Читать книгу Enseñar a leer y escribir en educación inicial - María Cristina Solís Zañartu - Страница 9

Оглавление

CAPÍTULO II

DESARROLLO DE LA COMUNICACIÓN ORAL EN EL NIVEL INICIAL

“La comunicación oral es de importancia fundamental para este nivel. Los niños y niñas que ingresan a la Educación General Básica llegan con una capacidad de comunicación oral que les permite desempeñarse adecuadamente en su mundo. Entienden lo que se les dice, expresan sus sentimientos, narran hechos y muestran una gran gama de diferentes destrezas lingüísticas en el lenguaje familiar. En este nivel, la escuela debe enriquecer esta situación de ingreso, aceptando el lenguaje familiar como la base necesaria para llevar paulatinamente a los niños y niñas hacia el lenguaje formal”.

Mineduc, 2002.

La adquisición del lenguaje oral es un proceso natural para los niños, habitualmente sucede sin mayor esfuerzo y la habilidad para hablar va creciendo con la edad, pero eso no significa que lo puedan hacer en forma efectiva, es fundamental potenciar el habla mediante experiencias significativas que les permitan comunicarse en forma eficaz, todo esto requiere atención y práctica constante.

Si bien el lenguaje es una capacidad de los seres humanos, los niños necesitan del medio para poder desarrollarlo. Un niño aprende a hablar porque otros le hablan y también porque él escucha hablar. La lengua que él escucha es anterior a su existencia como individuo y él debe apropiarse de un instrumento arbitrario y convencional que las personas de su comunidad y su grupo cultural han construido; entonces para hacer suya esta herramienta, necesariamente debe participar de situaciones reales de comunicación (Bigas y Correig, 2001).

Al ingreso al sistema escolar, el niño sabe que el lenguaje le sirve para diferentes propósitos, tales como satisfacer necesidades, influir sobre el comportamiento de otros, relacionarse con otros, comunicar sus experiencias y conocimientos. También se da cuenta de las distintas expresiones que se utilizan según requerimientos específicos (agradecer, alabar, ordenar, etc.), todo lo cual lo adquiere en forma espontánea en sus intercambios lingüísticos con personas de su medio (Rodríguez, 1995).

ETAPAS EN EL DESARROLLO DEL LENGUAJE ORAL

El lenguaje es un instrumento complejo; llegar a ser un hablante competente requiere del dominio de aspectos fonológicos, semánticos, sintácticos y pragmáticos que el niño deduce de la lengua de los adultos y lo logran en el tiempo, por consiguiente la interacción con los adultos es fundamental para que progrese en el uso de su lengua.

En el desarrollo del lenguaje se distinguen dos etapas. La primera etapa es la pre verbal o pre lingüística presente en los dos primeros años de vida, en la cual el niño busca la comunicación con las personas que lo rodean, en un comienzo a través de llantos, sonrisas, movimientos, gestos, sonidos guturales, murmullos, y más adelante realiza sonidos vocálicos, palabras o combinaciones de dos o tres palabras. Los adultos se transforman en una fuente de estímulos y afecto que median el desarrollo del lenguaje.

En esta etapa, la capacidad del niño para comprender el habla adulta es mayor que la de expresión, entiende más de lo que suponen los adultos; alrededor de los 12 a 18 meses, dice sus primeras palabras que tienen una función de frase y entre los 20 y 24 meses el léxico aumenta y el proceso de adquisición y desarrollo del lenguaje oral se acelera. Los adultos que rodean al niño son fundamentales en esta etapa porque le brindan oportunidades de interacción verbal, las que gatillan la necesidad del niño por comunicarse.

La segunda es la etapa lingüística o verbal, en la cual el niño ya demuestra poseer un lenguaje comprensible, diferencia fonemas, asocia palabras con elementos cercanos, inventa palabras nuevas y esto le permite participar en contextos de interacción más variados que también le exigen mayores destrezas para darse a entender y negociar significados.

Alrededor de los cuatro años, el niño descubre el valor del lenguaje como instrumento de comunicación y siente interés y placer por hablar, ya se expresa con bastante precisión, en tanto que a los cinco años el lenguaje anticipa la acción, no tiene dificultades para comprender y expresarse en contextos variados y es capaz de analizar la secuencia fónica, proceso básico para el aprendizaje de la lengua escrita (Bigas y Correig, 2001).

