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¿Cómo se gasta el autocontrol?

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Esta energía se gasta con cada situación que requiera una gestión emocional. A mí me gusta llamar a estas «estúpidos diarios», ya que es algo muy gráfico. Por ejemplo, sí estoy conduciendo y un estúpido se salta un semáforo poniéndome en una situación apurada, el mero hecho de no gritarle o agredirle hace que pierda un punto de autocontrol; he necesitado cierta energía para controlar mis impulsos: «¡Menuda faena! ¡Al salir de casa tenía seis puntos y ahora solo me quedan cinco!». Cuando llego al trabajo, alguien ha ocupado mi plaza de garaje o me ha dejado un sitio insuficiente para aparcar y tengo que perder diez minutos buscando una nueva: ahí pierdo otro puntito. Si no funciona el ordenador pierdo otro y si un cliente me grita pierdo otro más; si se cae café encima del teléfono, no me han mandado ese correo tan urgente o me obligan a hacer un trabajo que yo creo que no me corresponde, acabo por perder todos mis puntos y termino la mañana con mi batería de autocontrol vacía. Cada problema que surge en nuestro día a día requiere una energía extra, ya sea para controlar mis emociones, planificar nuevas estrategia o enfrentarnos a personas o situaciones que no deseamos, etc.

Responde a la pregunta antes de continuar: ¿qué problemas o situaciones te suelen quitar más energía durante el día?

También gastamos esta energía cuando nos preparamos para abordar un problema: esta anticipación es la causa de percibir que tenemos más autocontrol durante las vacaciones que en los días laborales. Al despertarnos, si hemos dormido bien, todos disponemos de una carga completa de autocontrol, es decir, con diez puntos. En nuestro día a día hemos de enfrentarnos a ciertos problemas y nuestra mente reserva, al despertarse, la energía necesaria para solucionarlos; durante las vacaciones, en cambio, no tenemos muchas cosas de qué preocuparnos y nuestra mente no necesita reservarla, de forma que nos sentimos con más autocontrol. Por ejemplo, yo hoy me despierto, como todos los días, con diez puntos de autocontrol; como tengo una reunión importante en el trabajo, me reservo dos puntos, de forma que, aún sin haberlos gastado, yo ya sé que solo me quedan ocho. Si, además, mi hijo tiene un problema en el colegio, reservo otros dos puntos para ese tema y, si me siento culpable porque hace un mes que no llamo a mi padre, reservo otro para no percibir esta culpa durante el día. En total, he perdido o reservado nada más despertarme cinco puntos, por lo que solo me quedan otros cinco para abordar el resto del día. Normalmente durante las vacaciones no tenemos tantos problemas inmediatos que solucionar y, por tanto, nuestra percepción del autocontrol es distinta.

Responde a la pregunta antes de continuar: ¿en qué pierdes tu autocontrol nada más despertarte?

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