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La investigación: la asimilación de la materia investigada

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El análisis del efecto instantáneo de los programas sociales sobre la pobreza se puede abordar con relativa facilidad, ya que basta con repetir la aproximación estadística seguida en los estudios que habían respondido a la pregunta ¿cuál habría sido la incidencia de la pobreza si el programa no existiera? El camino de dichos estudios consistió en cuantificar el ingreso total de cada hogar menos el monto percibido por las transferencias del Programa Progresa/Oportunidades. En el caso que nos interesa, habrá que descontar los ingresos que los hogares percibieron por transferencias de todos los programas sociales registrados en las encuestas. Con dichos ingresos —con y sin transferencias— se calculan las proporciones de pobres. La diferencia entre ambas sería el efecto instantáneo del gasto social sobre la pobreza.[17]

La gráfica 1 muestra el resultado de aplicar el procedimiento descrito al ingreso de los hogares y proporciona una idea de la contribución de los programas sociales para amortiguar la pobreza alimentaria[18] entre los años 1992 y 2012.

Durante el periodo 1992-2012, la más pronunciada disminución en la pobreza alimentaria se observa en 2012 con una reducción de 3.6 puntos porcentuales. Esto representa una disminución del 15.5% en términos relativos. Sin embargo, entre los años 1992 y 2000, el efecto de los programas sociales fue muy pequeño: las reducciones no fueron más allá de 0.5 puntos porcentuales que equivalen a 1.2% o menos, en términos relativos. Con estas cifras se podría afirmar que la política social de combate a la pobreza ha mejorado en los últimos años, sea porque aumentó el flujo de recursos presupuestarios destinados a ese propósito, sea porque se ha optimizado la focalización, o por una concurrencia de ambos factores.


Sin embargo, esa conclusión podría ser errónea. Los resultados consignados en la gráfica se explican en gran medida por modificaciones en el instrumento para recabar la información que emplea la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (enigh).[19] Desde 1992 hasta 2000, el cuestionario de la encuesta sólo preguntaba por los ingresos recibidos de Procampo, programa que, de acuerdo con las investigaciones sobre progresividad del gasto de los programas sociales, no focaliza a los pobres (Coneval 2012: 159-172). En el año 2002 se inquiere por primera vez (lo que aún se mantiene) acerca de las transferencias provenientes de Progresa. Para 2008, la enigh agregó en su cuestionario las preguntas de los apoyos recibidos de Procampo y Oportunidades y las transferencias del Programa “70 y Más”, e incluyó la categoría residual “Otros Programas”. En la medida en que el cuestionario capta los apoyos de un mayor número de programas, las dos líneas se distancian más. Se marca así un mayor efecto de los programas sociales sobre la pobreza. En 2010 y 2012 no sólo se preguntó por las transferencias recibidas de los programas ya mencionados, sino que se agregaron las de otros como Adultos Mayores, el Programa Alimentario y el Programa de Empleo Temporal.

Para cuantificar si la pobreza disminuye por el aumento en el gasto social, se siguió el camino propuesto por Datt y Ravallion (1992). Estos autores identificaron tres fuentes de su cambio (∆P) entre los tiempos t y t-1. Una se debe a la variación del ingreso (EI: componente ingreso); otra se origina en el cambio de la desigualdad (ED: componente desigualdad). La tercera es una cantidad residual (R): ∆P=EI + ED + R.

Sin embargo, esta descomposición no se puede aplicar directamente al caso mexicano debido a que no considera la variación en la pobreza originada por los cambios en los precios internacionales de los alimentos, mismos que se reflejan en la canasta alimentaria de México y que por tanto aumentan el valor de la línea de pobreza. A niveles dados de ingreso y de desigualdad, las modificaciones en los precios de la canasta alimentaria inducen alteraciones en las proporciones de pobres; por ende constituyen una fuente adicional en la variación de las tasas de pobreza. Este componente de las fluctuaciones de la pobreza a lo largo del tiempo se incorpora a la ecuación de descomposición y se simboliza por ∆Pr.

Asimismo, los mayores ingresos inducidos por el gasto social a través de los programas orientados a apoyar el presupuesto de los pobres, presionarán hacia la disminución de la pobreza. Para tomar en cuenta el efecto de la operación de los programas sociales sobre el cambio en la incidencia de la pobreza, se agrega un componente más a la ecuación que se simboliza como EPS.