El niño, poco a poco, va ampliando su repertorio para, alrededor de los siete años, dominar todos los sonidos y articulaciones con algunos errores morfológicos y sintácticos (Díaz, Q., M., 2009). El avance en el lenguaje, en ambas etapas, comprende tanto la capacidad de expresión oral de los niños como su capacidad de comprensión del discurso hablado.

Pero además, el habla es un instrumento de aprendizaje, a través del cual se reflexiona, se organizan acciones, se resuelven problemas, se regula el comportamiento de los demás. Desde esta perspectiva, la competencia oral es considerada predictiva para el aprendizaje de la lectura y escritura y provee las bases para el desarrollo del lenguaje y del pensamiento. A través del habla los niños aprenden a organizar su pensamiento y sus ideas, por lo tanto es indispensable enseñarlo en forma sistematizada y explícita.

Si bien es cierto, el medio influye sobre los patrones de lenguaje que el niño trae, la escuela debe ayudar a perfeccionarlos; lo que se realiza en el aula debería tener como propósito construir conocimiento acerca del lenguaje receptivo y expresivo (Kirkland y Patterson, 2005). La ampliación de la comunicación oral se debe comenzar en los primeros años, dando amplias oportunidades a los niños para que escuchen y hablen sobre situaciones personales, de su vida escolar y social.

Para la mayoría de los niños el proceso de aprendizaje de la lectura y escritura comienza generalmente con hablar sobre sus experiencias y sobre sí mismos, es decir, la actividad verbal desarrollada en contextos significativos, con apoyo del profesor y de los pares, es fundamental para el desarrollo de las competencias lingüísticas. En este sentido la escuela juega un papel clave y se reconoce la necesidad de estimular en forma sistemática la escucha atenta y comprensiva de diferentes textos y dar múltiples oportunidades para participar en forma activa en situaciones espontáneas e intencionadas.

COMPONENTES DEL LENGUAJE ORAL

Los componentes básicos del lenguaje oral son el escuchar y hablar, considerados ambos prerrequisitos necesarios para leer y escribir. Escuchar es la primera modalidad de lenguaje que el niño adquiere y es la base para todos los aspectos del lenguaje y del desarrollo cognitivo y juega un papel importante en los procesos de aprendizaje y comunicación, esenciales para la participación en diferentes ámbitos de la vida (Minneapolis Elementary Literacy Framework, 2008).

El escuchar es el lenguaje receptivo, el lenguaje escuchado, procesado y comprendido por una persona. Es la capacidad para entender y manejar unidades de información oral con distintos niveles de dificultad, en consecuencia, permite comprender el lenguaje y adquirir el significado de las palabras.

Se pueden considerar como indicadores del lenguaje receptivo la percepción y discriminación auditiva de palabras, frases y oraciones, la memoria auditiva, la ejecución de órdenes, el seguimiento de instrucciones y las respuestas adecuadas a lo escuchado.

El hablar es el lenguaje expresivo, entendido como el lenguaje generado y producido por una persona. Es aquel que permite expresarse por medio de gestos, señas o palabras; se traduce en la fluidez verbal para nominar, describir, narrar, informar y argumentar.

Son indicadores del lenguaje expresivo el vocabulario adecuado y preciso, la combinación de palabras en frases y oraciones, la construcción gramatical de oraciones, el ordenamiento lógico y secuencial del mensaje y el uso pertinente de fonemas, palabras e ideas, evitando su repetición innecesaria.

En suma, podemos decir que el habla es el proceso de trasmisión e intercambio de información, ideas y emociones usando lenguaje oral. Escuchar, en cambio, es el proceso de recibir, construir significado y responder a mensajes verbales o no verbales.

En los primeros años, las habilidades receptiva y expresiva no se desarrollan al mismo tiempo, generalmente el lenguaje receptivo precede al expresivo, el niño necesita primero entender las palabras antes de producirlas y usarlas en su comunicación habitual.

Usamos el habla para expresar nuestras ideas, opiniones y sentimientos y también para dar sentido y confirmar, cuestionar y probar nuestras suposiciones. Los niños necesitan desarrollar el habla para interactuar con otros para diferentes propósitos y comprender sus convenciones y manera de usarla según el contexto. En el contexto escolar, el niño necesita desarrollar un lenguaje más complejo que le permita comprender y participar en las experiencias de aprendizaje plenamente.

