Читать книгу La naturaleza sagrada del ser humano - Mª Ángeles Carretero Casar - Страница 11

¿Hacia dónde vamos?
¿Por qué corremos?

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Caminante, son tus huellas

el camino y nada más.

Caminante no hay camino

se hace camino al andar.

Al andar se hace el camino

y al volver la vista atrás

se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino

sino estelas en la mar.

Antonio Machado


El Camino lo hace EL CAMINANTE y cada uno de nosotros camina su propia ruta y crea su propio destino.

Todos, alguna vez, nos hemos preguntado: ¿qué es lo que tengo que hacer?, ¿por dónde debo empezar? Debería haber un libro con instrucciones, un manual que nos explicase todo, paso a paso; así sabríamos lo que hay que hacer en cada momento... y sería más fácil.

Pues, ¡NO !, no hay libro de instrucciones o manual que valga, ni varita mágica. Existe un manual para cada persona, el que cada uno escribe; todos los humanos debemos escribir nuestra propia historia, con nuestras experiencias y vivencias; si somos valientes y hacemos el esfuerzo de tomarnos unos minutos al día para escuchar a nuestra voz interior y seguirla, sabremos lo que tenemos que hacer.

Estas preguntas, ¿hacia dónde voy?, ¿qué es lo que tengo que hacer?, me las he hecho muy a menudo y poco a poco los pasos me han llevado hacia mi destino.

A veces tenemos la impresión de estar corriendo hacia ninguna parte, no sabemos hacia dónde nos dirigimos porque no tenemos ningún objetivo. Siempre nos proyectamos en el mañana y nos olvidamos del ahora, del presente que es lo único real que tenemos, el mañana no existe, siempre será un presente; a fuerza de proyectarnos hacia un futuro inexistente perdemos nuestra vida actual, nuestras metas y nuestras energías. Solo podemos vivir el Ahora, el PRESENTE , si queremos vivir plenamente.

No paramos de correr; en el trabajo intentamos hacerlo todo y bien para buscar méritos y ser reconocidos; aun así nos olvidamos de cosas y cometemos errores, somos humanos, esto nos estresa porque queremos ser los mejores o no queremos perder el trabajo; corremos en casa, cocinamos, comemos, limpiamos deprisa… nuestra vida es una carrera sin fin; no tenemos tiempo para disfrutar de nosotros mismos ni de los demás; la gran mayoría de las veces pasamos al lado de muchas oportunidades y cosas maravillosas; no vemos la belleza que nos rodea. Si no podemos vivir para disfrutar, ¿qué sentido tiene CORRER SIN RUMBO ?

A veces, tomamos conciencia de que no estamos viviendo, solo estamos corriendo sin saber hacia dónde nos dirigimos, en una huida constante de la vida. Tenemos miedo de pararnos y ver la realidad, a la gran mayoría no les gusta su realidad, de ahí la huida para no reflexionar.

Llevo muchos años buscando respuestas a mis múltiples preguntas en la serenidad, en el silencio de la naturaleza y en la meditación que me permite conectar con mi Yo y así poder ver la realidad de las situaciones y no situaciones ficticias o ilusorias que me envía mi pequeña mente, poco a poco, con disciplina y perseverancia las respuestas van llegando.

He comprendido que EL MIEDO es la clave por la que huimos constantemente, es la emoción reina, huimos de nosotros, de la soledad impuesta por los demás y por nosotros mismos, del sufrimiento, de la alegría que tal vez no merecemos, huimos de los demás y todo por MIEDO ; miedo de ver en quién me he convertido, miedo a reconocer que he tirado la toalla y he dejado de luchar por mis sueños, miedo a comprobar que he dejado de existir y ahora soy una sombra que vaga sin rumbo. El miedo es una emoción muy poderosa, nos paraliza y nos impide ver la realidad de las cosas. El miedo es una bestia negra que crece dentro de nosotros; debemos sacarla si queremos VIVIR y no vegetar.

Otro punto a tener en cuenta en ese camino sin fin es QUE NO SOMOS CONSCIENTES de lo que hacemos, decimos o pensamos ni, por supuesto, de cómo actuamos. Debemos transformar la agresividad en dulzura, el miedo en coraje y fuerza, las dudas en voluntad y esfuerzo para poder VIVIR en armonía y equilibrio. Nuestras palabras deben ser positivas, nuestra intención honesta y sincera, nuestras acciones correctas para poder empezar a encauzar nuestra vida y elegir el camino que queremos coger; muchas veces nos equivocaremos, pero lo importante es ser consciente del error, rectificar, aprender y seguir avanzando.

