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La Cercana de Paula,
descansar en tierras sagradas

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Los Toldos. Partido de General Viamonte

Los Toldos es el territorio de los mejores quesos, la tierra mapuche y el lugar de nacimiento de Eva Duarte. Pero también es una propuesta de descanso que atrae por estar dentro de territorio indígena, muy cerca de lugares sagrados donde fluyen buenas y ancestrales energías. “La Cercana de Paula es una idea que se fue generando hace muchos años cuando le quisimos dar valor agregado al sitio donde se radicaron mis abuelos maternos. Ella, una aguerrida española. Él, italiano. Con sus dos hijitas se radicaron en este lugar”, de esta manera presenta Mónica Castellani el origen de su casa de descanso.

La Cercana de Paula es una amable casa de campo que está dentro del territorio que se conoce como La Tribu, una extensión de tierra que el presidente Mitre le cedió al cacique Coliqueo, en recompensa por los servicios prestados al Ejército Nacional. En la actualidad viven descendientes de aquellos mapuches, aún conservan sus ceremonias y estilos de vida propios y están totalmente incluidos en la sociedad criolla.

La historia familiar cruza el emprendimiento de Mónica. Sus abuelos están muy presentes. “Si bien eran productores agrícola-ganaderos, su actividad principal fue la de ser viveristas. En esa época era una actividad muy innovadora, producían por semillas, esquejes e injertos araucarias casuarinas, pinos, eucaliptos, robles, etc. Y algo que los distinguió: rosales y camelias, proveyendo al pueblo y a la zona”, manifiesta.

Siguiendo fiel la tradición toldense, su abuela Nicolasa hacía quesos con la leche que ordeñaba. Al igual que los holandeses que se afincaron aquí con la receta del queso gouda (aquí se produce el mejor del país), las mujeres eran las encargadas de hacerlo. Aquellos alimentos sanos, naturales y potentes alimentaron a los pioneros. Ese espíritu se siente en la posada de descanso. Aquí es donde se nos invita a pasar algunos días, rodeados de cielo y aire fresco. La libertad del campo, la intimidad de una tierra que nos convoca a disfrutar de las simples tareas.

“La casa de campo es linda y sencilla”, afirma Mónica. “Está rodeada de árboles”, ayuda a completar la postal. Los sueños de sus abuelos de proyectar aquí un gran vivero, aún perduran. Aquellas plantas hoy continúan dando sombra, aroma y flores. Las aves eligen esta isla de hojas y pétalos para anidar y cantar.

La propuesta es disfrutar de todo esto. Sin horarios ni tiempos que apremien. “En La Cercana encontrarás espacios que invitan a descansar, bosquecitos naturales, senderitos de fácil caminar, en el que los diferentes momentos del día tienen distintos encantos, como el avistaje de fauna nativa. Se ven liebres, vacas, caballos, diversidad de aves y colmenas de abejas que enriquecen los sabores de su miel con las flores silvestres. Y pegadito al corral está La Cercanita Producción Caprina, el proyecto de uno de nuestros hijos, quien produce riquísimos quesos de cabra. Todos los espacios nos invitan a participar de diferentes aventuras diarias”, resume Mónica.

“También hay rincones de juegos como cancha de tejo, de futbol, tirolesa, hamacas y casita entre los árboles para los más pequeños”, suma placenteras actividades. La casona está totalmente equipada. Una vez que se llega aquí, el auto es un elemento que pierde interés y utilidad. Los días comienzan y terminan caminando. Las noches son preludios de sueños reparadores. La acompasada sinfonía de la brisa acariciando las hojas de los árboles simula un mar cercano y amigo.

“A esto se le puede sumar andar a caballo. Rosaura, nuestra queri­da yegua, nunca se niega a darte un paseo; y por supuesto las bicis, para ayudar el recorrido dentro y fuera del predio, ya que el pueblo queda a solo 1000 metros”, afirma Mónica y completa la teoría de cómo seremos felices en el campo de Los Toldos. “Toda esta zona es muy bella de visitar por su paisaje natural, zona medanosa de muchos caminitos vecinales que invitan a recorrerlos. Es fácil perderse, pero también es fácil hallar algún lugareño que nos oriente. Y no se puede dejar de visitar el lugar sa­grado conocido como La Olla”, cuenta.