Además del lenguaje receptivo y expresivo, tenemos un último aspecto del desarrollo del lenguaje, este es el llamado lenguaje articulado, considerado como la habilidad para emitir sonidos, fusionarlos y producir sílabas, palabras, frases y oraciones que expresan ideas. Así mismo, la articulación se relaciona con el adecuado funcionamiento de los órganos del aparato fono articulador. Algunos indicadores del lenguaje articulado son: la pronunciación correcta de los fonemas, la capacidad articulatoria para unir y enlazar fonemas para formar sílabas y palabras, y la capacidad para agrupar los fonemas en palabras, frases u oraciones que expresan ideas.

Un tercer componente del lenguaje oral es la producción de textos orales, entendida como aquellas habilidades relacionadas con la creación de textos emitidos en situaciones orales específicas. Estos van aumentando en su nivel de complejidad a medida que los niños van desarrollando estas habilidades, las que comienzan con la narración de un texto para más adelante llegar a producir textos de carácter argumentativo.

ENSEÑANZA DE LA COMUNICACIÓN ORAL

Ante todo, habría que decir que si bien el lenguaje oral está presente en las diversas actividades de la vida, requiere ser enseñando en forma explícita. Saber expresarse en forma correcta es una necesidad fundamental para poder desenvolverse en el medio social.

Camps, A. (2004) señala diferentes usos y funciones del lenguaje oral en el aula, como son:

Hablar para regular la vida social: en la escuela el niño establece relaciones con personas diferentes a las de su medio familiar lo que le exige adecuar su conversación a nuevas situaciones, lo cual implica aprender nuevas formas de hablar.

Hablar para aprender y para aprender a pensar: en la escuela también se establecen diálogos para compartir y construir contenidos escolares, actitudinales y valóricos.

Hablar para leer y escribir: es evidente que las interacciones orales son indispensables para construir significado a partir de los textos. “Discutir para comprender, hablar para leer, hablar para escribir, escribir en colaboración…” (p. 42) esto refleja la importancia del lenguaje oral para la comprensión y producción escrita.

Hablar para aprender a hablar: los usos orales formales necesitan ser aprendidos, son tareas complejas que demandan preparación y que incluyen hablar y discutir con el profesor u otras personas (por ejemplo, hacer una exposición oral, presentar un trabajo, hacer una entrevista, etc.).

Por último, menciona el lenguaje literario oral: es decir, la narración oral, recitación, lectura oral, audición de cuentos y poemas, canciones, presentaciones teatrales, entre otras. Lo anterior ayuda a construir esquemas mentales de géneros narrativos; favorece la pronunciación, el ritmo, el gusto por las imágenes y por los juegos verbales.

Para extender el repertorio de lenguaje oral de los estudiantes, los profesores necesitan planificar para enseñar explícitamente diferentes formas y funciones del lenguaje. Cuando el habla está conectada al hacer, esto es, conectada a resolver un problema, diseñar algo, desarrollar un experimento, entre otros, involucra necesariamente pensar en voz alta, razonar, especular, formular ideas, explicar, justificar; todos, tipos de lenguaje necesarios para ser capaces de comunicar sus comprensiones. Claire Staab (1992) plantea que los profesores pueden ayudar a los niños dándoles amplias oportunidades de usar el lenguaje oral, hablando y escuchando, en la sala de clases.

Rodríguez (1995), en tanto, señala que se debe apoyar a los niños en “la observación de los usos orales que tienen lugar en distintos entornos de la comunidad (familia, clubes, iglesias, supermercados, etc.), en los medios de comunicación, entre otros. La producción e interpretación de una amplia variedad de textos orales, y la reflexión acerca de variados recursos que ofrece la lengua (fónicos, morfosintácticas, léxicos y semánticos) para alcanzar distintas metas comunicativas” (p. 5).

El desarrollo del lenguaje oral impacta a todos los ámbitos del currículum escolar, por lo tanto, la escuela debe crear las condiciones para que este se potencie, teniendo presente que los niños son los constructores de su lenguaje, y los educadores y padres son facilitadores de su desarrollo.

Beuchat (1989) plantea que el escuchar y hablar son dos habilidades del lenguaje oral a las cuales la escuela debería otorgarles la misma importancia. La primera, el escuchar, definido como un proceso a través del cual el lenguaje hablado es convertido en significado en la mente. La autora distingue las siguientes formas de escuchar: escuchar atencional, escuchar analítico, escuchar apreciativo y escuchar marginal.

