murió Chang Williams. Lo grave no fue su muerte -que lo podía haber dejado como un mártir del American Dream- sino las condiciones en las que su muerte había ocurrido: practicándose asfixia erótica mientras sodomizaba a una niña vietnamita llamada Duan. Chang Williams era, además del fundador, la cara visible de la compañía. En la oficina de Gonzalo Marías había tres posters de él, en diferentes situaciones: en el primero caminaba en la playa, en otro posaba en la puerta del edificio central de HierbActivePower, en Michigan, y el tercero lo mostraba en la puerta de su mansión en Miami, donde, según se supo después, organizaba orgías sexuales sadomasoquistas con asiáticas menores de edad. 13 Los sistemas de difusión de la información no estaban tan desarrollados en aquel entonces: la muerte de Chang Williams, y en especial su pedofilia, pudieron haber pasado más o menos desapercibidas. De hecho, durante algunas semanas, todo siguió como estaba. Gonzalo Marías despegó los posters de su oficina. Se habló de poner etiquetas en los tarros de suplemento dietario para ocultar la cara sonriente y, en vista de los acontecimientos, perversa de Chang Williams, pero se decidió dejarlo y directamente hacer de cuenta que era un modelo genérico, un asiático anónimo.

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Todo podría haber seguido así: eventualmente las etiquetas de los tarros iban a cambiar, y HierbActivePower seguramente conseguiría un nuevo rostro corporativo, quizás también oriental, y nosotros seguiríamos vendiéndole a la gente de la Zona Sur del conurbano bonaerense unas sustancias capaces de fortalecer sus procesos digestivos, maximizar su energía y darles una mejor vida. Pero nada de eso sucedió. Y la culpa fue de Romina Scaglia.

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