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4. POR QUÉ ACUMULAMOS

“Menos es más”.

—Ludwig Mies van der Rohe

Los espacios interiores que habitamos son como extensiones de nosotros mismos y constituyen el reflejo de todo aquello que llevamos dentro. Vivir en armonía con nuestros espacios, con nosotros y con las personas que nos rodean despierta emociones agradables generadas por el propio entorno y ayuda al orden psíquico y emocional. Un ambiente saludable nos cura y nos transforma.

Comencemos por refrescar algunos de los motivos por los cuales acumulamos. Entre las principales razones por las que guardamos cosas en exceso se encuentran la excusa de la falta de tiempo (o escape de la realidad); la falta de interés o de una buena metodología para organizarnos, o la necesidad de llenar un vacío emocional con objetos materiales o actividades para “sentirnos ocupados”, pero en realidad ninguna de estas son placenteras o nos hacen felices. A veces intentamos llenar nuestros vacíos existenciales con “cosas” que, aunque producen algo de satisfacción o de placer, no garantizan la felicidad. Para algunas personas los objetos o posesiones les hacen sentir una falsa seguridad al verlos como una manera de mostrar sus “riquezas”. Placer y felicidad son dos dimensiones muy distintas. De hecho, algunas formas de obtener placer pueden terminar con nuestra felicidad. Hay estudios que dicen que la felicidad se consigue a través de una buena gestión de la organización, los deseos, las necesidades y los vínculos sociales y afectivos.

También acumulamos objetos simplemente “por si acaso”, ante la gran inquietud por las cosas que podrían suceder en el futuro. Suele justificarse por el hecho de que quedarse sin estos elementos ocasionaría un problema y entonces acumulamos de todo, aunque en el fondo sepamos que no es así. Otras personas acumulan por un sentimiento de culpa o vergüenza, ya que tienen un valor sentimental y no se animan a donar o tirar las cosas porque piensan que la gente se ofenderá por no haber conservado sus obsequios.

Otro de los motivos de acumular pueden ser el apego o miedo al cambio; a ser olvidado u olvidar; a la carencia, el pasado o el futuro. Sentimos que si nos despojamos de algunos objetos olvidaremos el pasado o las sensaciones que algunos objetos nos generan (apego emocional).

Sin darnos cuenta, un día descubrimos que hemos almacenado una lista interminable de cosas innecesarias, como electrodomésticos viejos o descompuestos que no usamos más, pero que tampoco tiramos, como latas de pintura vencidas o secas, la bolsa de las bolsitas, comprobantes de servicios, manuales de instrucción, plásticos o contenedores, recibos y tickets de compra, revistas y diarios viejos, botellas, frascos, ropa y zapatos sin uso, y la lista no termina más.

La realidad es que nuestro hogar debería ir evolucionando junto con nosotros para adaptarse a los cambios y a las distintas etapas de nuestra vida, generando una cierta armonía.

Vivir con menos nos ayuda a centrarnos en lo importante y a no malgastar nuestra vida en cosas o actividades inútiles. Somos nosotros los que debemos adaptarnos a nuestras casas y no las casas a nosotros.

Vivir ordenadamente

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