En la escucha atencional el oyente focaliza su atención en un estímulo para obtener información y participar en forma activa. Por ejemplo, escuchar órdenes, instrucciones, mensajes.

La escucha analítica se lleva a cabo cuando debemos analizar lo escuchado para responder o resolver algo. Tiene estrecha relación con la comprensión de lectura y va desde discriminar sonidos y clasificarlos, hasta tareas más complejas como responder guías de audición que implica comprender el material escuchado. En este caso el auditor escucha con el fin de ordenar secuencias, detectar detalles, establecer comparaciones, diferenciar realidad de fantasía, hacer inferencias sobre hechos y acontecimientos, establecer ideas importantes, entre otras.

La escucha apreciativa se realiza por el simple hecho de disfrutar, gozar, deleitarse con lo que se escucha. Se desarrolla cuando, por ejemplo, escuchamos un hermoso cuento, una música, un poema o una conversación interesante. La persona centra su atención en el estímulo con el simple afán de recrearse, de apreciar, sin tener una pauta fija, ni con la finalidad de responder a preguntas o a una tarea determinada.

La escucha marginal es cuando se escuchan otros estímulos u otros sonidos que están en otro plano sin proponérselo, como los sonidos del ambiente, la música de fondo, entre otros.

Los diferentes tipos de escucha están presentes en el proceso educativo y exigen de parte del alumno dirigir la atención hacia el mensaje del otro (profesor u otro niño) y comprender bien la información. El desarrollo de la habilidad de escuchar en la escuela es indispensable para promover el desarrollo de la competencia comunicativa.

Lugarini (1995) contempla las siguientes competencias del escuchar:

Competencia técnica: se refiere a la capacidad de identificar y reconocer los sonidos del habla en palabras aisladas, en una frase, la entonación (pregunta, orden, afirmación, exclamación, etc.).

Competencia semántica: distinguir la relación entre significados y significantes. El desarrollo de este componente debe abordarse desde dos perspectivas: comprensión y expresión.

Competencia sintáctica y textual: ser capaz de utilizar el orden, la concordancia, los pronombres, el sujeto y el predicado.

Competencia pragmática: reconoce la intención comunicativa, realiza inferencias, distingue ideas principales y secundarias. Consiste en utilizar el lenguaje en diferentes situaciones de comunicación e interacción social y, por tanto, con diferentes funciones o usos tales como pedir información, saludar, protestar, ordenar.

Esta competencia se amplía y potencia cuando el educador estructura las situaciones lingüísticas y permite a los estudiantes expresar sentimientos y pensamientos, tomar la palabra, comunicarse con sus iguales, argumentar, en definitiva, valora el uso del lenguaje dentro de la sala y permite “jugar” con el lenguaje.

Competencia selectiva: capacidad para utilizar el mensaje con un propósito definido.

La segunda habilidad, el hablar, es definida como un “proceso de codificación de un texto oral coherente, de acuerdo a la intención y finalidad determinada por el emisor en relación con el interlocutor y los contextos a través de estrategias verbales y no verbales” (Menéndez, s/f, p. 3).

Las competencias del hablar descritas por Lugarini (1995) son:

Competencia ideativa: es aquella que permite planificar el contenido del propio mensaje. La persona tiene clara no sólo la finalidad de la comunicación, sino que también el contenido que quiere transmitir, y organiza la información antes de trasmitirla.

Competencia pragmática: se refiere a la capacidad de analizar todos los elementos involucrados en la situación de comunicación y adecuarlos de la mejor manera adoptando un estilo particular.

Competencia sintáctica y textual: es la que permite elaborar frases con sentido y con coherencia interna.

Competencia semántica: un hablante es competente cuando sabe distinguir los significados de las palabras y las utiliza adecuadamente para comunicarse con otros hablantes.

Competencia técnica: es aquella que permite tener una pronunciación comprensible y es capaz de controlar el tono de voz.

Como ya fue señalado, el escuchar y hablar son capacidades que deben ser desarrolladas en la escuela y, por tanto, deben estar presentes como objetivos de aprendizaje en las planificaciones de los educadores.