Estamos tan acostumbrados a correr sin rumbo que estar perdidos nos parece normal. El hecho de pararnos y encontrarnos con nosotros mismos nos da miedo, porque no nos conocemos y no sabemos qué decirnos; nosotros mismos somos unos extraños para nosotros mismos, no sabemos quiénes somos ni lo que queremos. Estamos acostumbrados a hacer lo que nos dicen, a no preguntarnos sobre nuestra vida, ¿qué es lo que realmente deseo en lo más profundo de mi alma?, ¿cuál es mi sueño?, ¿realmente lo que me han enseñado tiene sentido para mi vida, esos conceptos, ideas están equivocados u obsoletos? Parece que somos robots sin alma, solo cumpliendo las órdenes que nos ordenan, seguimos lo que nos dicen y pasamos la vida sin saber nada, ni siquiera que existimos.

Todos los seres humanos buscamos LA FELICIDAD , la anhelamos pero no luchamos por encontrarla. Antes de seguir corriendo hacia ninguna parte y continuar llenándonos de frustración, resentimiento, angustias, decepción… debemos pararnos, reflexionar, ver dónde estamos y hacia donde nos dirigimos. Nos sentimos cansados y exhaustos, no podemos más, hemos cambiado de rumbo tantas veces pero siempre terminamos en la misma situación, a la deriva, tal vez con protagonistas diferentes, pero con la misma frustración, decepción, resentimiento...

Debemos ¡PARAR YA ! y hacernos las siguientes preguntas: ¿hacia dónde voy?, ¿hacía donde quiero ir? Sabemos que sin objetivos no podemos crear nada, un barco sin rumbo está a la merced del viento y termina hundiéndose.

El hecho de empezar a preguntarnos ¿hacia dónde voy? es el primer paso en el viaje de infinitas millas que vamos a comenzar para llegar a nuestro objetivo, nuestro destino.

Tomemos conciencia de que EL MIEDO es la emoción reina que nos paraliza, alimenta la frustración, el resentimiento, la ira, la vulnerabilidad, la falta de confianza, la agresividad. Ese miedo nos bloquea de tal manera que no podemos movernos ni respirar, nos quedamos petrificados sin saber qué hacer o qué decir y en cuanto recobramos nuestras pequeñas fuerzas salimos corriendo.

El miedo es una bestia negra y voraz que vive y se desarrolla en nuestro interior; no podemos atacar a la bestia sin salir heridos, ya que ella controla nuestra capacidad de reacción, pero sí podemos combatirla y debilitarla con fuerza, coraje, fuerza de voluntad… A medida que desarrollamos dichas cualidades empezamos a transformar el miedo y sus consecuencias: resentimiento, frustración, falta de confianza, vulnerabilidad...

No hay que tener miedo del miedo, el miedo se combate enfrentándonos a él y hay que tener presente que solo es una emoción y se puede transformar.

Nuestra vida está sometida a mucha presión, aparte de los problemas de cada uno, vemos que todo a nuestro alrededor se derrumba, que los gobiernos mienten y son corruptos, que la sociedad en todos sus ámbitos se ha construido sobre una base de engaños y manipulaciones; evidentemente todas esas situaciones nos tocan en primer grado y nos hacen sentir más vulnerables, defraudados y decepcionados.

Tenemos que crearnos una vida nueva de acuerdo con nuestra nueva forma de pensar, de sentir; no podemos seguir siendo víctimas de nosotros mismos ni de los demás, todos tenemos mochilas y cada uno debe cargar con la suya, no podemos llevar la mochila de los demás.

El primer paso es decidir encontrarse y llegar a ser nuestro mejor amigo, descubrirnos y saber quiénes somos, preguntarnos: ¿qué es lo que quiero y anhelo?, ¿cuál es mi sueño?, ¿por qué vivo una vida que no me gusta?, ¿por qué permito me que sigan manipulando?...

Una vez tomada la decisión de que queremos cambiar, todos nuestros cuerpos —físico, emocional, mental y espiritual—, se preparan para acoger ese momento mágico que es la transformación; a veces nos asaltarán las dudas, y la falta de confianza nos hará vulnerables; otras, el miedo nos paralizará; pero nuestro deseo de cambiar será mayor y estaremos dispuestos y preparados para vencer esos ataques mentales.

