Читать книгу A sol y a sombra - Manuel Silva Acevedo - Страница 8

Instantáneas

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En el mar muerto de las viejas fotos,

estas damas aureoladas de polvos de azafrán

quedaron para siempre inacabadas.

1912: ya nadie vive de ese entonces

y del paseo familiar al estero

nadie recuerda con certeza,

nadie puede recordar

esa vaga tristeza en las miradas

y el reflejo de los paños de mesa,

un tono rojizo,

que aterraba a los perros echados a los pies.

« A mí me gustaría morirme en sueños

como un halcón en vuelo».

La vieja señora de nariz recta y alta

quedó inmovilizada por el destello del magnesio

dispuesta a abalanzarse sobre su propia tumba.

A sus flancos, familiares sonríen como pájaros

oteando el sol del ocaso,

signos imperceptibles grabados en sus frentes

que ahora desciframos sumando la columna de los años,

sacando la raíz cúbica de nuestro vaticinio.

«Este invierno ha sido muy crudo para mí.

Las viejas dolencias a la espina dorsal me tienen a mal traer.

Tengo miedo… no sé… tengo miedo de veras».

A sol y a sombra

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