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Introducción
ОглавлениеDivino creador, padre, madre, hijo, todos en uno…
Si yo, mi familia, mis parientes y antepasados te ofendieron a ti, a tu familia, parientes y antepasados en pensamientos, palabras, hechos y acciones desde el inicio de nuestra creación hasta el presente, nosotros pedimos tu perdón.
Deja que eso se limpie, purifique, corta las memorias, bloqueos y transmuta estas energías oscuras en pura luz
Y está hecho.
Morrnah Nalamaku Simeona
Las verdades no necesitan presentarse de un modo complejo para ser tales. Tampoco la simplicidad es sinónimo de verdad o profundidad. Pero lo que conlleva la verdad siempre, para serlo, es liberación. Estar en contacto con la verdad nos hace libres. Del mismo modo, ser libres es estar en la verdad. Pero, ¿de qué libertad hablamos? ¿A qué verdad nos referimos?
En todo caso, a la del Alma.
Los seres humanos somos libres para todo, menos para no seguir el dictado de nuestra alma. En el regazo del alma encontramos la unidad, el amor y la libertad. Pero, cuando vivimos a la intemperie del alma no somos, en esencia, libres, sino esclavos de la separatividad y el desamor.
El alma se realiza en la unidad y el amor. Su meta no es el afán de perfección o de poder, sino abrirse a los procesos de la vida para aprender.
Pero, ¿cómo abrir las puertas del Yo a la luz del alma? ¿Cómo lograr que el yo se alinee con los deseos del alma? Hay muchos senderos, y aquí deseo compartir uno de ellos: el ho’oponopono.
Elijo la palabra compartir porque se trata de eso: entretejer, caminar juntos, comprender que todos somos transeúntes y que todos estamos ligados, unos con los otros. Que no existe otra posibilidad para avanzar, crecer, sanar y evolucionar que abrirnos a la experiencia sagrada de ser hermanos, prójimos, de reconocer que estamos unidos, que la unidad es la naturaleza de la vida.
Nuestras almas están vinculadas, nuestros Yo nos separan. Las memorias del poder, el miedo, la codicia, la avaricia, el rencor, la envidia del Yo, nos impide acercarnos, unos a otros, desde la perspectiva amorosa del alma. ¿Cómo borrar esas memorias, creencias y emociones que nos distancian hasta transformarnos en extranjeros y adversarios?
De nuevo, mi respuesta está en el ho’oponopono.
Este libro se aleja un poco de lo ya escrito sobre el tema. Lo plasmé mirando el océano, tal vez en sincronía con el hecho de que este ritual ancestral sanador de las memorias que nos hacen sufrir nace de la profundidad de las culturas oceánicas.
En el Tarot hay un arcano que representa el mundo de creencias y memorias en las cuales quedamos encerrados: la Torre.
En algunas representaciones de esta carta aparece Poseidón, el dios del mar y los océanos, como aquel que derrumba la construcción de la torre de nuestras máscaras, como un símbolo de que el agua representa la posibilidad de un nuevo comienzo. El agua, la fuerza que limpia y borra, como en el Diluvio y en el Bautismo, las memorias que nos atan al ayer de nuestras vidas para ofrecernos un nuevo y renovado comienzo, una iniciación, no por el fuego sino por el agua.
Muchas de las ideas filosóficas que sostienen la visión del ho’oponopono pueden encontrarse en otras concepciones, pero su originalidad consiste en el arte de practicarlo. Su condición de arte nos libera de reducirlo a una técnica, y coloca su ejercicio no ya en el automatismo de una reiteración sin conciencia, sino en un acto pleno de intención creativa.
Entre otras virtudes, el ho’oponopono fomenta el agradecimiento, y si bien lo hace de un modo que nos conduce a practicar esta virtud de manera impersonal, en este caso deseo encarnar mis gracias en la figura de mi maestro Raúl E. Pérez, quien acercó el don del ho’oponopono a mi vida.
Lo siento, perdóname, gracias, te amo.
Lili Bosnic
México, diciembre de 2011
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