“Es un lugar de mucho misticismo. Las leyendas y los relatos vivencian energías y percepciones muy interesantes. La Olla es una hondonada natural que, según cuentan, los indios usaban para ocultarse del ejército en tiempo de luchas. Es un lugar con mucha energía y una de las particularidades es que a pesar de ser una profunda y bastante extensa depresión nunca junta agua. Es un lugar con mucha acústica”, describe Mónica.

El misterio del pueblo mapuche y sus rincones energéticos, claves en esta estadía que obliga a abrir todos nuestros sentidos y dejarlos que sean ellos y sus delicados sentimientos quienes nos dirijan los días. + info: Facebook: La Cercana de Paula / Teléfono: 2364565602 / E-mail: lacercanadepaula@hotmail.com

En el propio predio está el tambo La Cercanita. Se producen quesos de cabra siguiendo una receta holandesa. Bruno Morán, el quesero, es un apasionado. Este es un emprendimiento familiar de pequeña escala en donde todo se hace manualmente. “Elaboramos quesos de cabra, cabras que criamos con mucho amor y respeto por la naturaleza. Eso nos reconforta y eso somos”, afirma Morán, cuarta generación de esta familia en tierra toldense. Producen queso semiduro, estacionamiento medio. “Lo hacemos natural y saborizado con pimienta en grano, orégano, ají molido”, detalla. “Tenemos 20 cabras en ordeñe, estamos sacando cuatro quesos por día”, explica para entender la perspectiva de producción de quesos absolutamente personalizados. Se pueden comprar en el propio tambo. + info: Instagram: La Cercanita Tambo de Cabras

La presencia del Cacique Ignacio Coliqueo, líder boroano muerto en 1871, aún se siente en Los Toldos, ciudad cabecera del Distrito de General Viamonte, Buenos Aires. Hace 157 años el entonces presidente Bartolomé Mitre, en recompensa por los servicios prestados al Ejército Nacional, le cedió una gran extensión de tierra que hoy continúa siendo ocupada por sus descendientes, configurando la comunidad mapuche más numerosa de la provincia. Para reafirmar esta identidad y celebrar la integración con el huinca (hombre blanco) se celebra en noviembre el Festival Mapuche, con el foco puesto en revalorizar la cultura, el lenguaje, la música, la cosmovisión, el telar, la gastronomía y el legado histórico de una comunidad que se aferra al pasado pero como único camino para construir el futuro. “El festival es la demostración de que estamos vivos”, resume Liliana Antimán, de la Comunidad Hermanos de Los Toldos. La Tribu tiene alrededor de 1000 hectáreas. Está a pocos minutos del centro de Los Toldos, lo que evidencia la total integridad. En la plaza del pueblo flamean tres banderas: la argentina, la bonaerense y la mapuche. Dentro de La Tribu existe un espacio de trabajo donde tienen lugar las clases de telar. Un grupo de 20 mujeres mapuches comenzaron a trabajar la lana con métodos ancestrales. “Fue un trabajo de recuperación de la historia familiar porque se estaba perdiendo la técnica”, argumenta Antimán. Este taller de hilado fue el puntapié para relanzar el festival y la marca “Kume Lalen”. La lana que usa es el resultado de la esquila de sus ovejas.

