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Problemas comunes

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Por la mencionada época, los problemas comunes a humanos y animales y la preocupación por la inocuidad de los alimentos eran evidentes. Estos hechos se materializaron durante el siglo XVII, cuando se aceptaba que la salud de los animales planteaba problemas a la salud de los humanos y del ambiente; en Alemania, Ludwig von Seckendorff formuló un programa sanitario gubernamental entre cuyas disposiciones se incluían la inspección de alimentos y medidas para proteger a la población de las enfermedades contagiosas.

La preocupación por la SP y la inocuidad de los alimentos de origen animal era evidente. Entre 1779 y 1817, el alemán Johan Peter Frank publicó una serie de obras sobre salud pública; las enfermedades animales y el consumo de carne fueron algunos de los temas incluidos. En 1848 se establecieron los Consejos de Sanidad para cada municipio y se contrataron los primeros veterinarios, por periodos de cuatro años.

De acuerdo con Schwabe (1968), la aparición de las escuelas independientes y el descubrimiento de los microorganismos patógenos comunes, permitieron relacionar aún más la salud humana y la de los animales, tal y como ocurrió con los estudios de Edward Jenner (1796) y John Hunter (1767). interesado en la veterinaria, el médico inglés Jenner perteneció a una generación de profesionales de la salud de la escuela de John Hunter, médico, naturalista y estudioso de la medicina experimental y la anatomía comparada, también profesor del Real Colegio de Veterinarios de Londres. Jenner vivió en la casa de Hunter por algunos años y allí creció su interés por la relación entre la salud de los animales y la de los humanos. Con el apoyo de los estudiantes de la Escuela de Veterinaria, consiguió las muestras de viruela vacuna, para preparar el inóculo que aplicó exitosamente en la prevención de la viruela de los humanos.

En efecto, Jenner pensó en sustituir la variolización (incisión en la piel del individuo para colocarle el polvo de las costras de viruela humana), por la inoculación de la linfa de alguien que hubiese sufrido en forma espontánea la viruela vacuna. De acuerdo con esa idea, el 14 de mayo de 1976, inoculó al niño James Phipps linfa tomada de una pústula de viruela vacuna de la mano de una mujer dedicada al ordeño. Como el muchacho no presentó ninguna reacción, Jenner concluyó que la viruela vacuna se transmitía de humano a humano y que la vacuna producía inmunidad contra la viruela (Salamanca, 2004).

En los años siguientes, Jenner experimentó su nuevo método que denominó vacunación por variolae vaccínae o viruela vacuna. El trabajo en que expuso sus experiencias fue rechazado por la Royal Society pero en 1798, Jenner publicó por cuenta propia dicho trabajo en el ensayo titulado An Inquiry into the Causes and Effects of the variolae vaccínae. Esta vacuna antivariólica fue acogida al principio de manera muy fría, de forma que su aplicación no comenzó en Inglaterra sino hasta 1801 (Zúñiga, 2004).

Con tal descubrimiento nació la vacuna, denominada así por Pasteur como un reconocimiento a Jenner, por tener su origen en la enfermedad de los vacunos (viruela de las vacas). En homenaje al médico inglés se legó a la humanidad un término con el que se conocen los biológicos preparados hasta nuestros días, para la prevención de las enfermedades en humanos o en animales (Salamanca, 2004).

Los resultados de Jenner no fueron aceptados con entusiasmo por la comunidad médica; después de su muerte, el método ganó aceptación y se iniciaron programas de vacunación masiva en Europa, posteriormente en Norte y Suramérica. Para llevar la vacuna de España a sus colonias, en 1803, se seleccionaron veintidós niños huérfanos que fueron infectados con el virus de la viruela vacuna, de uno en uno en cadena. Ante la ausencia de métodos para cultivar el virus, los niños se convirtieron en los vehículos humanos o “conejillos de indias" para el transporte y la replicación del agente de la vacuna (Zúñiga, 2004). Jenner también investigó otras enfermedades animales como el moquillo canino, la hidatidosis, las dolencias de la pezuña y la higiene bovina.

Otro alumno de John Hunter fue William Moorcraft, quien como médico aceptó conformar un equipo para afrontar una epizootia en Liverpool. Allí descubrió su vocación por la veterinaria, y ante la oposición de sus colegas, consultó a su maestro Hunter, quien le manifestó: “Si no fuera por mi avanzada edad, mañana mismo comenzaría a estudiar veterinaria", razón por la cual, Moorcraft viajó a Lyon como estudiante de veterinaria.

