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EL DIRIGISMO CULTURAL Y LAS SERIES

Natalia Reig Aleixandre

La cultura, en una primera aproximación, es la elevación de la persona humana de un hábitat natural hostil a un contexto posibilitador y humanizado. Sin embargo, esta consideración sería muy pobre si no añadimos que su capacidad intelectiva y su voluntad posibilitan que sus relaciones, más allá de la mera utilidad, edifiquen nuevas formas de explorar lo que les circunda y de expresar su interioridad.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua la define como: «Conjunto de conocimientos e ideas no especializados adquiridos gracias al desarrollo de las facultades intelectuales, mediante la lectura, el estudio y el trabajo». Y añade la RAE en la segunda acepción: «que caracterizan a un pueblo, a una clase social, a una época». La cultura pone de manifiesto la posibilidad humana de crear relaciones interpersonales y que de estas surja algo nuevo que nutra la vida de los miembros de la sociedad.

Somos agentes de cultura. Construimos la cultura y esta es una alta manifestación de nuestra libertad y de nuestra aspiración transcendente en la búsqueda de la verdad, el bien y la belleza. El Concilio Vaticano II lo expresa así:

Con la palabra cultura se indica, en sentido general, todo aquello con lo que el hombre afina y desarrolla sus innumerables cualidades espirituales y corporales; procura someter el mismo orbe terrestre con su conocimiento y trabajo; hace más humana la vida social, tanto en la familia como en toda la sociedad civil, mediante el progreso de las costumbres e instituciones; finalmente, a través del tiempo expresa, comunica y conserva en sus obras grandes experiencias espirituales y aspiraciones para que sirvan de provecho a muchos, e incluso a todo el género humano (Gaudium et spes, 1965, 53).

Solemos pensar que vivimos en la cultura que nos han dejado nuestros abuelos y nuestros padres. Y al mismo tiempo que nuestros hijos y nietos heredarán la cultura que estoy construyendo con mis coetáneos. Por eso, asumimos diversos compromisos: la calidad del aire, el reciclaje de los desperdicios, la gestión de los recursos naturales…, en fin, queremos mantener esta casa común que es el planeta para que en él puedan vivir nuestros descendientes. Invertimos en la educación de nuestros hijos porque queremos darles una cultura. En la universidad hacemos ciencia: buscamos nuevos fármacos, inventamos tecnología, diseñamos mejoras para favorecer la estética de nuestra casa y ciudad. Somos artífices de cultura porque nos preocupamos por «la persona venidera». En definitiva, hacemos todo esto porque queremos dejar a nuestros hijos una sociedad mejor preparada y más humana.

La palabra cultura etimológicamente proviene de cultus que en latín significa, cultivo, haciendo referencia al campo sobre el que ya se ha ejercido una acción humana encaminada a producir hortalizas, verduras o frutas.

¿Podría ser todo esto una ilusión? ¿Acaso no hemos sentido fuerzas enormes que erosionan como torrentes desbocados la tierra que ya habíamos arado con sudor? Han crecido en nuestra sociedad vigorosos matorrales de violencia, malas hierbas de deshumanización que no provienen de nuestras tareas de cultivo. Esto nos lleva a cuestionarnos seriamente.

Estamos asistiendo a nivel internacional al nacimiento de una nueva civilización donde grandes poderes económicos se alían con ciertos activistas agrupados en lobbys para crear una cultura en sintonía con sus propios intereses. Inoculan en nuestra sociedad, a través de diversos medios, una forma de ver la vida que no es la que hemos deseado ni para nosotros ni para nuestros hijos.

Todos los hechos que observamos podrían ser definidos como dirigismo. La RAE define este término como: «Tendencia del gobierno o de cualquier autoridad a intervenir de manera abusiva en determinada actividad».

«Las ideologías y el dinero han logrado un dirigismo cultural que pretende una nueva cultura asentada en un inmanentismo antropocéntrico» (Gutiérrez García, 2001, 513). Existen dos premisas fundamentales: interesa el disfrute presente con un marcado acento hedonista y no la satisfacción profunda de los deseos de verdad, bondad y belleza. La segunda premisa es la opción por una libertad absoluta como dinamismo vital. Esta visión de la libertad pierde la referencia básica con la realidad fisiológica y psíquica de la persona humana. Un ejemplo de ello es el desfase entre lo que algunos quisieran que fuera la sexualidad humana y lo que es realmente. Todo esto deja, a la larga, a muchos jóvenes tendidos en la cuneta de la vida.

¿Qué es lo que hay detrás de todo esto? Una clara intencionalidad de dirigir la cultura. Lo que observamos no es un conjunto de confluencias producto del azar o de procesos aleatorios. Esta observación no se alinea con las teorías conspiratorias. Simplemente obedece a una mirada neutral y paciente de los hechos que nos rodean.

