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2 SHUT IN, SHUT OUT Los juegos a los que jugamos.

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Imagina que trabajas en una oficina con otras personas. Un día, llegas al trabajo y descubres que una nueva regla está en vigor. Puede que te lo haya enviado el CEO de la empresa, o simplemente esté impreso en un cartel, junto a la máquina de café:

No puedes decir «no puedes jugar». Con vigencia efectiva inmediata, si alguien quiere participar en tu proyecto, debes consentir que se una, pero, aun así, serás responsable del éxito de tu trabajo.

¿Cómo reaccionarías? Aunque los resultados exactos puedan variar, hay una buena posibilidad de que la mayoría de los adultos imiten las reacciones que se encontrarían en un aula de jardín de infancia: ira, rebeldía y algunas lágrimas.

En su libro You Can’t Say You Can’t Play, la maestra Vivian Gussin Paley relata lo que pasó cuando propuso esta regla a su clase de jardín de infancia.

Antes de aplicar la regla, ella y sus estudiantes especularon sobre lo que podría suceder. Sus propias reacciones iban desde el miedo hasta el entusiasmo. Miedo a que sus juegos dejaran de ser divertidos. Miedo de que un número abrumador de personas quisiera participar, arruinando así el juego. O de que personas no deseadas pudieran entrometerse en el juego. Y los niños que con más frecuencia eran excluidos estaban entusiasmados con la protección que la nueva regla les proporcionaría.

A Paley se le ocurrió introducir la regla tras de enseñar a innumerables estudiantes. Todos los años, algunos niños en cada clase eran sistemáticamente excluidos. A veces hasta el extremo. A medida que sus antiguos alumnos se convertían en adultos, contaban esas historias de rechazo como los momentos más difíciles de su educación. Ella creó la regla como una forma de estudiar por qué ocurría esto año tras año, buscando formas de interrumpir el patrón.

La exclusión está escrita en el juego. Y el juego, como sabemos, pronto será el juego de la vida. Los niños a los que enseño están empezando a emerger de los pozos profundos de la perspectiva privada de la vida: infancia y familia.

Luego, viene la escuela. Es la primera exposición real al estadio público. Los niños tienen que compartir materiales y maestros en un espacio que pertenece a todos.

La participación equitativa es la piedra angular de la mayoría de las aulas. Normalmente esta noción involucra todo excepto el juego libre, que generalmente se considera un asunto privado. Sin embargo, a decir verdad, la libre aceptación en el juego, las alianzas, y los equipos son lo que más le importa a cualquier niño. (1)

Un aula de niños de jardín de infancia puede ayudar a aclarar por qué la exclusión domina muchos entornos compartidos. Su honestidad sin filtro le dio a Paley un panorama claro de por qué la exclusión persiste y cómo conseguir que evolucione. Se empieza con el lenguaje.

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