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III

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No salen de sus nidos

no se oye siquiera el aleteo de ayer

de años atrás.

Habrá que aprender

que la era de la siembra humana

no comparte relojes

con las horas de las aves

(las madres cóndoras

sólo amamantan su instante

y cultivan terrazas sin época

para que nada suceda).

Habrá que esperar

que los cóndores digieran la mañana

la vendimia en la altura

es siempre suave

como el agua que baña a los niños

como llovizna que roza las campanas.

Ellos recogen corazones recién muertos

y los comen

para duplicar su alma.

Cóndor

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