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¿Por qué debemos proteger el ciberespacio?

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Lo que sigue no deja de ser una verdad de Perogrullo, ya que se hace evidente que los mismos riesgos que afectan al medioambiente real, físico, con el que convivimos, afectan a los cibernautas en su relación con el ciberespacio. Solo que parecemos no darnos cuenta de nuestro rol de cibernautas. Cibernauta no es solo el concentrado fanático de Internet, que pasa catorce horas diarias frente a la computadora, cuya vida es más virtual que real, también lo es nuestro hijo de cinco años que interactúa con la computadora y se reúne con otros amiguitos a disfrutar de esa amistad que la red le facilita, que acorta distancia y que permite acceder al conocimiento.

Esa misma red está cargada de basura informática peligrosa: películas pornográficas disponibles y sin propietario asociado, propagandas de elementos de todo tipo, desde armas hasta juguetes sexuales, en resumen todo lo que la sociedad real ofrece, pero que restringe a los menores. No nos estamos refiriendo a la pornografía infantil en particular, orientada precisamente a los fines de su difusión o a capturar menores con fines delictivos. En ese caso, se trata de un delito y debe ser analizado por las autoridades correspondientes (esa auténtica policía ciberespacial que lo recorre y diariamente da noticias de la detección, procesamiento y apresamiento de redes de pedofilia), pero restan aquellos casos en que el dueño de la información ha desaparecido, por cualquier razón dolosa, culposa o accidental que fuere, y la información permanece en la red, disponible para cualquiera que intencional o accidentalmente la encuentre y la acceda (sin importar la edad, ni la intención real de quien lo hace).

Como decíamos, existe una auténtica policía del ciberespacio, donde cada día irrumpen más policías reales (28) y miembros del Poder Judicial (no me interesa entrar en una discusión sobre la pertinencia de esta irrupción y si va a favor o en contra de los principios filosóficos de Internet), que la regula desde la lisa y llana prohibición (en países como China), hasta la revisión y monitoreo con fines particulares (EE.UU. y su control de mensajes de correo electrónico en búsqueda de palabras clave: “bomba”, “terrorismo”, etc.). Pero no existe ningún servicio de detección y recolección de basura lógica digital, con lo cual los efectos de la interacción ilegítima e ilegal en la red quedan preservados indefinidamente y al alcance de cualquier cibernauta que los encuentre en su camino.

Manual de informática forense II

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