Читать книгу A sol y a sombra - Manuel Silva Acevedo - Страница 23

Primeras armas

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Dulce joven bella,

ni aun los convencionalismos

de la fingida cortesía social

consiguen opacar por un instante

la transparencia de tu mirada

sobrecogedora.

Se me caen las armas de los brazos

de solo presentir

el cálido torrente de la sangre

bajo tu piel.

A sol y a sombra

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