Lo que subyace en las operaciones del dirigismo cultural es el afán arrollador por cambiar la identidad histórica de los pueblos y situar a estos dentro de la órbita del humanismo inmanentista que establece el clima adecuado para que los económicamente poderosos dominen a los socialmente débiles (Gutiérrez García, 2001, 107).

Ciertas ideologías han confluido con grandes capitales que ven en la difusión de estas ideas la segura obtención de beneficio. Ambas son fuerzas anónimas en las que destaca algún rostro emblemático (cantante, actor, presentador de programa…) que abandera la causa. Sobre todo, supone un incansable trabajo de «vestíbulo», pues estos grupos se han hecho fuertes atrayendo a otros en las entradas de las grandes salas de los organismos nacionales e internacionales.

El dirigismo cultural posee un amplio y variado acervo de métodos. López Quintás, junto a otros, expresó su preocupación por la manipulación del lenguaje. El pensamiento hace el lenguaje, pero también el lenguaje hace el pensamiento. No en vano se usa la expresión de «interrupción del embarazo» para hablar del aborto. Una interrupción supone que en cualquier momento puedo reemprender la actividad que he dejado pospuesta. Sin embargo, bien sabemos que, cuando se interrumpe el embarazo, ya no podrá continuar. Se busca una expresión inocua para no enfrentar nuestros oídos a una intervención con tonos siniestros.

El segundo método es la banalización del mal, como explicó certeramente Hannah Arendt al detallar el juicio contra Eichmann en Jerusalén. Este nazi no era un psicópata ni un monstruo. Los análisis psicológicos muestran que era una persona normal y el sacerdote que habló con él expresó que la impresión que le dio era la de una persona con «ideas positivas». Sin embargo, esa persona tan normal fue el arquitecto de la «solución final» donde miles de judíos murieron gaseados. Hannah Arendt reflexiona en que un individuo cualquiera, en un sistema totalitario en el que sea común cierta práctica homicida, puede llegar a convertirse en un asesino sin escrúpulos. Una cultura en la que el asesinato se practique de manera cotidiana puede llegar a ver este hecho espantoso como algo tan banal como conducir un coche o lavarse los dientes. Banalizar significa despojar de valor, reducir a papel de fumar un gran lienzo de Velázquez. Vaciar de sentido la realidad.

Esta estrategia de manipulación hace mella en una sociedad en la que predomina el pensamiento débil y la falta de reflexión. Asistimos a una banalización de la violencia y una banalización de la sexualidad. La violencia campea en la literatura actual, en el cine, en los videojuegos. Forma parte de nuestra cotidianeidad e infelizmente nos acostumbramos a ver escenas escalofriantes en las noticias. Nos hemos inmunizado, y aunque comentemos con cierto horror algún episodio de violencia doméstica, permanecemos insensibles a otros muchos actos violentos.

La trampa del vacío también se ha tendido sobre la sexualidad humana. La persona es un ser sexuado y esto supone para ella la posibilidad de un lenguaje de amor más allá de toda palabra. El beso, la caricia, el abrazo, el acto sexual…, suponen altas formas de expresión de amor y unión. La persona es un ser hecho para otro. El otro nos completa, ensancha nuestros horizontes vitales y nos magnifica. «Me realizo en el contacto con el tú; al volverme Yo, digo Tú» (Martin Buber, 1984, 14). Cuando la relación de un yo con un tú, tiene en sí mismo la posibilidad de engendrar y dar vida, refleja la grandiosidad del amor de Aquel que es la Vida con mayúsculas. Las relaciones no son triviales, menos cuando hablamos del amor erótico, entendido en su más genuino sentido.

[…] destaca, como arquetipo por excelencia, el amor entre el hombre y la mujer, en el cual intervienen inseparablemente el cuerpo y el alma, y en el que se le abre al ser humano una promesa de felicidad que parece irresistible, en comparación del cual palidecen, a primera vista, todos los demás tipos de amor (Benedicto XVI, Deus caritas est, 2).

El tercer método es la presencia activa y prominente en los medios de comunicación. Ejemplo de ello es la plataforma streaming Netflix. En los últimos cuatro años ha realizado 18 títulos donde la trama principal es el sexo presentado con tintes ideológicos: Sense 8, Holding the man, Boys, 4th man out, Four moons son algunos de los títulos destacados.

Todo esto hace que prevalezca la dinámica del pensamiento único. Es decir, se descalifica automáticamente como retrógrada e intolerante toda idea o persona que no vaya en consonancia con esta ideología. El dirigismo cultural en nombre de la defensa de ciertas libertades, crea una férrea dictadura donde la cultura queda secuestrada por dicho poder y los disidentes, en un momento no muy lejano, podrían llegar a ser marginados.