Para contrarrestar esos ataques mentales hace falta coraje, fuerza, valentía, determinación y confianza; tenemos que ser conscientes de los falsos escenarios que nos presenta la pequeña mente, pero a medida que las respuestas van llegando, nuestra vida empieza a cambiar, dejamos de ser unos extraños para nosotros mismos y el escenario de nuestra propia obra de teatro cambia junto con nosotros, ya que dejamos de ser la antigua persona para convertirnos en la nueva, de ser víctimas para ser vencedores. No podemos cambiar y seguir siendo los mismos.

La mejor herramienta que tenemos es la Meditación. La meditación nos ayuda a interiorizarnos, a concentrarnos y a centrarnos en nuestro Ser; nos ayuda a aprender a respirar y a sentirnos bien física, emocional y mentalmente, a hacer el silencio en la menta, eliminando ruidos innecesarios, esos pensamientos en reacción continuos que nos carcomen, para poder oír nuestra verdadera voz y finalmente encontrarnos con nuestro verdadero Yo.

Haciendo meditación muy pronto empezaremos a sentirnos bien. También es importante hacer una actividad que nos guste al aire libre, caminar o correr al lado del mar, la montaña, en un parque…, en algún lugar tranquilo; si puede ser; hay que evitar ruidos externos, los ruidos producen estrés. Si hacemos este esfuerzo por nuestro cuerpo, este empezará a sentir y a agradecer «el regalo» que le estamos haciendo y empezará a recompensarnos con una buena salud física, emocional y mental.

Esta práctica nos permite descubrir lo bien que nos sentimos; empezamos a ser conscientes de nuestra alianza o compromiso con nosotros mismos; descubrimos muchas cosas en nosotros que antes éramos incapaces de ver, hacer o sentir; una nueva energía renace con fuerza, coraje, determinación y alegría.

Muchas veces nuestra pequeña mente se agitará trayendo miles de pequeños problemas a la cabeza pero nuestra determinación y fuerza detendrán esos ruidos innecesarios; ahora somos más pacientes y más lúcidos. Hemos descubierto que la meditación es una herramienta maravillosa y poderosa; es nuestro encuentro con nuestro verdadero YO, que nos proporciona la lucidez y la fuerza necesarias para hacer frente a cualquier situación. Si el problema tiene solución inmediata, se soluciona; y si no la tiene y hay que esperar, se esperará. Ahora tenemos serenidad y confianza, ya que hemos cambiado de actitud y empezamos a cambiar de forma de pensar.

A medida que pasan los días y vamos creciendo nos damos cuenta de que no nos apetece seguir corriendo; estamos cansados y hartos de tanto correr, de tropiezos y caídas, de llantos y heridas. Ahora hemos aprendido a caminar tranquila y serenamente, centrados en nosotros mismos y en las nuevas sensaciones; deseamos que llegue la hora de nuestro «encuentro» diario en la meditación, ese momento se va haciendo más y más importante en nuestra vida cotidiana.

Empezamos a observar que las decisiones que tomamos son las correctas y nuestra confianza empieza a elevarse, a ser más palpable; vemos con lucidez y desde otra perspectiva nuestra vida.

Poco a poco, empezamos a ser conscientes de nuestra realidad y tenemos ganas de cambiar ciertas cosas. Empezamos a ser responsables de nuestros actos y obligaciones, y a ser conscientes de nuestros derechos.

Tal vez tengamos que tomar decisiones drásticas; por ejemplo, no quiero estudiar tal carrera ya que esa carrera no es lo que realmente me gusta, es solo una proyección de mis padres; tal vez, quiera cambiar de casa, de trabajo, de amigos, de pareja, de forma de pensar, de actitud hacia mí y hacia los demás; ser más abierto, ser más receptivo, compartir más... hay infinidad de cosas que podemos hacer y tenemos la responsabilidad de hacerlas bien, sin herir, sin relaciones de fuerza, sin venganza, sin odio, sin rabia... estas emociones no sirven de nada, están guiadas por el orgullo y son luchas entre egos que solo crean sentimientos duros y sensaciones negativas, lo que hace que sean el alimento perfecto y preferido de la bestia negra, EL MIEDO .

Para tomar decisiones correctas y ser responsables de nuestras acciones, nuestro comportamiento debe ser el correcto; es decir, antes de tomar una decisión tenemos que ser conscientes de lo que sentimos realmente y evaluar el daño que podemos causar, tanto a nosotros mismos como a los demás y no entrar en ese duelo de titanes que es vencer o salir mejor parado.