También en Alemania había interés por las enfermedades animales. Robert Koch (1843-1910) demostró que el bacilo del ántrax, descrito por el médico Davaine, era la causa de la fiebre carbonosa o ántrax. Frederik Brouell, veterinario y catedrático en Dorpat, fue el primero en observar el bacilo en un ser humano (empleado del crematorio de animales). Antes de los trabajos de Koch, Brauell logró transmitir la enfermedad del humano a la oveja y de equino a equino, mediante la inoculación de sangre; también describió la aglutinación de los eritrocitos.

En Francia, Pasteur realizó aportes maravillosos para la medicina y la veterinaria. Sus investigaciones sobre la fermentación de los vinos y la mortalidad de los gusanos de seda lo llevaron a plantear ingeniosos experimentos y a probar estrategias transdisciplinares (participación de los productores en la intervención preventiva) que después de algunos fracasos, le permitieron hallar las causas de enfermedades animales como el ántrax y la forma de prevenirlas. Como químico, Pasteur probablemente no estaba familiarizado con los aspectos médicos ni veterinarios, así que vinculó como asistentes de investigación a tres jóvenes médicos: Jouvert, Roux y Chamberland. Los tres veneraban a Pasteur y disfrutaban de sus conferencias y lo entusiasmaron e interesaron en los conceptos sobre la anatomía comparada y los animales de laboratorio (De Kruif, 1954).

Pasteur elaboró la vacuna contra el ántrax; antes había atenuado el germen del cólera de las aves descubierto por los veterinarios Peroncito y Toussaint, y posteriormente logró perfeccionar una vacuna contra la rabia. De acuerdo con De Kruif (1954), la obra de Pasteur cumplió con varias metas: sentó la base de la bacteriología patogénica, impactó positivamente la medicina veterinaria y la economía agrícola, y demostró que los resultados obtenidos mediante la investigación interdisciplinar y transdisciplinar, en el estudio de las enfermedades de los animales, podía ser de valor no solo para la medicina y la veterinaria, sino también para el bienestar de la comunidad.

Pasteur afrontó dificultades, incomprensiones y celos académicos y gremiales. No obstante, en reconocimiento a sus aportes al conocimiento, recibió muchos honores tanto de la medicina como de la veterinaria. Entre los más altos, se cuenta su elección en 1891, como Miembro Honorario del Real Colegio de Cirujanos Veterinarios de Londres y el otorgamiento, en 1892, de la medalla de oro en La Sorbona, de mano del presidente de la república francesa, Émile Loubet, y con presencia de Lister, quien lo felicitó en el momento de la entrega.

Robert Koch también estuvo relacionado con la veterinaria. Diez años después de graduarse como médico escribió la conocida carta a Ferdinand Cohn (1876), en la que describe el aislamiento del agente del ántrax. Posteriormente, en 1880, trabajó con los gérmenes de las heridas de los animales y en 1882 descubrió el bacilo de la tuberculosis. En su estudio, incluyó bovinos, ovinos, cerdos, cabras, aves y monos, concluyendo que los gérmenes de la tuberculosis de los humanos eran idénticos a los de los animales y, por consiguiente, transmisibles, afirmación que negó diecinueve años más tarde, cuando postuló que la tuberculosis bovina no constituía un peligro para el humano, lo cual fue refutado luego por el veterinario Daniel Sallmon (Schwabe, 1968).

Después de Pasteur, muchos médicos se interesaron en la salud animal y en las investigaciones conjuntas con los veterinarios, llegando a constituir un terreno frecuente, fértil y útil. Es el caso de Loeffler y Frosh (asistente de Koch) y sus estudios en la identificación de un agente filtrable: el virus de la fiebre aftosa; de Nocard y Roux que aislaron el germen de la pleuroneumonía contagiosa bovina; de Ellerman y Bang que demostraron la existencia de un virus en el cáncer, al descubrir que un agente filtrable era la causa de la leucosis de las aves; de Sallmon y Smith que fueron los precursores de la epidemiología experimental, el aislamiento de la salmonella, la lucha contra la fiebre de Texas y la obtención de la vacuna contra el cólera porcino, con lo cual contribuyeron con la vacuna contra el tifus y la poliomielitis y de Calmette y Guerin, que elaboraron la vacuna contra la tuberculosis, estudiando muchas cepas, inoculándolas en terneros, intentando la atenuación de estas por pases sucesivos en medios de cultivo, hasta encontrar una cepa de baja patogenicidad, con la que elaboraron la vacuna para los humanos en el Instituto Pasteur (Schwabe, 1968).

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