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Relación de la vivienda con su contexto inmediato

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La calidad de vida urbana se refiere al aumento de la eficiencia y la urbanización, el barrio y su entorno inmediato deben proporcionar la base para este propósito. Diversos autores denominan esta escala de análisis como el hábitat residencial urbano, que denota el ambiente físico espacial y social que emerge del asentamiento relativamente permanente de una determinada población en un cierto sector de la ciudad.

A los efectos de clasificar la relación de la vivienda con su entorno, se han identificado tres dimensiones: la físico-espacial, la-físico ambiental y la social que las articula.

Son ejemplos frecuentes en la caracterización físico-espacial, parámetros como la infraestructura de servicios públicos, entre los cuales se encuentran la red de agua potable, la red de gas, los desagües y el alcantarillado, la red de energía eléctrica, el alumbrado público, las vías y el sistema de recolección de residuos, entre otros, al igual que servicios públicos complementarios como la televisión satelital o por cable e Internet, dentro del esquema para la democratización de los avances tecnológicos y la comunicación. También se encuentran representadas las viviendas, su forma, tipo de organización, los equipamientos barriales y comunitarios.

En la dimensión físico-ambiental son comunes los parámetros relacionados con el clima, la topografía y sus efectos en la habitabilidad (r emoción en masa, deslizamientos, inundaciones), así como la relación con la naturaleza para el esparcimiento y las relaciones sociales.

La dimensión que corresponde a los propósitos sociales y permite articular las dos anteriores, se refiere a las personas asentadas que habitan en el lugar, las interacciones sociales que se producen, la prevalencia de armonía o conflictos entre vecinos, la generación de endogrupos8 y las pautas culturales que orientan el comportamiento individual y colectivo. La carta del derecho a la ciudad también permite evidenciar esta situación cuando plantea necesario apoyar las diversas modalidades de producción social del hábitat y la vivienda, con especial atención a los procesos autogestionarios, tanto individuales y familiares como colectivos organizados, propiciando así la promoción y producción de capital social o capital humano.

Los niveles de satisfacción o insatisfacción del usuario se encuentran asociados con la percepción del entorno social (De la Puente et al., 1990; Hidalgo y Saldías, 1998), ya que, por ejemplo, la necesidad de mejorar la calidad y cobertura de los servicios y beneficios comunes se desprende de necesidades básicas de seguridad y sociabilidad vecinal.

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