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MIS EXPERIENCIAS PERSONALES CON LA DIETA DUKAN

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Cuando era pequeño recuerdo que mis padres me dijeron que las dietas disociadas, tipo la de Atkins, eran muy malas para la salud, que hacían perder peso rápidamente, pero que se recuperaba mucho más rápido. Así que me crié con ese concepto grabado a fuego en mi memoria.

Con el pasar de los años, empecé la carrera de medicina y en los veranos y ratos libres me interesé y estudié todo lo que pude de nutrición, ciencia y medicina en general. Por otro lado, mi padre enfermó del corazón y recibió varios tipos de tratamiento. Pero lo que más me llamó la atención fue verle contentísimo y animado al volver de la consulta particular del catedrático de Cardiología de la Universidad de Murcia, porque, entre otras cosas, le había dado unos papeles con una formulación de la dieta de Atkins, para que perdiera peso pronto y de forma que no le repercutiera negativamente en su salud. Yo no entendía cómo un catedrático de Cardiología podía recetar esa dieta y firmar en el membrete del folio que la incluía. Si era tan mala para la salud, ¿cómo la prescribía un médico de reconocido prestigio?

En vez de quedarme en mis pensamientos aprendidos e inculcados en la infancia sin más evidencia científica y demostración que la del principio de autoridad de unos padres, busqué en la literatura científica si existía algún beneficio de este tipo de dietas. Lo primero que encontré fue una reseña del catedrático de Bioquímica de Murcia, José Antonio Lozano Teruel, en el suplemento de ciencias del periódico La Verdad (Ababol, 1 de enero de 2002), donde decía:

«La dieta Atkins... En el reciente Congreso anual de la Asociación Americana de Cardiología se ha presentado un estudio clínico según el cual una dieta de este tipo promovió la pérdida de peso y de grasas, aumentando, por el contrario, la proporción de lipoproteínas de alta densidad, conocidas popularmente como “colesterol bueno”».

Posteriormente, a través de la base de datos de la Biblioteca del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, encontré muchos más estudios donde se demostraba, no sólo que no eran malas para la salud, sino que eran mejores que casi cualquier tipo de dieta con la que se las comparara, ya que tenían unos efectos muy saludables sobre el perfil de grasas de la sangre, sobre el control de azúcar y la diabetes, y no generaban los efectos secundarios que dice la gente que producen.

Otro de mis encuentros con este tipo de dietas lo tuve hace casi dos años, cuando en el Hogar del Pensionista del pueblo cartagenero de La Unión me pidieron si les podía dar un taller para perder peso. Les expliqué cómo funcionaba este tipo de dieta, les hablé de los pros y contras, les advertí que oirían muchas críticas, la mayoría de ellas de personas a las que este tipo de dietas les hace perder cuota de mercado en sus consultas particulares o les reduce la venta de los llamados «productos milagro para adelgazar», pero que esas difamaciones carecían de evidencia científica y sí tenían mucho de evidencia monetaria y partidismo económico. El taller lo realizaron unos 20 amigos del hogar y todos perdieron peso, aprendieron a compensar los atracones que se dan cuando salen de reuniones o tienen fiestas familiares o convivencias con otros jubilados, mejoraron el estado de ánimo, las analíticas de sangre se normalizaron espectacularmente e incluso pudieron volver a ponerse vestidos y trajes que se les habían quedado pequeños, con lo que asistieron a las comuniones de sus nietos muy elegantes y sin gastar dinero, cosa muy interesante y práctica en estos tiempos de crisis.

Mi tercera experiencia con la dieta Dukan es personal, ya que, aunque no estoy gordo, sí que me gusta hacer la ruta de tapas o paella con mis amigos, seguida de unos gin-tonics con mi mujer, mi hermano y demás, los fines de semana. Me gusta viajar y disfrutar de la gastronomía de las ciudades y países. Pero también sé que tener un peso saludable es muy importante para la salud y procuro mantenerlo con ejercicio físico diario y un día de proteínas una vez a la semana, tal y como recomienda Dukan. Después de Navidad, verano o muchos días de excesos y fiesta, hago dos o tres días seguidos de proteínas, durante dos semanas. Los resultados son espectaculares y en menos de 3 semanas pierdo los 3 o 4 kilos que añado en vacaciones, sin perder músculo, sino grasa. De hecho, siempre me peso en básculas de farmacia, que, por impedanciometría, me miden la composición corporal, y he pasado de los 83,6 kilos (con un 19,9 % de grasa) que pesaba después del último verano a mis 80 kilos habituales, con un 14,8 % de grasa. Y cuando oigo a los que dicen, como el doctor Madrid, que no se pierde grasa, sino músculo, me gustaría recomendarles que dejaran a un lado sus conocimientos mágicos, sus aseveraciones categóricas y no científicas y que revisaran sus apuntes de la carrera de medicina o que leyeran este libro. Sin duda, les será muy revelador.

Toda la verdad sobre la dieta Dukan

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