Читать книгу Séneca - Obras Selectas - Lucio Anneo Séneca - Страница 16

Capítulo XII

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¿Quieres, finalmente, saber lo poco que viven? Pues mira lo mucho que desean vivir. Mendigan los viejos decrépitos, a fuerza de votos, el aumento de algunos pocos años. Fíngense de menos edad, y lisonjéanse con la mentira; engáñanse con tanto gusto como si juntamente engañaran a los hados. Pero cuando algún accidente les advierte la mortalidad, mueren como atemorizados, no como los que salen de la vida, sino como excluidos de ella. Dicen a voces que fueron ignorantes en no haber vivido, y que si escapan de aquella enfermedad, han de vivir en descanso; conocen entonces cuán en vano adquirieron los bienes que no han de gozar, y cuán perdido fue todo afán. Pero ¿qué cosa estorba que la vida de los que la pasan apartados de negocios no sea larga? Ninguna parte de ella se emplea en diferente fin, nada se desperdicia, nada se da a la fortuna, nada con negligencia se pierde, nada se disminuye con dádivas, nada hay infructuoso; y para decirlo en una palabra, toda ella está dando réditos, y así, por pequeña que sea, es suficiente. De que se seguirá que cada y cuando que al varón sabio se llegare el último día, no se detendrá en ir a la muerte con paso deliberado. ¿Preguntarásme, por ventura, a qué personas llamo ocupadas? No pienses que hablo sólo de aquellos que para que desocupen los tribunales es necesario soltar los perros, y que tienen por honrosos los encontrones que les dan los que los siguen, y por afrentosos los que reciben de los que no les acompañan, ni aquellos a quienes sus oficios los sacan de sus casas para chocar con las puertas ajenas, ni aquellos a quienes enriquece la vara del juez con infames ganancias, que tal vez crían postema. El ocio de algunos está ocupado en su aldea o en su cama; pero en medio de la soledad, aunque se apartaron de los demás, ellos mismos se son molestos; y así de éstos no hemos de decir que tienen vida descansada, sino ocupación ociosa.

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