Читать книгу Reportaje al pie de la horca - Julius Fucík - Страница 5
ОглавлениеNota del Editor
Julius Fucík fue un periodista y crítico cultural de origen checo, que al calor de las luchas de la clase obrera y de los ecos de la Revolución de Octubre en Rusia, abrazó la lucha por la revolución. Liga su vida a la causa obrera y a la construcción del Partido Comunista de Checoslovaquia desde la década del 20. Impulsa la publicación de diversas revistas culturales y periódicos políticos, entre los que se destaca como director de Rudé právo, periódico central del partido.
Durante la década del 30 realiza dos viajes a la Unión Soviética, donde puede vivir en carne propia la construcción socialista en aquel país.
Cuando Hitler invade su patria (junto a la mayoría de los países de Europa central y del este) se desata la persecución más encarnizada a los miembros del Partido Comunista y de la resistencia nacional. Julius Fucík, por supuesto consciente de los peligros, decide luchar desde la más estricta clandestinidad por la derrota de los ocupantes nazis.
En 1942 cae a manos de la Gestapo. Durante casi un año es torturado en las cárceles de Praga hasta que es condenado a muerte. En 1943 es trasladado a Bautzen y luego al campo de concentración de Plotzensee en Berlín, donde el hacha asesina (y no la horca, como él suponía) acaba con su vida. Durante su cautiverio, y gracias a un guardián que le provee de los medios y saca en secreto de la cárcel sus escritos, escribe las paginas imborrables de Reportaje al pie de la horca. Es el testimonio de un hombre firme e íntegro que no claudica ante el terror físico ni la devastación ideológica que le proponen sus verdugos. Luego su mujer y compañera, sobreviviente del nazismo, recoge los escritos que aquí se presentan. El 8 de septiembre, día de su ejecución, se recuerda como el Día Internacional del Periodista, en honor a su lucha y su testimonio.
Sus palabras ante el tribunal que lo condenó sintetizan el espíritu con que enfrentó las durísimas condiciones a las que fue sometido, y son un manifiesto contra el individualismo: “Sé que seré condenado y que mi vida llega a su fin, pero también sé que hice lo que pude por nuestra victoria. Estoy seguro de que seremos los vencedores. Nosotros morimos, pero otros vendrán a continuar nuestra obra”
Creemos que es imprescindible que nuevas generaciones conozcan el legado de hombres que honraron su condición de tales con mayúscula. No para difundir estereotipos ni ejemplos intachables, sino simplemente para rescatar y buscar en nosotros mismos, lo más humano que nos habita.
Maximiliano Thibaut