Una de las mejores opciones para tomar las decisiones correctas y comprender el comportamiento del otro es tomar distancia y ver las cosas a vista de pájaro; observar y, siendo honestos con nosotros mismos, buscar la mejor solución para cada situación y para todos.

Es un trabajo diario y se hace paso a paso, no se hace de un día para el otro, y nuestra nueva actitud y forma de pensar encontrará la mejor solución para todos en todas las circunstancias y situaciones; es una aventura maravillosa.

A lo largo de nuestra vida nos encontramos muchas veces en «una rotonda», y no sabemos qué dirección coger. Es un momento importantísimo, ya que debemos tomar la decisión: hacia dónde quiero ir y qué camino he de elegir; pero antes debemos saber hacia dónde nos dirigimos.

Para vivir una vida plena y serena hay que ser responsables y debemos aprender a tomar decisiones. Por ejemplo, si tomamos la decisión de vivir solos, esa soledad será rica, alegre y preciosa; en cambio, si decidimos vivir en compañía y tenemos problemas con la pareja pero no tenemos el valor de tomar la decisión de cambiar, nos sentiremos aislados y no hay mayor soledad que la acompañada, y esa soledad será vacía, dolorosa y frustrante. Nuestras decisiones con sus consecuencias nos acompañarán toda nuestra vida. Debemos ser honestos en el momento de tomarlas y pensar siempre en el mayor bien para todos.

Hay que tener una actitud positiva frente a uno mismo y hacia los demás, aparte de un comportamiento correcto. Nuestras experiencias, nuestras vivencias nos pertenecen y nosotros somos los únicos protagonistas; da igual si los demás están o no de acuerdo con nuestras decisiones, aceptar las diferencias en nosotros y en los demás es síntoma de fortaleza, no hacerlo es de débiles, y la debilidad siempre acarrea problemas.

Lo más importante es perseverar en nuestro camino, en nuestra decisión; a veces, es difícil ya que iremos contra corriente, pero a medida que vamos avanzando y cambiando, las situaciones se harán más fáciles y nuestra vida más serena.

Sentirse bien física y mentalmente es no estar enfermo. La salud es un tesoro que no valoramos hasta que lo hemos perdido; solo tenemos un cuerpo y si no lo cuidamos y mimamos, el cuerpo se estropea, se enferma y muere. No tenemos un cuerpo de recambio, una vez muertos, dejamos de estar aquí.

El cuerpo debemos cuidarlo desde siempre, desde nuestra más tierna infancia. Comer sano y hacer ejercicio, si puede ser al aire libre, mucho mejor; caminar, correr por sitios agradables, bosques, parques, playas, sin ruidos, a ser posible intentando oír el sonido de la naturaleza, porque de esta forma descubriremos nuestro sonido interior... y desarrollaremos otros sentidos.

Sentirse bien emocionalmente es hacer «las paces» con nosotros mismos, y esto se consigue mirando dentro de nosotros y enfrentándonos con nosotros mismos y con nuestro presente y pasado. Efectivamente hay miedos, temores, dolor, rabia, frustración, resentimiento, vulnerabilidad... pero si tenemos el coraje de hacerlo, poco a poco esas emociones perderán sus fuerzas y se debilitaran, y nuestra vida será más alegre y serena.

Sentirse bien mentalmente es descubrir y ser conscientes de nuestro ego y orgullo. Estas energías crean las cadenas de los apegos y nos hacen creer que somos diferentes a lo que realmente somos y nos mantienen esclavizados en una constante frustración y agresividad.

El orgullo es tan fuerte que nos hace creer que nuestras buenas acciones, nuestro sacrificio y nuestra devoción son reales, pero en realidad es orgullo disfrazado de bondad; es falsa bondad que alimenta al ego: soy el mejor, el más inteligente, el más… el más, pero en realidad no somos nada.

El orgullo teje su gran tela de araña y nos mantiene atrapados en ella; si no estamos vigilantes, el orgullo y el ego dirigen nuestras vidas. Cuando esto ocurre, no sabemos quiénes somos, somos autómatas, no somos nosotros mismos, y vivimos siendo una marioneta del orgullo y ego; a eso se llama sobrevivir, aunque seas el millonario o ejecutivo más preciado, nunca serás feliz.

El hecho de romper esas cadenas y reconocer el ego y el orgullo, y así poder transformarlos, nos da la libertad y las alas para volar y ser felices.

Para hacer la experiencia de la VIDA tenemos que ser conscientes de los dos aspectos que se nos presentan en nuestra vida dual, lo positivo y lo negativo, así como de nuestra memoria celular.