Cable (2007) plantea que los profesores necesitan ser conscientes de cómo usar el lenguaje (léxico, sintaxis y semántica) y de cómo apoyar a sus estudiantes para que comprendan el vocabulario específico de una materia, la estructura de las oraciones y el tipo de texto, pero también deben cuidar la manera en que trasmiten los mensajes considerando las diferentes formas de construir significado en variados contextos y contenidos del plan de estudio. El autor señala que se puede apoyar a los niños en este proceso a partir de diferentes áreas:

Hablar y escuchar: los niños necesitan hablar mucho para desarrollar bien el lenguaje oral y en este sentido es fundamental que el profesor les demuestre formas apropiadas para hablar y escuchar, hacer y responder preguntas y dar y recibir instrucciones. Esto lo puede hacer en conversaciones diarias con sus estudiantes o en discusiones de libros leídos o dando instrucciones a todo el grupo o a grupos pequeños. También el profesor debe apoyar el pensamiento, hablando y pensando en voz alta los contenidos que está enseñando. Otro aspecto fundamental para potenciar el hablar y escuchar es involucrando a los alumnos en conversaciones acerca de temas de interés para ellos o de contenidos académicos.

Hablar para diferentes propósitos: los estudiantes necesitan tener la oportunidad de usar el habla para una variedad de propósitos. Para ello se les debe ayudar a aprender las formas de comunicación dándole oportunidades diarias para usar lenguaje apropiado según diferentes audiencias y propósitos (informar, preguntar, persuadir, etc.): turnarse para hablar, juegos de palabras y discusiones acerca de temas interesantes y significativos. Asimismo es importante modelar este proceso utilizando preguntas, haciendo comparaciones, interpretando información desde diferentes tipos de textos.

Convenciones y usos del lenguaje: existen reglas sociales de conversación, reglas gramaticales y léxico suficiente para mantener una buena conversación. Todo esto debe ser enseñado explícitamente involucrando a los niños en juegos de lenguaje y apoyando el desarrollo de su vocabulario.

El siguiente cuadro, propuesto por Quiles (2006), representa las situaciones comunicativas orales a las que se pueden exponer a los niños en el aula y que facilitan la ejercitación de las habilidades lingüísticas anteriormente señaladas.


ACTIVIDADES PARA EL DESARROLLO DE LA LENGUA ORAL

Especialmente la lengua oral es comunicación y la comunicación oral es el eje de la vida social de todas las culturas; esta dimensión social no puede ser ignorada por la escuela porque es el instrumento que nos permite aprender del mundo y expresar lo que pensamos y sentimos.

Los educadores en la escuela necesitan conocer el lenguaje de sus alumnos para diseñar estrategias que les permitan avanzar en su desarrollo, teniendo en cuenta que este progreso no sólo significa aumento de vocabulario.

Cassany, Luna y Sanz (2000) señalan que además de aumento de vocabulario, implica:

• Aumentar la complejidad de las estructuras lingüísticas que usa el alumno.

• Distinguir y utilizar con fluidez las relaciones entre oraciones y los nexos que les dan cohesión.

• Utilizar con fluidez los referentes, tales como pronombres, anáforas.

• Ampliar los registros lingüísticos, de modo que el alumno pueda adecuarse a cada situación.

• Conocer el contexto cultural para identificar los propósitos del lenguaje.

Es fundamental favorecer experiencias en que se desarrolle el trabajo cooperativo con el fin de organizar situaciones en donde se realicen trabajos tanto individuales como grupales, se integre lo oral con lo escrito, se creen variadas situaciones de comunicación y se considere la vida cotidiana y auténtica de los alumnos. Quilmes (2006) señala la necesidad de promover el aprendizaje autónomo para que los alumnos sean capaces de acceder a la información y recursos de la sala y la escuela y trabajar con medios audiovisuales para contactarlos con discursos orales.

Lo esencial es que se susciten interacciones entre los alumnos uno a uno y en grupos; profesor grupo pequeño, profesor todo el grupo y del alumno con la comunidad educativa.

Algunas actividades que se pueden desarrollar en los diferentes cursos:

KÍNDER PRIMERO BÁSICO
ACTIVIDADESPROPÓSITOS
Cantar cancionesFomentar la discriminación auditiva.Desarrollar actitud de escucha.Trabajar fonemas y grupos fonéticos.Desarrollar el ritmo, la entonación y la vocalización.
Uso de trabalenguasReforzar manejo de fonemas.Desarrollar discriminación auditiva y vocalización.Desarrollar ritmo, entonación y expresividad.
Chistes y refranesDescubrir el sentido lúdico de las palabras.Identificar el humor de textos.Interpretar sentencias y enunciados.
Juegos verbales: se va narrando una historia donde aparecen diferentes elementos, animales y acciones; cuando aparecen en el relato, se imita el sonido que realizan: auto, moto, golpe a puerta, timbre, desinflar globo, etc.Incrementar atención auditiva.Descubrir capacidades comunicativas a través de los sonidos.Estimular la capacidad de producir y reproducir sonidos.
Juegos de memoria visual: poner cinco objetos en línea sobre una mesa. Se les pide a los alum-nos que retengan el orden de los objetos (asegurarse que todos ven claramente los objetos). Se le pide a un alumno que salga y otro cambia el orden de uno de los objetos, al entrar debe adivinar cuál fue cambiado. También se puede realizar con un grupo de alumnos y uno se cambia alguna de sus prendas.Estimular la atención visual. Ejercitar la comprensión oral.
SEGUNDO BÁSICO
ACTIVIDADESPROPÓSITOS
Juegos tradicionales: Luche, Antón Pirulero, la escondida, la gallinita ciega, corre el anillo, ha llegado carta, entre otros.Comprender explicaciones de un juego. Seguir las instrucciones.Favorecer el aprendizaje autónomo. Conectar con textos de tradición oral.
Dibujar siguiendo instrucciones: se entrega oral-mente cada paso para completar el dibujo de un objeto dado. Se puede variar entregando las instrucciones por escrito. Luego deben explicar los pasos seguidos para realizarlo.Interpretar indicaciones.Organizar la información en el discurso. Describir imágenes.
Dibujar al personaje de un cuento corto o poema: se lee el poema pidiendo a los niños que cierren los ojos y se imaginen al personaje mien-tras escuchan. Después lo dibujan y describen al resto lo que dibujaron.Describir oralmente.Potenciar la imaginación y la creatividad.
Describir donde viven: conversación en círculo se realiza un diálogo sobre lugar donde viven en relación al colegio de modo que a través de preguntas indiquen ubicación geográfica: cómo llegar de la casa al colegio; recorrido que realizan para llegar; personas que viven cerca de la plaza, la iglesia, etc.Luego representan en parejas una persona que le pide indicaciones para llegar a algún lugar. Lo fundamental es que organicen el discurso utilizando palabras de cortesía, formalidad, puntos de referencia, claridad y orden lógico, etc. y deben dibujarle un plano.Dar indicaciones de direcciones.Usar estrategias para pedir y dar información.Dar referencias verbales para ubicación espacial.

Bennett-Amistead, Duke y Moses (2005) plantean que para apoyar el desarrollo del lenguaje en los niños más pequeños, tanto en el ambiente familiar como en el escolar es fundamental:

• Hablar con los niños siempre y en cualquier lugar, aprovechar cada momento para conversar con ellos, ya que constituye uno de los aspectos más importantes en esta etapa.

• Hacerlo en cercanía, de modo que pueda involucrarse mejor en lo que le está diciendo.

• Escuchar activamente dando la señal al niño de que se le está escuchando y responder a lo que dice, extender lo que dice y dar explicaciones.

• Hablar con los niños acerca de sus actividades diarias e ir más allá del aquí y ahora, realizando preguntas abiertas que permiten usar un lenguaje más complejo.

• Hacer lecturas en voz alta de cuentos y poemas.

• Cantar canciones.

• Usar un vocabulario variado y en contextos de apoyo, por ejemplo:

– Usar lenguaje que ayude a los niños con claves que le permitan entender la nueva palabra mejor (en lugar de decir “esta es una llama”, decir “este animal es una llama”).

– Agregar información: proveer sinónimos, descripciones y ejemplos que amplíen la información.

• Promover la curiosidad acerca de las palabras:

– Alabar cuando preguntan por el significado de palabras que no conocen o cuando manifiestan que no comprenden algo.

– Modelar preguntas. − Generar interés en palabras.

• Estimular las conversaciones entre pares.

• Proveer accesorios o materiales que promuevan el lenguaje oral: celulares, micrófonos, títeres, entre otros.

A continuación se sugieren otras actividades apropiadas para el desarrollo del lenguaje que promueven la participación activa de los estudiantes:

• Hablar sobre un objeto de interés del niño para presentarlo al resto del curso.

• Compartir una noticia diaria, primero en forma oral, luego escrita para discutir con el curso.

• Participar en lecturas compartidas, es decir, leer un texto junto con el profesor para que el texto llegue a ser más familiar.

