Читать книгу Nacimiento - Luis Mari De Juan - Страница 6
ОглавлениеAÑO 2
Año 132-08-06 de la nueva era
Año 2977 del calendario gregoriano
EN
Es el segundo aniversario, Bono está hablando con sus abuelos paternos mientras Erik y Samia están preparando la comida. Suena el timbre de la entrada exterior.
Samia — Será algún paquete.
Erik — Me temo otra cosa, voy.
La sospecha de Erik se cumple.
Transportista — Buenos días, ¿casa de Samia, Erik y el niño Bono?
Erik — Sí.
Transportista — Necesitarán un garaje para guardar todo esto.
Es un contenedor de 5 m3 y lo están bajando del vehículo.
Transportista — Tenemos más en el almacén.
Erik — ¿De dónde viene?
Transportista — De todo el mundo.
Erik — Déjelo en el garaje, por favor.
Transportista — Perdone mi atrevimiento, ¿podría regalarle algo a su hijo?
Erik — ¿Por qué? ¿Qué piensa que es mi hijo?
Transportista — Creo en él, nada más.
Erik — No quiero que mi hijo se convierta en una atracción, póngase en mi lugar.
Transportista — Le entiendo. Perdóneme, no volverá a ocurrir.
Bono llega corriendo antes de que el transportista se aleje.
Bono — Aita, he hablado con los aitonas…
Erik se queda cortado, el transportista se da la vuelta y sonríe al niño. Erik observa la buena fe del hombre y le llama.
Erik — Venga, por favor. Este es mi hijo Bono.
Bono — Se llama Ghedi y tiene una niña de mi edad.
Ghedi — Así es, se llama Saida. Me gustaría regalarte algo.
Ghedi abre la mano y le ofrece un pequeño fósil.
Bono — Gracias, ¡es precioso!
Ghedi — Es un caracol, lo cogí en la sierra. Tuve mucha suerte.
Bono — Espéreme, por favor.
Bono entra corriendo en casa y sale con una pequeña caja.
Bono — A Saida de mi parte.
Ghedi — Gracias, le harás muy feliz y a mí también.
El hombre antes de marcharse se despide con un gesto de gratitud y corre feliz hacia la nave de transporte.
Erik — Hay muchas personas que te aprecian.
Bono — Tendré que dar las gracias a todos.
El día está pasando muy rápido para el niño. La familia está dando los últimos toques a la cena cuando suena el timbre. El niño sale corriendo para abrir la puerta. Es Abdelaziz. Bono le coge de la mano para llevarlo a la cocina.
Abdelaziz — Buenas noches.
Samia — Buenas noches.
Erik — Creo que Bo te ha preparado una sorpresa.
Bono le vuelve a coger de la mano y lo sienta en el centro de la sala.
Bono — Cierra los ojos.
Abdelaziz — Estoy intrigado.
Bono — Elige una pieza de piano, la que más te guste.
Abdelaziz — Melodía de amor de Hans Engelman.
Bono — No habrás los ojos hasta que yo te lo diga.
Abdelaziz — Te lo prometo.
La música fluye con naturalidad y frescura de los dedos del niño, los ojos de Abdelaziz se relajan disfrutando de la música sin pensar en otra cosa, al igual que el niño.
Abdelaziz — No reconozco al pianista, es nuevo para mí.
Erik y Samia desde una esquina de la sala observan el empeño que pone el niño. Aunque no son expertos como Abdelaziz, suena maravillosamente y para ellos es suficiente. Al finalizar la partitura.
Bono — Puedes abrir los ojos.
Cuando ve al niño sentado junto al piano holográfico.
Bono — Es mi regalo.
Abdelaziz — Debería ser al revés, si no me equivoco dura unos segundos más que la versión más aceptada por la crítica. Me gusta, estoy abrumado y orgulloso de ti. Gracias por estos minutos.
Bono corre a abrazarlo mientras mira a sus padres.
Erik — Id a dar un paseo, en 15 minutos os llamaremos para cenar.
Abdelaziz — Siento no haber traído nada.
Samia — Con tu presencia nos es suficiente.
Bono le coge de la mano y lo lleva rápidamente al exterior, coge una pelota y se la da.
Bono — Lánzala hacia el cielo con todas tus fuerzas.
Abdelaziz — Tengo mucha fuerza, la echaré hasta la luna.
Bono — ¡Sí, hasta la luna, hasta la luna!