¿Qué es la memoria celular? Es el recuerdo de nuestras vivencias y experiencias a lo largo de nuestras vidas pasadas y que hemos ido almacenando en nuestra conciencia; es el déjà vu; es RECORDAR que somos más que un cuerpo físico.

RE-CORDAR , (unir las cuerdas, unir los trozos), así pues, MEMORIA es «RE – UNIR » todas las experiencias pasadas hasta el momento presente para aprender de ellas y solucionar los problemas. Una vez solucionado nuestro caos interior empezamos a desarrollar el ser de Luz.

A medida que trabajamos sobre nosotros mismos, la memoria celular se va despojando de todas las capas del olvido de tantas idas y venidas que hemos traído a través de los siglos, y se va transformando. Esta memoria celular, a la que descubriremos en la meditación, nos infunde valor para afrontar todos los miedos, dudas y temores en cualquier circunstancia y situación, y nos hace ser RESPONSABLES con nuestra vida y con la naturaleza. Por ejemplo, cuando se es pequeño se debe obedecer, aprender, estudiar, ayudar a los padres…; hay que intentar vivir el momento, vivir a los 20 años con 20 años, a los 30 años con 30 años, a los 40 años con 40 años…; no se puede vivir a los 40 años como si tuviésemos 20 años, ni vivir a los 20 años como si tuviésemos 40 años; todo tiene su tiempo y su momento. Nuestras memorias nos hacen percibir lo que hay que hacer, sentimos una fuerza interior descomunal que no podemos ignorar. Así mismo esas memorias celulares nos hacen desarrollar el SENTIDO DEL HUMOR. N o podemos vivir una vida seria y aburrida, como si fuera un trabajo forzado; al contrario, hay que vivirla como una aventura llena de sorpresas y para descubrirlas es necesario saber reír.

Las memorias celulares nos hacen percibir la verdad. La verdad en tanto que verdad absoluta, para nosotros los seres humanos, no existe —aunque sí existe en otra dimensión, la VERDAD es imperecedera—, ya que cada ser humano trabaja y evoluciona a un ritmo diferente, dependiendo de sus experiencias o vivencias, y cada uno tiene su propia «verdad».

Las memorias celulares son diferentes en cada ser humano y esto nos lleva muchas veces a las dudas debido a que cada uno de nosotros tiene verdades diferentes; si no hay dudas no hay progreso, la duda positiva es la que nos hace avanzar, nos hace preguntarnos mil veces por qué, es nuestro motor y ante ella tenemos el libre albedrío para poder decidir; la duda negativa es la que nos hace caer en la falta de confianza y nos tira en el pozo profundo de la ignorancia, y la que aceptamos sin cuestionarnos.

Por esta razón es importante que cada ser humano busque su verdad y desarrolle su intuición, y no se deje influenciar por nada ni nadie, ni institución religiosa, social o espiritual; ninguna institución que se haga acreedora y detentora de la verdad es fiable; cada verdad se mide con el barómetro de nuestro Ser interior individual. Las personas que necesitan estar arropadas o ser dependientes de una institución lo hacen por temor, porque son débiles y no tienen la fuerza necesaria para buscarse a sí mismas, y sienten temor a encontrase solas cara a cara.

La felicidad proviene de lo que sentimos y percibimos; si trabajamos, nuestra vida será serena y alegre viviendo en el AHORA . Una de sus características más importantes para detectar a las personas que lo hacen es su sonrisa, siempre están de buen humor. Muchas personas se toman la vida muy seriamente y se olvidan de reír y sonreír; estas dos cualidades son imprescindibles para encontrar la felicidad: trabajar sobre uno mismo y hacer felices a los que nos rodean. Si tú estás bien, todo lo que te rodea está bien.

La vida es una continua lucha y nosotros somos los guerreros de la paz, intentando hacer lo correcto para poder ir avanzando y traer el milagro del cielo a la tierra; no tenemos que tener miedo a la responsabilidad de querer hacer lo que debemos hacer, tenemos que estar preparados física, emocional y mentalmente, y no huir. Si estamos en armonía y libertad, venceremos.

La responsabilidad en nuestra vida nos hace centrarnos y esto evitará que caigamos en las historias mediocres; observar sin involucrarse, todos tenemos un camino que recorrer y una historia que escribir, paso a paso, caminemos por nuestra ruta, no por el camino que los otros han decidido por nosotros.

La naturaleza sagrada del ser humano

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