En síntesis y con base en la lógica de la ecuación de descomposición de Datt y Ravallion, se han identificado cuatro componentes (además del residuo) que forman parte de las variaciones en la incidencia de la pobreza.[20] Esta descomposición se sintetiza en la siguiente fórmula:

∆P=EI1 + ED1 + ∆Pr + EPS + R

en donde EI1 y ED1 simbolizan el efecto ingreso y desigualdad correspondiente al ingreso total menos las transferencias recibidas de los programas sociales. ∆Pr representa la variación en los niveles de pobreza, misma que se origina en las variaciones de los precios. EPS cuantifica la medida en que los ingresos provenientes de los programas sociales contribuyen a modificar los índices de pobreza en el tiempo. Finalmente, R es la parte residual de dicho cambio; se trata de la parte que escapa a los componentes mencionados y que es función de otros factores que no se consideran en la ecuación.

Los resultados de aplicar esta ecuación se sintetizan en el cuadro 1. Con esta información, se sistematizaron los principales cambios en la incidencia de la pobreza.

En los capítulos siguientes, se presentará el desarrollo de las experiencias de resolución de las tensiones entre el modo de investigación y el modo de exposición. Como veremos, cada una de las contribuciones evidencia diferentes concepciones y prácticas de investigación. Las particularidades se recuperarán en el epílogo.


En el bienio 2000-2002 la economía mexicana experimentó una caída en el pib per cápita y, a pesar de ello, disminuyó la pobreza en sus tres modalidades (alimentaria, de capacidades y de patrimonio). Esto se debió a que disminuyó la desigualdad en la repartición del ingreso y a que aumentaron los ingresos distribuidos a través de programas sociales.

En 2004, la pobreza disminuyó respecto de 2002. En esta ocasión, el impulso fue por la recuperación de la actividad económica que se apoyó en el efecto distribución y en los programas sociales. Éstos contrarrestaron el alza de los precios que aumentó a su vez el valor de la canasta.

A partir de febrero de 2006 se observan pronunciados aumentos en los precios de los alimentos derivados del comportamiento de precios en los mercados internacionales, lo que, en conjunto con la contracción económica provocada por la crisis financiera, empujaron el alza de la pobreza por ingresos en 2008 (Coneval, Índice de tendencia laboral en la pobreza). Este crecimiento habría sido mayor si no se hubiese contrarrestado por una disminución tenue de la desigualdad y por el efecto de los recursos transferidos por los programas sociales.

El alza de la pobreza entre 2010 y 2012 se originó por el aumento en los precios y una distribución del ingreso más desigual que en 2012. Sin embargo, se vio mitigada por los programas sociales y el crecimiento económico moderado que vivió el país en el último bienio.

Si se observa en el cuadro 1 la columna “programas sociales”, se puede ver que el gasto social ejercido a través de las acciones gubernamentales durante todo el periodo forzó, consistentemente, hacia el abatimiento en el porcentaje de personas en pobreza. Asimismo, las cifras muestran que la reducción de la pobreza alimentaria en todos los bienios es sensiblemente mayor que la disminución de la pobreza de capacidades, y que esta última es más grande en la pobreza de patrimonio. Dicha regularidad podría ser un reflejo de que los programas sociales que se orientan al combate a la pobreza mediante transferencias monetarias están relativamente bien focalizados.

El resultado de la investigación realizada fue nítido. En la primera década del siglo xxi y en los primeros dos años de la segunda, los programa sociales han ejercido presión sistemática para abatir el nivel de pobreza, para frenar su aumento y/o también, para hacer más pronunciada su disminución. Ello pone en entredicho la afirmación de que el dinero invertido en gasto social es inocuo para combatir a la pobreza. La política social dedicada a paliar o a superar esa condición, ha jugado su rol. Además, los resultados que arrojó la ecuación de descomposición muestran que la pobreza aumenta por la carencia de ingreso, lo cual resulta de la falta de crecimiento económico sostenido, de la falta de empleos bien remunerados y de la marcada desigualdad en la distribución del ingreso que no juega un papel marcado (excepto en el lapso 2000-2002), en la medida en que se ha mantenido relativamente estable, aunque en niveles elevados. Por último, las alzas sistemáticas en los precios de los alimentos han impulsado los aumentos en la pobreza, a través del alza en las líneas, a lo largo de todo el periodo analizado.

Con base en estos resultados, la pregunta que surge es ¿cómo exponerlos de manera clara y convincente? Para quien cuenta con una formación mediana en estadística, la explicación sería sencilla: los factores que inciden sobre la pobreza son varios. Un efecto de las transferencias gubernamentales es que deprimen la pobreza una vez que se controla por el ingreso, su distribución y los precios de los bienes de la canasta alimentaria. Sin embargo, el tema de la inefectividad de la política social para disminuir la pobreza ha llegado a los medios de comunicación masiva y al ámbito político. Resulta necesario intentar modos de explicación alternativos.

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