La gastronomía mapuche es muy sabrosa, en algunas oportunidades se hace Pankuxa (se pronuncia Pancucha), que es una sopa guisada, “mezcla de puchero y guiso”, aclara Antimán. Es una preparación comunitaria y, una vez hecha, se comparte. “Estamos integrados a la comunidad, recuperando nuestras ceremonias”, afirma Julián Lincoqueo nacido y criado en la Tribu. “Mi madre enterró la placenta cuando nací, esta es mi tierra”, reafirma desde la Plazoleta Coliqueo, lugar de encuentro social de los mapuches. Entre ellos hablan lengua mapuche, el mapudungún. Con su autorización se permiten visitas a sus lugares sagrados, como la laguna La Azotea, donde se han hallado restos óseos de antepasados, vestigios de un cementerio que la comunidad tuvo en sus comienzos, y la mencionada “Olla”, donde según dicen mora el Nehuen, fuerza de la naturaleza que el mapuche venera. La Tribu de Coliqueo se entiende a partir de una traición. Este cacique era de la etnia boroana y tenía sus tolderías en Masallé, cerca de la laguna Epecuén, la puerta de entrada a las Salinas Grandes. La sal en el siglo XIX era el bien más preciado porque permitía mantener fresca la carne. Cerró acuerdos estratégicos con Juan Manuel de Rosas, a quien le dejaba sacar sal a cambio de provisiones. Esto se mantuvo así hasta que en 1834 el cacique Calfucurá, de la etnia moluche, les tendió una emboscada a los boroanos y los asesinó en la llamada “Masacre de Masallé”. A partir de allí Coliqueo deambuló por diferentes lugares de la provincia, hasta que en 1861 el presidente Bartolomé Mitre les cedió las tierras en donde hoy se asienta su tribu.

Los Toldos es un pueblo hermoso, típico de tierra adentro. Tiene muchos atractivos. Algunos son imperdibles. Muy cerca de la entrada a La Tribu (por calle Coliqueo) está la centenaria panadería La Blanqueada de la familia Adamini (abierta desde 1904). “Acá se venden las mejores medialunas del mundo”, anuncia un cartel. Clásica y tradicional, conserva la magia de los tiempos pasados. Abre un par de horas antes de la salida del sol. La gente que trabaja en el campo debe tener galletas antes que luz. Su interior conserva el mobiliario original. Atendida por sus dueños. Son patrimonio toldense sus galletas, budines, cremonas, pan trenzado y el pan dulce para las fiestas. El Club Alsina tiene un comedor muy recomendable. El salón es inmenso, mucho espacio entre mesas. Ya no quedan lugares tan grandes. Típico club de pueblo. Amplio, muy cómodo. Espacios pensados para que muchas familias puedan ir con sus hijos sin necesidad de pensar en lugares especiales para ellos. Grandes y chicos comparten un espacio de inabarcables dimensiones. La carta es clásica y se pueden probar quesos de los tambos locales.

Los Toldos tiene que ver con un goce gastronómico. Hay que ir con la idea de que en el pueblo se come bien. No dejen de probar las empanadas de carne y de jamón y queso de la peña Hamacando Recuerdos. Fritas, suculentas, jugosas, muy poderosas y un plato principal en sí. Cuidado con el jugo de estas delicias. Tengan a mano varias servilletas. No se consiguen más ricas. Se pueden comprar en calle 6 de agosto entre Liniers y Falucho.

Frente a la plaza, en una esquina muy pintoresca y –como todo en Los Toldos– muy grande, está el lugar que todos los niños y no tanto desean: la Heladería Mario. Tiene producción propia de productos de primera calidad. Helados servidos con generosidad, gustos clásicos y propios, sabores definidos y bien logrados. Cremosos y muy ricos. Imperdible el sándwich helado, un pecado al que no se puede resistir.

En Los Toldos se celebra el Festival del Queso. Los holandeses, a comienzos del siglo pasado, eligieron esta tierra para vivir. Los pioneros aún viven. Trajeron un tesoro en sus baúles: la receta del queso gouda. La comarca tiene tambos que hacen los mejores quesos del país. Calidad y materia prima excelentes. No hay manera de ceder a la tentación y durante toda nuestra estadía los quesos acompañan. Muchos tambos se pueden visitar y los quesos se compran allí. Es un paseo revelador conocer el proceso de elaboración. Las marcas recomendadas: Quesería Fassler, La Abadía, Santa María, Los Holandeses y La Sagrada.

