Читать книгу Desconocida Buenos Aires. Escapadas soñadas - Leandro Vesco - Страница 26
La lechuza,
un boliche de campo de culto
ОглавлениеZona rural de Navarro
“En estos boliches era muy común y tradicional que en los juegos de naipes y bochas se realizaran apuestas por dinero. Pero a mi viejo, Héctor, eso no le gustaba porque entendía que traía problemas. Por lo tanto, nunca lo permitió. Sí que se apostara por la copa o la comida que preparaba mi mamá. Así nace la historia de las comidas en La Lechuza y de ahí las empanadas, los ravioles, los flanes, el pollo al horno. Así empezaron las cenas y almuerzos en tablones e improvisadas mesas con cajones de cerveza y demás. Se cobraba ‘por cabeza’ y hoy también”, de esta manera cuenta Oscar Rivas el principio de unos de los comedores de campo más reconocidos.
La Lechuza está a 8 kilómetros de Navarro. Las casas y la ciudad quedan atrás. La tranquilidad se siente y el centenario boliche atrae con luz propia. No en vano es un lugar que marca un antes y un después en la experiencia de comer en un entorno rural. Impone respeto su historia y la legión de fieles seguidores que los fines de semana recorren, en algunos casos, cientos de kilómetros para saborear la especialidad de la casa: el pollo al horno de barro. Las cosas como son: hay que llegar con tiempo y saber reconocer que asistiremos a un guion gastronómico importante. Es necesario abrir los sentidos y asimilar las emociones. Los aromas y los platos de La Lechuza, la amable atención de los Rivas, toda la familia involucrada y con verdadero compromiso con el trabajo auspician el camino a la felicidad.
“Sencillez, naturalidad, cordialidad y esfuerzo en hacer las cosas lo mejor que sabemos. Los domingos nos encontramos las 3 generaciones de Rivas en La Lechuza: Chola, mi esposa Eli y yo. Eli, desde hace 30 años, es la encargada de la cocina junto con alguno de mis tres hijos: Ornella, Franco y Gonzalo. Este es un factor por el que viene tanta gente. Y otro puede ser el hecho de que estamos haciendo lo que nos gusta y quizás se note”, explica Oscar.
“El boliche data de hace más de 100 años. Era el comercio intermedio entre pulpería y almacén de ramos generales, es decir, tenía algo de los dos. Una edificación muy pequeña en una de las tradicionales esquinas de campo, donde el vecindario adquiría las provisiones necesarias para la casa y donde se distraía en los momentos libres de los trabajos del campo, con los divertimentos de la época: naipes, bochas, carreras cuadreras y hasta desafíos de carreras ‘de a pie’ y, por supuesto, las infaltables rondas de copas. Cada boliche le daba nombre a la zona y tenía la impronta de su propietario”, cuenta Oscar.
“En el año 1967 mis padres, Héctor y Chola, al quedarse sin trabajo en la zona (venían de la industria láctea), recalan en La Lechuza para intentar suerte con el boliche”, afirma. Ese año nace la leyenda. El sinónimo de Navarro pasó a ser este viejo boliche de campo. Es una verdadera rosa de los vientos que irradia tradición y sabores criollos. Una de las claves: mantener las recetas y los puntos de cocción. Solo se usan productos de calidad. No hay errores cuando toda la familia interviene en el trabajo.
“No se trató de una gran visión comercial ni de marketing. Fue hacer lo que los clientes pedían. El boca a boca, nuestra propaganda. Hay que pensar que hablamos de hace 50 años. No había redes ni internet, solo el comentario de que se come bien, te atienden con sencillez, en un ambiente naturalmente cordial y agradable. En cuanto a por qué se ha hecho tan conocido, para nosotros también es un poco misterioso. Solo hemos continuado con lo hecho por mis padres y los mismos criterios”, reflexiona.
Por qué un lugar es elegido durante décadas para comer. Qué delicado y sensible misterio opera para que el hechizo permanezca. Oscar, quien está detrás del mostrador, delinea algunas explicaciones. “El entorno es de absoluta ruralidad, un lugar donde lo único que se ve es campo. De hecho, estamos a 4 kilómetros de camino de tierra desde la ruta 41, por lo que lo denominaría un restaurante de campo realmente en el campo. Y más que un restaurante es una casa de familia y de amigos donde se puede pasar un día al aire libre, disfrutando comida casera, con un menú de hace 50 años”, sostiene.
“Estar al frente de La Lechuza tiene el significado de trabajar en lo que nos gusta, hacerlo en familia, atendiendo gente que viene a pasar un momento de paz, tranquilidad y divertirse. Es seguir una tradición de 53 años de trabajo, de mis viejos primero y nuestra después. Tenemos muchísimas dificultades, a veces, por muchas complicaciones climáticas, problemas para transitar el camino por lluvias y demás. Pero nada mella la alegría de recibir amigos cosechados en tantos años de servicio y buena onda”, resume Oscar.
En tiempos de redes sociales, aquí continúan funcionando las claves de antes: el apretón de manos, el saludo, la magia de las ollas, la mirada y el placer de comer en un lugar donde se rinde culto a la libertad de los placeres argentinos. “Nosotros ofrecemos un día de campo con posibilidad de permanencia de 7 u 8 horas”, el programa es serio. El regreso a los días felices comienza en La Lechuza. + info: Facebook: La Lechuza de Navarro / Teléfonos: 0222715462697 – 0222715411397 / E-mail: lalechuzadenavarro@hotmail.com
El menú es el típico de los comedores de campo. Se mantiene inalterable, con las mismas recetas de hace medio siglo. El guion de la reconquista de la felicidad se plantea en estos actos:
11:00 h. Recepción (aperitivos, gaseosas, vinos y vermut libres, quesos saborizados, dips, escabeches, paté casero, galletas de campo, etc.).
13:00 h. Almuerzo (empanadas, pollo al horno de barro, ravioles caseros, flan casero con dulce de leche) tenedor y canilla libre.
15:00 h. Merienda (café, mate cocido, pasteles o buñuelos).
Show en vivo con la posibilidad de escuchar, participar, bailar. “Hay canchita de futbol, bochas, tejo, algunos juegos y mucho espacio”, asegura Rivas.