Читать книгу El Malo (edición especial) - Kris Buendía - Страница 7

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Capítulo

1

Lucifer

Las llamas ardían y mi mirada estaba perdida ahí en el fuego de la chimenea.

Mi torso brillaba por el sudor y al final de él, una mata rubia hacía aparición.

Era la perra que estaba haciéndome una mamada.

Observé mi mano derecha, en la otra tenía mi trago de bourbon. Amargo y picante como lo que sentía en mi pecho.

Mi mano derecha siguió hasta la cabeza de la rubia y empujé más fuerte.

Ella tuvo una arcada, pero no me importó y ella no ponía resistencia en absoluto. Nunca nadie lo hacía porque les gustaba satisfacerme.

Levantó su vista y la ignoré.

Tres embestidas más y me corrí directo en su boca. No tenía más remedio que tragar. Y eso hizo.

Quité mi mano de su cabeza y ella la levantó y me miró.

Me sonreía.

La maldita perra estaba sonriéndome. No me gustaba que una perra me sonriera. Odiaba eso.

Me gustaba que me temieran, que me respetaran y agacharan la mirada ante mí. Era un hijo de puta malo, era el maldito Lucifer de ese lugar. Era así como me llamaban y lo odiaba.

Odiaba todo. El fuego, la maldad, la maldita vulnerabilidad que pudiera rodearme porque era mi maldita debilidad.

Odiaba la debilidad y la pureza en las miradas.

Por mi pasado. Por quien era.

—Eres estupendo—dijo la rubia.

La miré serio.

—Sal de aquí.

Sabía que era una orden en serio. Ella no discutió, tomó sus mierdas y se fue. Al momento en que abrió la puerta de mi estudio, escuché la música que venía de afuera en mi club. El Cielo. ¿Acaso era una maldita alucinación? Yo era el malo que vivía alrededor de muchos ángeles.

Mis propios ángeles, los que había construido.

Era mi santuario aquí arriba. Podía ver a través del panel polarizado que iba desde el suelo hasta el techo, y ver a todas las perras bailar.

A los malditos adinerados ir por ellas y todo el pecado en su máximo esplendor.

No, no era ninguna especie de chulo. Esa mierda no era mejor que yo. Y tampoco era una mierda ilegal o un maldito prostíbulo mi club. Al menos no del tipo y tampoco bizarra.

Mis perras recibían un jugoso cheque al final de la semana, ellas venían solas por trabajo, eran chicas hermosas buscando una mejor oportunidad que sus culos les pudiera dar.

Podían irse cuando quisieran y salirse de esa mierda.

Cada noche cada una de ellas regresaba a su vida habitual.

Hijas, hermanas, novias, esposas.

Y hasta estudiantes universitarias.

Lo que me hizo pensar en mi antigua vida. Pero eso era otra historia.

Lo que quería decir es que, tenía un club con los mejores traseros de la ciudad, bailarinas y chicas de compañía trabajando en mi club. Llenando mis bolsillos y yo los de ellas. Personas sacando su pecado como mejor pudieran hacerlo, la regla era solo una: No lastimar a mis malditas perras.

Era un maldito dios.

Pero, así como era dios, también era malo.

No con ellas, solo conmigo mismo.

Mi club daba ilusión. Pero también era una fachada a todo lo que llevaba dentro y me atormentaba. Me gustaba todo lo malo, todo lo corrupto que pudiera alejarme de las cosas buenas.

Era mi castigo y era mi única salvación.

No podía permitirme ser feliz, no de nuevo y el olor de lo malo me iba a mantener alejado de ella.

Ella.

La que jamás volvería. Y la que pensaba que había muerto. Pensar en ello hizo que me doliera el pecho, habían pasado apenas cuatro años.

Cuatro años desde que salvé su vida.

Cuatro años para darme cuenta que la quería.

Cuatro años para acabar con el mal nacido que la jodió.

Cuatro años para morir.

No morí en carne, pero para mí, yo morí ese mismo día que no quiso quedarse conmigo.

Pero eso, eso también es otra historia.

Me levanté de la silla y metí mi polla semierecto dentro de mis pantalones.

Me fui al cajón de mis cigarrillos y saqué uno para encenderlo y llevarlo a mi boca.

Me detuve en el panel, observando todo y a todos como un maldito dios.

Di otra calada y dejé salir el humo por mi nariz lentamente.

Entonces la vi.

El Malo (edición especial)

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