Читать книгу Las convicciones - Juan Ignacio Sapia - Страница 6

3 Tenía algunos consuelos, cosas que me recordaban que no estaba tan al margen de la sociedad como imaginaba. Hombres que acuchillaban a su familia, banqueros y políticos corruptos, pibes que hacían malabares en los semáforos: todos ellos me acercaban al núcleo cálido de las instituciones sociales y me convertían en un ciudadano modelo, en sintonía con las obligaciones y derechos cívicos. Pero seguía sin trabajo, viviendo con otras dos personas en un lugar donde se suponía que podía vivir solo una, y con un estándar higiénico que una persona normal habría calificado de dudoso. 4 Recordaba a Gonzalo Marías por un viejo mito escolar que decía que había llevado a una chica a ver Monsters Inc. al cine y le había colado los dedos durante la hora y media que duraba la película. Todo lo referido a Gonzalo era así: desafiante, desmesurado, heroico. En una escuela pública del conurbano bonaerense este tipo de personajes generalmente termina en la cárcel o con dos hijos antes de los dieciocho años. En el peor de los casos, las dos cosas juntas. Por eso me sorprendió tanto verlo bien vestido, con un reloj gigante y anteojos. Yo estaba en una de mis recorridas diarias, dejando currículums en locales de venta al público.

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Aunque todavía no había dado resultado, mi sistema estaba muy aceitado: dejaba la hojita en algunos locales, esperaba dos o tres días y volvía a dejar. A veces pensaba a mi currículum como uno de esos papelitos pegados en los caños de luz de la calle que ofrecen los servicios de prostitutas. Gonzalo estaba en uno de los locales comprándose ropa. Me reconoció, hablamos un poco y desde adentro del probador, su voz repitió varias veces dos conceptos alrededor de los cuales iba a girar mi vida a corto y a mediano plazo: suplemento dietario y autonomía económica.

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