Читать книгу Desconocida Buenos Aires. Escapadas soñadas - Leandro Vesco - Страница 29
San Gervasio, la pulpería que ayudó a levantar una ciudad
ОглавлениеParaje Campodónico. Partido de Tapalqué
Se mantiene igual que su primer día, hace un siglo y medio. Categórica y emotiva, esencial y absolutamente argentina. El piso de tierra, las rejas originales, el techo a dos aguas con tejas asentadas en barro, las tejas traídas de Europa, el mostrador de estaño. Nobles elementos que la hacen un templo pesado, leal y confiable. Amable. Desde aquí se vendieron las herramientas y materiales para hacer las primeras casas de Tapalqué, a 24 kilómetros. Su importancia es central, el desarrollo de la región emanó de estas paredes. San Gervasio es una de las pulperías más importantes de nuestro mapa.
El origen se pierde en la noche de los tiempos. Se sabe que es posterior a 1830 y anterior a 1860. “Podemos creer que data de 1850, fijamos esa fecha”, afirma Pedro Toso, tercera generación de esta familia aquí. Su abuelo, de igual nombre que él, llegó de Génova en 1930 y, desde ese año, los Toso están al frente de esta historia que permanece de pie. No hay motivos para alarmarse, su nieto lleva con orgullo el título hereditario de pulpero. A partir de 1955 (cuando fallece don Pedro) y hasta el 2015, su padre Aníbal y su tío Edgar (murió aquel año), estuvieron detrás de las rejas de la pulpería. Los Toso fundaron una fama que se desparramó por las polvorientas huellas de tierra del campo. Pedro creció aquí y tomó el legado.
Estas eran tierras de la familia Campodónico. La pulpería se sabe que se fundó después de 1830 y se hizo una proveeduría para una gran estancia de la zona. Fue luego posta de carretas y, más tarde, almacén de ramos generales. Su diseño es fiel testigo de cómo eran las pulperías en los siglos pasados. Una casa larga, amplia, pero un salón de despacho muy pequeño, con un mostrador y rejas para prevenirse de los ataques y de la ira gaucha. “Hay algunas marcas de hachazos en las rejas”, afirma Pedro. Tierras baldías del mapa bonaerense, si la soledad actual es inmensa, la antigua debió hacer sido por lo menos brava.
La mayor parte del siglo XX la pulpería fue el centro de encuentro de una amplia pampa solitaria. “Recuerdo siempre mucha gente que circulaba. Se brindaba un servicio para todas las familias que vivían en el campo. Venían a hacer sus compras aquí porque en aquellos años no era común que se tuviera acceso a los comercios de la ciudad. Se iba muy poco y la pulpería era el centro de reunión. Acá venían los que vivían alejados de todo. En carro, sulkys y caballos llegaban para realizar compras para todo el mes. Era un lugar donde podías encontrar desde una aguja e hilo para coser hasta alimentos para animales”, rememora Pedro.
Los fines de semana se acercaba la peonada a distraerse. Era momento de empilcharse, sacar a relucir las facas y los brillos, el mejor apero, la bombacha y la bota. Truco y bochas eran los juegos elegidos. Lo infaltable: lo folclórico, el vermut, la cerveza fresca y alguna copa de vino. “Se quedaban hasta altas horas de la noche”, recuerda Pedro. Tiempos de gloria, épocas felices. Hasta el sol brillaba mejor.
De todo aquello, a partir de 2015, Pedro logró rescatar lo mejor. Queda el espíritu de estar en un lugar donde la gente acude a hablar, disfrutar una copa o comprar lo necesario para vivir. El alma de esa alegría y la despreocupación de vivir sin apuros se sienten en las paredes y se cuelan por las rejas. Es un lugar verdaderamente feliz. Sorprende, de entrada, el grado de meticulosidad con la que se presenta la naturaleza. El césped está siempre bien mantenido. El color de las paredes, que solo se puede lograr por el paso de los años, es otro fundamento que tenemos para explicar por qué la pulpería es especial. El piso de tierra quizás sea un recuerdo familiar para todos. 1840, 1900, 1980, 2030: el tiempo no pasará, la pulpería es imbatible.
El paraje Campodónico incluye un establecimiento educativo que está a cargo de los salesianos. Pulpería y escuela, unidas. Ambos educan y los dos son centros de desarrollo cultural y social. Viven 20 habitantes en este pedazo de tierra que atrae la tranquilidad. El horizonte pampeano se muestra puro. El siglo XXI no ha llegado, por suerte, a este solar.
“La alegría de estar, la tranquilidad de poder seguir manteniendo el lugar y la historia. Ha estado en mi familia desde hace tantos años. Tener el lugar abierto da tranquilidad”, sostiene Pedro y nacen los sentimientos que le produce trabajar detrás del mostrador que conoció tres siglos. En estos días, este lugar mítico atrae a motoqueros, ciclistas y aventureros de los caminos rurales. Para los pocos habitantes del paraje es el centro del mundo. Un mundo calmo, silente y criollo. Lo vital aquí es llegar sin la necesidad de volver a ese otro mundo ruidoso que dejamos atrás. En San Gervasio el ritmo es lento, nada nos apura. La máquina del tiempo aparece sola. + info: se puede acceder a la pulpería por la ruta provincial 50 (de tierra), ya sea desde Tapalqué por la ruta 51 o por Cacharí, por ruta 3. En ambos casos son 25 kilómetros de tierra. Los días lluviosos se aconseja consultar para conocer el estado del camino que se informa por las redes sociales de la pulpería. Facebook: pulpería san gervasio / Instagram: pulperiasangervasio
La pulpería vende aquellos artículos de almacén imprescindibles para la vida rural, pero es recomendable aceptar la tentación y pedir la picada completa que ofrecen. Es sencillamente sublime: diferentes clases de quesos, salames y chorizos secos, jamón crudo, bondiola y la clásica galleta de campo. Fiambres de la zona, productos de alta calidad. Alta en cielo, la tabla concentra la atención. Para completar, solo basta dirigir la mirada a la esquina del mostrador donde están las botellas de los clásicos aperitivos.
El naturalista estuvo en Tapalqué y, cuando llegó al arroyo homónimo, halló muchos fósiles de gliptodontes (mamíferos acorazados extintos). Estos hallazgos dieron fundamento para escribir su obra máxima sobre la evolución de las especies. También en su libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo cita la avanzada de los malones sobre los fortines de la zona.
Tapalqué es una ciudad cabecera con espíritu de pueblo. Muy pintoresca. Vale la pena visitarla. Es uno de esos lugares en los que se puede pensar en un cambio de vida. El Balneario Municipal es precioso. Muchos árboles en ambas orillas del arroyo que dan abundante sombra y son ideales para proyectar comidas al aire libre y paseos. Muy familiar. Aquí también hay un camping. Tapalqué tiene oferta de hoteles y restaurantes.