A menos de 20 minutos de la plaza de Los Toldos se levanta el Monasterio Benedictino Santa María, rodeado de un entorno natural de insospechada belleza. Fundado por los monjes de la Abadía de Einsiedeln (Suiza) en 1948, el monasterio fue elevado al rango de abadía en 1980. Los productos de la agricultura y la ganadería sustentan a los monjes. El monasterio es conocido por producir su propio queso “La Abadía” a partir de una receta transmitida por sus fundadores. Se hacen retiros espirituales. Sus misas son muy convocantes. Aquí vive el monje Mamerto Menapace, muy reconocido. Se lo compara con el Cura Brochero, por su manifiesta inclinación por los temas populares. Hombre de gran sabiduría y humildad. De todas partes llegan para poder hablar con él y conocerlo. Tiene además una prolífica carrera como escritor con más de 50 libros publicados y ha grabado más de 20 discos, incluyendo uno con Luis Landriscina y René Favaloro (estuvieron juntos en el Luna Park en 1997).

Haciendo base en Los Toldos se pueden conocer los bonitos pueblos del Distrito. Baigorrita es uno de ellos, allí además hay un interesante polo gastronómico que es visitado por sibaritas de toda la región. Dos comedores se destacan: San Severo y Te Comento. San Emilio es una pequeña comunidad, aquí existe aún una panadería con horno de leña atendida por Federico y Carolina. Frente a ella vive Amanda Atadía, siempre se la ve caminando por las calles del pueblo. Ella sabe todas las historias de San Emilio. También la pequeña y bella población esconde un secreto: Martín Bonamino tiene menos de 40 años y es uno de los pocos artesanos de cuchillería del país que los forja con acero de damasco. Es una técnica del medio oriente muy requerida en el mundo. Autodidacta, él mismo fabricó un horno que alcanza una temperatura de 1300 °C y allí se funden las capas de acero damasquino. Envía sus piezas a clientes de todo el mundo.

A media hora de Los Toldos se encuentra el paraje La Delfina. Menos de 50 habitantes lo sostienen del olvido. Allí está la pulpería Isla Soledad, un baluarte de tradición en medio de la polvareda. Raúl y María la atienden, un matrimonio muy querido. Aquí se puede comprar abasto y también recrear la campera ceremonia de tomar un aperitivo con una picada con productos locales. Si uno avisa con tiempo, se preparan comidas. Es un lugar importante. Aquí se hace y se siente la patria. Su interior conserva el encanto original. El mostrador, estanterías, típica pulpería bonaerense. Raúl fue marino, por eso, hay elementos navales que decoran el ambiente.

Evita nació en Los Toldos el 7 de mayo de 1919. Aquí se puede visitar el Complejo Casa Museo Eva Perón. En la casona ella pasó gran parte de su infancia. Es un lugar de peregrinaje para el mundo peronista. El museo tiene un guion impecable. En sus salas se pueden ver elementos de la intimidad de Eva, objetos originales y documentos personales. + info: Eva Perón 1025.

En el paraje San Francisco, a media hora de Los Toldos, existe uno de los museos más particulares de la provincia, Cosas del Siglo Pasado, museo de usos y costumbres, funciona en la que fue la vieja escuela del paraje. Hace tres décadas que Raúl Severini materializó su sueño: exhibir su colección de objetos que dan cuenta del paso del hombre en esta tierra. Son cientos de piezas. Sorprende la réplica de una pulpería con elementos originales. Hay que ir con tiempo. Raúl cuenta las historias de un modo especial, la visita al museo se completa con sus palabras, él es vecino del paraje, uno de los pocos habitantes que quedaron. Para nostálgicos. Muy recomendable ir con niños y jóvenes para que conozcan el mundo antes de la era digital. + info: Facebook: museousosycostumbres

Por ruta 65 entre Baigorrita y Zavalía se encuentra El Huerto Interior, un campo donde se practica la agricultura regenerativa con métodos ancestrales. Allí se producen y comercializan alimentos sin el uso de agroquímicos. Cereales, harinas integrales con molienda artesanal, panes, diferentes mixes que son tratados con absoluta sustentabilidad. Una isla de alimentos naturales en el mapa bonaerense. + info: Instagram: elhuertointerior / Facebook: elhuertointerior

Desconocida Buenos Aires. Escapadas soñadas

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