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3. EL PROPÓSITO DE VIVIR ORDENADAMENTE

“El amor es una parte del orden. El orden precede al amor, y el amor puede desarrollarse únicamente en el marco del orden”.

—Bert Hellinger

El propósito de vivir ordenadamente apunta a mejorar la calidad de vida de los individuos. El objetivo primordial es lograr que las personas obtengan el beneficio del orden y de la organización como conducta y perciban cómo esto influye en su vida y en la de los que los rodean, siempre respetando los gustos, preferencias, formas y limitaciones de cada individuo. El orden precede al amor en el sistema familiar, nos dice Bert Hellinger, puesto que para que la familia viva libre y en paz requiere que cada uno de sus miembros ocupe el lugar que le corresponda y encarne el rol correspondiente.

Vivir ordenadamente es más que habitar un espacio limpio y ordenado. Es un estilo de vida y un estado mental que se construyen a partir del hábito de soltar objetos innecesarios en nuestras vidas. Al elegir esta forma de vida, estamos propiciando una relación saludable con los bienes materiales que adquirimos. Podemos crear un entorno armónico, sea cual sea el lugar donde estemos, con pensamientos positivos, imágenes, sonidos y aromas que recreen nuestra mente y conecten con lo almacenado en nuestro subconsciente.

Nuestro hogar es como un refugio del mundo exterior, un lugar de respiro. Luego de la jornada laboral queremos llegar a casa y que esta luzca limpia y ordenada, que invite al relax y no sea otro motivo de estrés o limite la capacidad de nuestro cuerpo para recuperarse.

Vivir ordenadamente no significa que tengamos que ser obsesivos del orden y de la limpieza. Tampoco significa que seamos esclavos de la organización o maniáticos de la prolijidad impecable solo por mantener un estilo de vida que no se adapta a nuestra personalidad. Significa ir en busca de ambientes saludables y de descubrir la mejor manera de hacer las cosas para facilitar las tareas cotidianas. Es encontrar el modo de simplificar la vida para disfrutar a pleno del entorno que nos rodea y de las actividades que más nos gustan.

Sabemos que cierta dosis de desorden es conveniente para dar un toque de improvisación, informalidad y frescura a nuestra vida. De hecho, hay muchos ejemplos de artistas y creativos que están habituados a inspirarse en un completo desorden y encuentran orden en el caos. Pero aun en ese caos les aseguro que hay orden y organización. Por ello, no hay más remedio que aplicar un “método” para llevar a cabo cualquier idea. Todo es cuestión de encontrar el equilibrio justo, organizarse y adoptar algunos hábitos.

El concepto de organización puede ser totalmente diferente para cada individuo. Hay tantas formas de organizarse como personas, dado que ordenamos en función del significado que tienen los objetos para nosotros. Ahora, si encontramos cosas en lugares donde no deberían estar, es porque somos desordenados o falló nuestra organización. Entonces, mejor gestionemos el orden con la máxima eficacia y el mínimo esfuerzo, concentrando todo aquello que realmente tiene sentido, utilizando procesos y estructuras simples que faciliten la tarea y asegurándonos que el sistema organizativo se mantenga de forma constante.

Abramos nuestra mente y dejemos que se llene de buena actitud ante el orden. Vivir con menos nos ayuda a centrarnos en lo importante y a no malgastar nuestra vida en cosas inútiles. Si simplificamos nuestra vida no habrá necesidad de ordenar todo el tiempo y nos sobrarán momentos para dedicarlos a lo que nos gusta o apasiona hacer.

Con pequeños cambios podemos renovar nuestra energía, optimizar el tiempo o los recursos y lograr un poco de bienestar físico, mental y emocional a través de la activación de nuestros cinco sentidos, tan relegados u olvidados en esta época. Permitamos que ingrese todo tipo de abundancia en nuestra vida. La clave está en la actitud.

Una mente organizada es una mente exitosa. Lo mejor siempre está por venir.

Vivir ordenadamente

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