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Muscular, movilizar, flexibilizar, «sin irritar»

El entrenamiento aplicado a la práctica del golf generalmente se asocia con explorar distintos ejercicios orientados a aumentar los rangos de rotación del torso y la flexibilización de los hombros y a potenciar la musculatura abdominal y los oblicuos.

En la práctica un golfista medio realiza un número muy elevado de rotaciones, flexiones o extensiones en su columna, lo que significa que el estrés de su estructura puede ser elevado simplemente por el tiempo que invierte en el juego. Realizar un entrenamiento aplicado sin la suficiente orientación o sensibilización seguramente provocará un aumento del estrés que ya puede padecer dicho golfista. Esta observación la relacionamos con el fin de valorar la extrema importancia en cada deporte y su preparación física aplicada de «muscular, movilizar y flexibilizar, sin irritar». Este razonamiento nos hace recapacitar en la importancia que adquiere dentro del ejercicio respetar una serie de pautas, para reducir nuestro estrés muscular y articular.

En esta línea, en cada ejercicio debe existir y cohabitar una extremada corrección postural en todos los escenarios de movimiento (disminuye el estrés en las articulaciones).

Ningún ejercicio debe provocar dolor (realiza todos los ejercicios con lentitud y suavidad), y hay que utilizar un recorrido articular limitado y adecuado, ya que rebasando este recorrido podríamos obtener los resultados inversos a los deseados.

Es importante descubrir qué parte en cada ejercicio te puede ayudar realmente a mejorar el swing; de esta forma relacionarás con extrema precisión tus necesidades con las distintas partes del entrenamiento en cada momento.

Una buena preparación nunca aumenta el estrés en la estructura, sino que debe mejorar tu alineación además de equilibrar cada segmento del cuerpo.

Pilates y golf

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