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PRÓLOGO

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Ensayos sobre la ternura

Daniel Calméls

Géneros y psicomotricidad: las corporeidades en clave feminista es un libro que, al leerlo, me invita a anunciar en este prólogo todos los hallazgos que encuentro como lector, pero la tentación de hacerlo me llevaría a realizar un texto que funcionaría casi como un espejo, que reuniría una condensación del propio libro.

Si bien cada capítulo tiene vida propia y se enlaza con los otros, hay uno clave, que no proviene solo de la psicomotricidad ni de la antropología ni de las cuestiones de género, aunque su contenido se refleja en todo el libro; este es el primer capítulo, “Leer corporizando la letra”. Siendo el primero, ubicado estratégicamente, nos prepara para la lectura. Yo, lector, comienzo a leer un libro que me habla de la lectura y, en su segundo capítulo, “Escribir con la fuerza del cuerpo”, de la escritura. ¿Me disponen para leer lo escrito?

Vayan, a modo de síntesis, frases del primer capítulo, “Leer corporizando la letra”:

 Leer implica una acción deseante.

 En el leer nos sentimos necesitados.

 Ir al encuentro lector es dejar una zona abierta a lo otro, es hacer un espacio que dé hospedaje a lo tuyo extraño en lo mío.

 Leer es una indagación –profana– de un texto.

 Leer seriamente es hacer del texto un juguete.

 Leer apasionadamente (no solo con entusiasmo) es una aventura dionisíaca que nos potencia corporalmente.

Fue necesario comenzar el libro con la lengua, en su lectura y escritura, desde una posición feminista, que excluye la queja para posicionarse en una práctica de la escritura, velada a las mujeres durante siglos: “Sabemos que el poder androcéntrico y el sueño lineal colonizador ha cercenado la lengua femenina, construyendo visiones del mundo desde la perspectiva masculina”.

No es un libro para leerlo de una sentada; es un libro extenso, no por la cantidad de hojas sino por su alcance. Va a ser leído por profesionales de diversas disciplinas. Los quince capítulos que dan cuerpo a este libro tienen entre sí un dinamismo tal que nos invita continuamente a realizar dos movimientos: releer y avanzar. En el primero, releer, se regresa para comprender, afirmar, disfrutar de una frase. En el segundo, avanzar, movido por el interés de seguir leyendo, querer más.

Este es el tercer libro de Mara Lesbegueris, quien antes publicó Juegos en el papel y ¡Niñas jugando! Mi cercanía con la autora me permite funcionar como testigo de la elaboración de su obra. En la intimidad de la cocina escritural de Mara Lesbegueris reconozco la tarea de otros futuros libros: En las fronteras del jugar, un libro de relatos cortos donde enlaza hechos reales que bordean un camino ficcional; otro texto que lleva por nombre Composturas de muñecas, que espera su tiempo de edición, y un libro dedicado a la formación de profesores y profesoras de Educación Física, que renueva la forma de pensar el cuerpo, libro que aún está en la búsqueda de un título.

Mara propone una política de los cuerpos en relaciones amorosas, de cuidado, propuesta que parte de la acción a la teoría, o sea que nace en una práctica amorosa que quienes están, estamos, en cercanía le reconocemos.

El lector encontrará un recorrido de sus participaciones en diversos ámbitos de la salud y la formación, lo cual da cuenta de una práctica vivida y una escritura ensayística donde la práctica del pensar tiene un apoyo empírico. Ha participado activamente durante décadas como docente en la formación corporal del psicomotricista y en el trabajo con docentes y profesionales de diversas áreas, experiencia que se concentra en el capítulo “La experiencia corporal: notas sobre la formación profesional y la práctica psicomotriz”. Dice allí:

El dispositivo de “formación corporal de la o el psicomotricista” predispone la experiencia corporal como una instancia ideológica y estratégica para ese particular modo de “hacerse” y “ser” psicomotricista. No se trata de informarse sino de formarse corporalmente, y es allí donde recursivamente pensamos la relación entre teoría y práctica, conceptos encarnados desde la experiencia y las prácticas que interpelan saberes instituidos, dando lugar a nuevas apropiaciones conceptuales.

Las reflexiones propuestas y la posición tomada desde la psicomotricidad con relación al género y al feminismo han sido bien recibidas por colegas de Argentina, Latinoamérica y España. Era necesaria en la psicomotricidad una posición de vanguardia que desde el feminismo y las cuestiones de género ampliara, a partir de nuestra práctica, la mirada hacia el cuerpo en sus manifestaciones.

No puedo eludir nombrar la presencia de las citas de mis escritos. En ellas, a modo de confesión, he encontrado sentidos que desconocía o había olvidado, por lo cual la lectura de este libro en el proceso de escritura de este prólogo fue un aprendizaje, no solo por este detalle anecdótico, sino por el amplio campo de lecturas que la autora tiene el estilo de nombrar lejos de la jactancia de erudición. Hace un desarrollo conceptual del conocimiento, con el detalle continuo y riguroso de la cita, sabiendo que implica hacer un lazo entre personas que no se conocen: citar implica un encuentro con el pensamiento del otro, una “cita” del pensamiento.