• Participar en sesiones de lectura guiada (profesor con un pequeño grupo de niños con el mismo nivel lector) para tener ricas oportunidades para conversar y discutir sobre el texto a leer.

• Realizar juego simbólico ya que provee una base importante para el desarrollo de la lectura y escritura.

• Discriminar diferentes sonidos de la naturaleza o producidos por diferentes elementos.

• Reconocer y reproducir sonidos guturales de los animales como rebuznar, balar, mugir, ladrar, entre otros.

• Reconocer y reproducir sonidos onomatopéyicos, vocálicos, consonánticos, tales como ¡plaf! ¡crachs!

• Ejercitar la memoria auditiva de sonidos, secuencias rítmicas sencillas, canciones, etc.

• Realizar completación de frases, derivación de palabras, formación de familias de palabras, de asociación de palabras, búsqueda de contrarios.

• Realizar adivinanzas, retahílas, acertijos con los niños.

• Hacer uso del lenguaje de manera funcional en diferentes situaciones de comunicación, relacionado con normas de cortesía, pedir atención, solicitar, negar, expresión de sentimientos y deseos, opiniones.

• Responder preguntas explícitas o inferenciales en forma oral.

• Responder preguntas para clarificar y confirmar significado de un texto leído.

• Escuchar atentamente por períodos cada vez más crecientes.

• Responder preguntas que conecten información y situaciones con experiencias personales.

• Hacer uso de nuevo vocabulario y construcciones gramaticales.

• Buscar y compartir información.

• Escuchar para identificar palabras y oraciones.

• Seguir instrucciones verbales.

• Hablar para comunicar datos, hechos e ideas.

• Hablar con el fin de comunicar significados de escrituras, dibujos y experiencias personales; reportar brevemente información a pares y adultos familiares.

• Mantener conversaciones y discusiones.

• Seguir instrucciones.

• Parafrasear lo que se ha entendido de un cuento escuchado, una noticia o una conversación.

• Participar en actividades que desarrollen la conciencia fonológica.

Kirkland y Patterson (2005) proponen que a través de una buena organización del ambiente de la sala, de actividades apropiadas al desarrollo del lenguaje oral es posible que los alumnos establezcan conexiones con la literatura y con los contenidos curriculares.

Se puede facilitar el desarrollo del lenguaje oral a través de la planificación cuidadosa del medio ambiente de la sala, de manera que esta provea amplias oportunidades para involucrarse en conversaciones auténticas. Sería adecuado, entonces, utilizar los distintos elementos de la sala para el uso de intercambios lingüísticos entre los alumnos y entre ellos y el educador:

• Textos escritos por los niños: para leerlos y comentar sobre ellos. Estos textos tienen mucho más significado que el material comprado o hecho por los adultos.

• Impresos pegados en la pared: para leerlos y compartir en relación a las tareas que se realizan (horarios, alumnos que no asistieron a clases, etc.).

• Bibliotecas de aula: que les permiten elegir y argumentar la elección, leer y comentar un texto, recomendar. La buena literatura provee un excelente modelo de lenguaje y da oportunidades para conversar y discutir sobre ello.

– Tener buenos autores y cuentos invita a los niños a retomar el libro muchas veces, volver a contarlo e iniciar conversaciones sobre lo leído.

– Contar con libros que incluyan palabras que permitan ampliar el vocabulario, como también aquellos que permitan “jugar” con el lenguaje que tanto disfrutan los niños en estas edades.

– Realizar lecturas en voz alta todos los días, en forma sistemática.

PROGRESIÓN DE APRENDIZAJES EN COMUNICACIÓN ORAL EN LA EDUCACIÓN INICIAL

Durante el período inicial de la vida se pretende desarrollar la capacidad de “comunicar sensaciones, vivencias, emociones, sentimientos, necesidades, acontecimientos e ideas a través del uso progresivo y adecuado del lenguaje no verbal y verbal, mediante la ampliación del vocabulario, el enriquecimiento de las estructuras lingüísticas y la iniciación a la lectura y la escritura, mediante palabras y textos pertinentes y con sentido (Mineduc, 2005, p. 59).

