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VIII

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En estas intemperies

quien persigue un ave

se exilia de sí mismo.

Es un triste que no puede verse hombre

un hombre que no puede verse triste.

Por eso se le acerca

con lentes, con lupas, con disparos

creyendo que sólo por volar, las aves son felices.

Pero no caben, juntos, el triste y el ave

en el reflejo del lago

su sombra

eclipsa nuestra sombra

y todo lo que éramos.

El aire no alcanza

La tierra no alcanza.

El infinito

(de quedarse solo)

tampoco soportaría la eternidad.

Cóndor

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