Dice Mara Lesbegueris: “Escribir es lengua y estilo, texto y contexto”. ¿Cuáles serían algunos detalles de su estilo, esos que a veces escapan de las lecturas? Hay cuatro formas que cualifican su escritura: el uso de la pregunta, la enumeración y el pie de página, así como, a nivel conceptual, el descentramiento.

Pie de página. Usa textos al pie de la página no cuando el texto desborda, no como exceso, sino para acotar datos que aclaran el contenido conceptual. Los pies de página cumplen con su fin de apoyo, en este caso a los conceptos que necesitan extenderse en sentido y diluir cierta pátina de oscuridad por la cual se deja al otro en el lugar de “no saber”.

En ocasiones el pie de página desarrolla una experiencia personal que compete al tema tratado, o una reflexión; o sea, funciona como un reservorio al cual se tiene la opción de entrar.

Preguntas. El uso de la pregunta es clave en su estilo. Más de 150 preguntas son el motor que dinamiza el texto. Si bien algunas son preguntas retóricas, en su mayoría –tomando las palabras de la autora– son “viscerales”. Trabaja con una afirmación seguida de preguntas, que movilizan lo afirmado y lo enriquecen con los interrogantes que le suceden. Parte de la idea de que “leer en clave feminista es rodear al escrito con preguntas que permiten, con suerte e insistencia, que ese texto y nuestro propio cuerpo se abran un poco más”.

Afirmación-pregunta:

 Escribir es un momento intenso de intimidad. ¿Un refugio silencioso? ¿Una soledad necesaria para la apertura al mundo? ¿La soledad con alas?

 En el texto escrito converge, por lo tanto, la historia del escribiente con parte de la historia de la humanidad. ¿La escritura como agenciamiento colectivo de enunciación? ¿Huella? ¿Signo móvil? ¿Sombra de mi sombra que se va empequeñeciendo hasta desaparecer?

En el capítulo dedicado a las emociones, esta pregunta es una vía de ampliación de sentidos, congelados por las instituciones universalistas: “¿La emoción se vive de igual modo en función de la clase, raza, género, diversidad funcional?”.

Enumeración. La enumeración tiene la función de completar una idea a partir de detalles que configuran la identidad conceptual de un todo y, al mismo tiempo, desplegar un ritmo que cabalga en la voz silente del lector:

A lo largo del tiempo y en las diferentes regiones las muñecas pueden devenir en objetos de adoración, de emblema, de protección, de suerte, de juego, de colección, de consumo. Pueden tener diversas formas y figuras, asumiendo el estatus de tótem, amuleto, talismán, fetiche, ofrenda, reliquia, juguete, acompañante, souvenir, espejo, doble o mercancía. Participan en numerosos ritos, fiestas y juegos.

Descentramiento. No solo hablo aquí del corrimiento del adultocentrismo y el logocentrismo, sino principalmente porque es una escritura descentrada, que trabaja con dos o más centros. Con dos centros como la elipse, en la medida en que integra dos ejes de simetría; en ese sentido, es una escritura barroca, de insistencia y variación, y a su vez una mirada más general en la cual la figura sería el triángulo, cuyas tres bisectrices de los ángulos internos se unifican en un punto de convergencia. La posición de Mara Lesbegueris es una “política de convergencia” de saberes de diversos campos: género, psicomotricidad y antropología, con el aporte de la filosofía de Gilles Deleuze y Michel Foucault, la semiología de Roland Barthes y la sociología reflexiva de Pierre Bourdieu.

El término “texto” es el adecuado para describir cómo se “tejen” conocimientos de diversas disciplinas. Escribe Mara Lesbegueris:

Este libro está escrito desde mis propias “transiciones profesionales”, en un “entre” que desborda (pero incluye) lo psicomotor, lo antropológico, los feminismos, lo queer, lo crip.

El libro se llama Géneros y psicomotricidad: las corporeidades en clave feminista, pero bien podría tener una contratapa, espacio que suele orientar al lector, que dijera:

Estudios sobre las ideas que conmocionan los cuerpos aferrados a los mandatos, o escritos en revuelta,

o de cómo la pregunta horada las certezas patriarcales y colonizadoras;

o de cómo la ternura descascara la oscura pátina del congelamiento afectivo que nos hace mirar al diferente como un extraño;

o de cómo una mujer escribiendo denuncia las injusticias y anuncia las luchas posibles;

o de cómo la psicomotricidad se posiciona de su objeto de estudio en clave feminista;

o de cómo hacer que la ternura supere a la crueldad;

o de qué hacer en un país donde cada veintiséis horas asesinan a una mujer;

o Nunca Más, Ni Una Menos, Con Vida Las Queremos.

Géneros y psicomotricidad

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