Nos detendremos a continuación en dos series: la primera Vikings, disponible en Netflix y HBO; la segunda Girls disponible en HBO.

Vikings es una serie canadiense creada por Michael Hirst. Recrea con habilidad el ambiente de la Alta Edad Media en Escandinavia y narra episodios de la vida del personaje histórico Ragnar Lothbrok y de sus hijos. Es una producción de History Channel, disponible en HBO y Netflix. Se aprecia una buena documentación y fidelidad histórica, exceptuando cierto desorden cronológico y licencias cinematográficas. Dichas licencias buscan resaltar su carácter épico y la distancian de un documental para convertirla en una serie de entretenimiento. Toda narrativa presenta un héroe o un antihéroe (víctima de fuerzas funestas) con el que el espectador inconscientemente se identifica. Este factor psicológico es indispensable en todo relato. Llama la atención en esta serie la violencia continua y explícita del protagonista y de sus coetáneos. Sin duda verosímil en un pueblo que basaba su economía en el saqueo, se caracterizaba por su crueldad y por el oscurantismo de sacrificios humanos a sus deidades. No obstante, en nuestra sociedad marcada por la violencia y por preocupantes asesinatos cometidos por adolescentes, nos planteamos la conveniencia de escenas tan espeluznantes como las que hemos visto. No se trata simplemente de escenas de batallas. En varios episodios se nos presenta la tortura del águila de sangre sin ahorro de detalles. En otra escena aparecen suspendidos los cuerpos de las víctimas ofrecidas a Odín, que se desangran lentamente. La serie no pretende ser un documental histórico para entendidos en la materia, sino que busca ser ocio y entretenimiento. Está al alcance de todos aquellos que tengan un smartphone o tablet, lo que incluye a niños y adolescentes. La acumulación de escenas sangrientas, junto a la normalización de la crueldad, llega a crear una banalización de la violencia.

En segundo lugar, analizamos Girls, serie creada y protagonizada por Lena Duham. En ella se recrean las vivencias de varias veinteañeras que viven en Brooklyn. Todo empieza cuando la protagonista, Hannah Horvath, es avisada por sus padres de que no la seguirán manteniendo y tiene que buscar un trabajo. Hannah quiere ser escritora, pero fluctúa constantemente entre sus aspiraciones y su realidad poco halagüeña. El sexo aparece desde el primer episodio, en el que Hannah parece someterse a los gustos de su pareja, y continuará apareciendo en cada capítulo. Los personajes tienen relaciones sexuales con distintas personas, a veces por placer, otras por miedo a decir no a alguien deseado. En algún episodio el sexo es la manera de encumbrarse hacia el éxito, en otras es el desahogo de grandes frustraciones. En un episodio aparece una violación y, en otro, acoso sexual; ambos causaron mucha polémica entre la audiencia. Observamos que el abuso de este tema lo desgasta y devalúa. Por otro lado, la sexualidad aparece como algo trivial, se puede hacer con cualquiera y por cualquier motivo. Carece de un sentido profundo. En la vida real vemos cómo el sexo sin amor y la promiscuidad suelen traer consecuencias negativas para la salud física y psíquica. En muchos casos, también produce un hastío existencial. La serie no presenta estas consecuencias. Observamos, en este sentido, la falta de verosimilitud en el argumento.

El análisis realizado, lejos de conducirnos al pesimismo, tiene el propósito de alentarnos en la urgencia de transmitir un verdadero humanismo. El dirigismo cultural permea muchos sectores de la sociedad. No obstante, el papel de la universidad católica, de los cristianos y de toda persona de buena voluntad es primordial: la verdad, la bondad y la belleza tienen en sí mismos la capacidad de difundirse. Es decisiva una toma de conciencia, serena y realista, de los hechos mencionados para crear una cultura fundamentada en la dignidad humana.

BIBLIOGRAFÍA

ARENDT, Hannah (1999). Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal. Lumen: Barcelona.

BENEDICTO XVI (2005). Deus caritas est. Palabra: Madrid.

CONCILIO VATICANO II (1965). Gaudium et spes. BAC: Madrid.

GUTIÉRREZ GARCÍA, José Luis (2001). Introducción a la Doctrina Social de la Iglesia. Ariel: Barcelona.

LÓPEZ QUINTÁS, Alfonso (1998) La revolución oculta. Manipulación del lenguaje y subversión de valores. Ppc: Madrid.

— (2001). La tolerancia y la manipulación. Rialp: Madrid.

WEBGRAFÍA

Anne with and E, disponible en https://es.hboespana.com/ [consultado el 26 de octubre de 2018].

Girls, disponible en https://www.netflix.com/es/ [consultado el 26 de octubre de 2018].

Mayo del 68 - Volumen II

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