En lo que respecta a la comunicación oral, se espera que los niños desde el nivel de transición, sean capaces de participar en conversaciones, siguiendo reglas acordadas como son escuchar atentamente a los demás y turnarse para hablar. Además, se espera que sigan una conversación a través de intercambios verbales que poco a poco progresan, siendo capaces de responder a los comentarios de los demás y vincular las conversaciones propias con la de otros. El hacer y responder preguntas es otro aprendizaje importante, que avanza hacia preguntas para aclarar confusiones y tener una explicación más detallada que les permita comprender en forma más profunda los temas o textos en discusión.

En la etapa inicial, los niños comienzan comprendiendo y siguiendo instrucciones una a dos pasos para aumentar progresivamente hasta tres o cuatro. Y respecto al habla, se espera que progresen desde hablar para expresar pensamientos, sentimientos e ideas, hacia producir oraciones completas cuando sea pertinente a la tarea y a la situación, con el propósito de entregar detalles. En síntesis, se espera que los niños sean capaces de actuar en distintas situaciones utilizando la lengua oral con diferentes propósitos y con una expresión adecuada.

Otro aspecto tiene que ver con la capacidad para describir personas, lugares, objetos y sucesos, la que poco a poco va avanzando hacia proporcionar detalles adicionales con apoyo del adulto, para luego hacerlo en forma clara y autónoma. Ya en segundo básico se espera que los estudiantes sean capaces de planificar y realizar presentaciones orales bien elaboradas, con detalles y con una secuencia lógica.

En definitiva, se espera que los alumnos escuchen críticamente y respondan adecuadamente a los intercambios verbales orales, conversando de modo tal que se entiendan sus ideas claramente, utilizando un ritmo y modulación adecuada.

Para mejorar la competencia oral de los niños es necesario que el profesor cree situaciones comunicativas en la clase con el fin de que los estudiantes aprendan a reflexionar sobre el uso de la lengua para lo cual el profesor debe decidir sobre qué contenidos hará reflexionar a sus alumnos, cuál es el momento más adecuado para hacerlo y cómo organizará la enseñanza para permitir que todos participen (Vilá, 2005).

EVALUACIÓN DE LA COMUNICACIÓN ORAL

Varios autores coinciden en que la evaluación de la comunicación oral debiera proporcionar información que permita analizarla en contextos más amplios que sólo definir lo correcto e incorrecto, más bien identificar qué habilidades necesitan ser aprendidas por el alumno para comunicarse en forma adecuada en diferentes contextos (Quiles, 2006). Lo fundamental, dice Araya (2011), es el proceso y no el producto, por lo que es fundamental tener claridad respecto a las habilidades y conocimientos en cada nivel escolar.

Si bien se proponen como procedimientos de evaluación la observación de la competencia lingüística dentro del aula, el análisis del lenguaje a partir de muestras de producción espontánea y procedimientos estandarizados, es frecuente la dificultad para evaluar el progreso de los alumnos en la comunicación oral; como dice Gutiérrez (2014), se trata de una de las tareas más difíciles, dado su carácter subjetivo, lo que exige utilizar herramientas (tablas de especificaciones, rúbricas, matrices de valoración) que permitan obtener información lo más auténtica posible, de modo de realizar un proceso de reflexión respecto al desempeño oral de los estudiantes.

Desde esta perspectiva formativa de la evaluación, es fundamental disponer de criterios e indicadores para orientar la evaluación en contextos auténticos de enseñanza aprendizaje.

Se hace necesario no sólo evaluar las competencias de los estudiantes sino que el profesor debe reflexionar sobre el proceso didáctico llevado a cabo y en qué medida ayudó a los alumnos a promover aprendizajes.

Quiles (2006) propone el siguiente modelo:

MODELO DE EVALUACIÓN DEL PROCESO DIDÁCTICO1
SEGUIMIENTOMucho/siemprePoco/casi nuncaNada/ nunca
¿Hemos guiado al alumnado en la identificación de las tipologías textuales?
¿Hemos sabido acercarlos a estos géneros de la literatura oral de forma lúdica y atractiva?
¿Los medios audiovisuales han sido empleados de forma responsable y secuenciada?
¿Hemos propiciado el diálogo y el debate?
¿Hemos presentado la actividad de un modo atractivo?
¿Hemos sabido guiar un diálogo pedagógico al servicio del uso de la lengua?
¿Hemos facilitado la adquisición de los objetivos propuestos?
¿nos hemos propiciado el trabajo interdisciplinario?
¿Hemos sabido integrar las TIC en el proceso de aprendizaje?
Enseñar a leer y escribir en educación inicial

Подняться наверх