Al lanzarla, la pelota desaparece al igual que las estrellas y la luna menguante situada en el cenit. Todo se vuelve oscuro, una silueta blanca flota en mitad del cielo oscurecido misteriosamente.
Bono — Son mis amigas.
Abdelaziz — ¿Qué quieren?
Bono — Al igual que tú, me enseñan muchas cosas.
Abdelaziz no puede aguantar la energía que se ha generado, se aleja como puede hacia la casa y entra tambaleándose.
Samia — ¿Qué te pasa? ¿Dónde está el niño?
Abdelaziz — No lo sé, alguien se lo ha llevado.
Erik y Samia salen corriendo, pero lo único que ven es la oscuridad absoluta. Abdelaziz sale como puede tras ellos.
Abdelaziz — Es un campo de energía desconocido para mí.
Erik — ¿Dónde está nuestro hijo?
Abdelaziz — Presiento que no corre peligro, creo que no es la primera vez.
Samia — Nunca nos ha comentado nada.
Abdelaziz — Lo siento, no tengo respuesta.
Los tres se miran incrédulos, Samia no puede contener su angustia y corre desesperada sin dejar de gritar.
Samia — ¡Devolvedme a mi hijo, devolvedme a mi hijo!
Erik corre tras ella, cuando la alcanza la abraza y la oscuridad total poco a poco vuelve a dar paso al cielo estrellado. Bono aparece andando con la pelota en la mano, su madre va en su busca y lo abraza con fuerza.
Bono — Ama, me haces daño.
Samia — Lo siento hijo mío.
Samia lo coge en brazos y lo lleva rápidamente a casa. Salvo el niño, los tres están descolocados; nadie se atreve a preguntar, el miedo es mayor que la curiosidad. A Samia y a Erik se les ha ido el apetito.
Abdelaziz — ¿Qué tenemos de cenar?
Samia — Lo que más le gusta a Bo, croquetas.
El niño levanta las manos de alegría, ajeno a la preocupación de sus padres. Durante la cena los tres le miran de reojo, pero no se atreven a decir nada. Abdelaziz le hace una señal a Samia.
Samia — Bo, ¿Con quién has estado?
Bono — Con nuestras amigas.
Samia — ¿Nuestras?
Bono — Sí.
Samia — ¿Qué te dicen?
Bono — Me enseñan muchas cosas.
Samia — ¿Quién te ha dado la túnica blanca que llevas?
Bono —Ellas me dicen que me protegerá. Me gusta, es muy suave.
Samia — ¿Cuánto tiempo has estado?
Bono — Como un día en la escuela. Aquí no pasa el tiempo de igual forma.
El niño sigue comiendo las croquetas mientras los mira y les sonríe. Después de una hora al niño se le empiezan a cerrar los ojos, Samia lo coge en brazos para llevarle a la cama.
Samia — ¿Qué se dice?
Bono — Buenas noches, aita, maestro...
Cuando Samia y el niño salen de la cocina.
Erik — ¿Quiénes son, porqué a mi hijo?
Abdelaziz — Lo desconozco, aunque no deberías preocuparte por ello.
Erik — Tú también tienes cara de preocupación.
Abdelaziz — No me preocupa quienes son, sino que el ojo de halcón haya detectado la ausencia del niño y la energía generada.
Erik — ¿Ha sido tan alta?
Abdelaziz — Sí.
Erik — ¿Cómo sabremos que lo han detectado?
Abdelaziz — Su lágrima debería estar aquí.
Erik — Qué me dices de sus ojos.
Abdelaziz — Sí, su tono azul ha cambiado.
Erik — ¿Deberíamos llevarle al médico?
Abdelaziz — Samia tiene más criterio que yo. Os dejo, discúlpame ante Samia. Buenas noches.
Erik entra en la habitación del niño que se ha quedado dormido y encuentra a Samia con la túnica misteriosa entre sus manos. Erik le hace una señal para ir a la sala y ambos se sientan contemplando la túnica y tocándola con curiosidad.
Samia — Parece el mismo tipo de tela que la de Abidos.
Erik — Eso parece, ¿Qué hacemos?
Samia — Si investigamos la información podría salir y sería otro problema.
Erik — Sus ojos.
Samia — Con el crecimiento le estarán cambiando.
Erik sonríe.
Erik — Tenemos 20 días de vacaciones y mis padres han invitado hoy al niño.
Samia — Les echas de menos.
Erik — Sí.
Samia — Nos vamos a Islandia.
…