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Acerca del autor

Lenin Guardia Basso (Santiago, 1946). Su historia relacionada con la política comienza en 1954, a sus ocho años, cuando en Guatemala le dan un golpe de Estado al presidente Jacobo Árbenz, y su madre, activa dirigente del Partido Comunista de Chile (PCCh), recibe a siete exiliados en casa. Algo nada fácil si se considera que ambos padres eran profesores normalistas. Fue un prematuro encuentro con la Guerra Fría y también con la solidaridad internacionalista que lo acompañaría por muchos años. A los trece años recibía en su cuello, con orgullo, el pañuelo de pionero de las Juventudes Comunistas entregado por Luis Corvalan Lepe, secretario general del PCCh.

En 1964 Salvador Allende perdía holgadamente la elección presidencial contra Eduardo Frei Montalva. Al igual que muchos militantes de izquierda, Lenin Guardia coloca sus ojos en Cuba y opta por el camino de la Revolución. Nace el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), principalmente en la Universidad de Concepción, con una dirigencia brillante y carismática como eran los casos de Miguel Enríquez y Luciano Cruz. Mientras realizaba sus estudios en la Facultad de Filosofía y Educación, ingresa al MIR y trabaja en las estructuras de informaciones que dirige Edgardo Enríquez, para el autor “un hombre extraordinario en todo sentido”. Con una evidente nostalgia, reconoce que ahí le tocó conocer a parte de una generación incomparable, de infinita calidad humana, con una mística, convicción y consecuencia revolucionaria hasta la muerte.

Para las presidenciales de 1970, Darío, el hermano mayor, le pide que ingrese al Partido Socialista (PS) pues van a necesitar militantes que tengan experiencia en trabajos de inteligencia para el Gobierno de la Unidad Popular. Es así como pasa a integrar el aparato de inteligencia del PS ocupando cargos en el Ministerio de Agricultura (Indap), Minería (Codelco) y Economía (Subsecretaría), todos ellos conectados con el Ministerio del Interior. Aquí lo sorprende el golpe cívico-militar de 1973. A mediados de octubre es detenido y casi veinte días después, su padrino, el teniente general Herman Brady, logra su libertad con la condición de que deje el país en cuarenta y ocho horas.

Su exilio se inicia en Buenos Aires, lugar donde días después es contactado por la Embajada de Cuba. Le aconsejan irse a la Isla por la posibilidad cierta de que la represión llegara hasta Argentina. La Embajada lo envía a Lima vía la Paz para no correr riesgos de pasar por Santiago. Luego de un año y algunos meses en La Habana, se va a París donde obtiene el estatus de refugiado político. Es autorizado a regresar a Chile en 1983, por lo que se radica definitivamente en el país a inicios de 1985. Parafraseando a Vargas Llosa, diríamos que ha tenido una vida llena de política y una política llena de vida.

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