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1. Leer corporizando la letra

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Me propongo reflexionar sobre los modos en que la corporeidad se ve implicada en el acto de leer, sabiendo que la complejidad de dicho proceso merecería integrar otras relaciones, perspectivas y lecturas posibles.

Asumiendo tal recorte, me pregunto: ¿qué tipo de relación se establece entre el cuerpo del lector y el cuerpo del autor?, ¿qué lugar tienen nuestras propias escrituras corpóreas en el momento de leer?, ¿cómo se ponen en funcionamiento nuestra mirada y nuestra escucha para abrir legibilidad en lo escrito?, ¿cómo in-corporamos la corporeidad del otro de la enunciación?

Pensando en el lugar de las manifestaciones corporales:1 ¿es posible escuchar la voz del otro en el cuerpo de la letra? ¿Qué clase de indagación corpórea permite trascender lo literal de la letra?

¿Bajo qué condiciones un escrito puede transformarse en un texto?

¿Qué acciones y pasiones se manifiestan en el leer? ¿Qué vinculación tiene la lectura con los sabores, el placer y el hambre de significación?

Afectaciones

Leer no es una operación intelectual desprendida del cuerpo. Cuando leemos resonamos tónica, muscular y emocionalmente con lo leído. Nos afectamos, en el mejor de los casos. Asumimos una posición. Nos identificamos con lo dicho, lo rechazamos, lo valoramos –siempre– desde nuestras propias escrituras corpóreas. Leemos desde las voces y los textos que han tramado como soporte a nuestro cuerpo.

Efectuaciones

Leemos para que los otros nos escriban y nos ayuden a encontrar nuevas ideas, imágenes y sentires. Leemos y, cuando lo hacemos, lo escrito deviene en texto. Leemos y leer nos transforma, amplía nuestra mirada imaginante y nuestra escucha comprensiva. Leemos para construir significaciones más allá de lo literal. Leemos y abrimos la legibilidad de lo escrito desde el borde de lo que sabemos, imaginamos o pensamos construyendo nuevos espacios de significación.

Deseo

No hay una postura corporal ideal para leer. Leer implica una acción deseante. Se puede leer desde cualquier posición y contexto. Seguramente las condiciones ambientales de comodidad pueden facilitar la lectura, pero leer… leer se emparenta más con la necesidad que con la pedagogía de la postura y las posiciones, y, así, hasta de pie y apretujados, leer urge y se torna liberación.

Apertura

En el leer nos sentimos necesitados y eso arma una actitud de disponibilidad hacia los otros, una apertura, un compromiso cooperativo que termina de dar vida a un proyecto generativo.

Encuentro

Leer corporizando la letra es discontinuar mi propio decir para ir al encuentro de algo que está a punto de ser y me pone en suspenso. Sí, para leer tengo que suspender mis críticas y mis explicaciones, suspender lo mío, mío tallado en mis preconceptos, presentimientos y prejuicios (aunque las lecturas previas, incorporadas, sean las que me permitan contar con códigos de significación para poder leer). Ir al encuentro lector es dejar una zona abierta a lo otro, es hacer un espacio que dé hospedaje a lo tuyo extraño en lo mío. Leer encontrando una zona de proximidad en la sintaxis emigrada.

Indagación

Leer no es solo interpretar un escrito críticamente. Lectura crítica… como si fuera posible que ese texto construido estuviera por fuera o ajeno a mí. Tampoco se trata de una lectura devota, esa que toma un escrito como un objeto sagrado al que se le rinde culto de sumisión. Letra petrificada que deja de ser nómada y queda fijada como una estatua, ícono de significación.

Leer nos implica corporalmente en una tarea dedicada y nos compromete en su invención. Leer es una indagación –profana– de un texto. Cuando leo, ese escrito se dirige hacia mí y en ese tránsito se textualiza con mi cuerpo. ¿Qué viene a decirme ese escrito? ¿En qué me afecta? ¿Qué conceptos, ideas, imágenes, sensaciones, interrogantes despierta lo que dice? ¿Qué abre como acontecimiento inédito en mí? ¿De qué modo dice lo que me dice? ¿Qué dice en sus intersticios interpelándome?

Voces

Leer no es un acto perceptivo. No se trata de decodificar un código escrito a otro verbal-intelectual. Leemos y las palabras escritas susurran ideas, y la voz de otro se lee en el cuerpo de la letra, y la lengua nos toma por sorpresa y balbuceamos como si las palabras adquiridas necesitaran ser ritmadas de otras formas. En un enunciado puede haber múltiples2 voces, que se corresponden con puntos de vista diversos.

Transicional

Leer seriamente es hacer del texto un juguete. La experiencia lectora transcurre en un espacio y en un tiempo transicionales. Entre yo-lectora y otros-autores, entre lo interno y lo externo, entre lo que reconozco y lo que desconozco. No existe una única forma de leer sino modos particulares de leer. Leer es hacer texto. Leer “entre” es tomar cada palabra como si fuese un objeto que se puede lanzar, picar, estirar, encoger, transformar, inventar… no para borrar lo que el otro dice, sino para que lo escrito por el otro devenga en texto significante propio y provisorio para mí.

Acciones

Y, así, leer puede amalgamarse con otras acciones. Leer-correr para informarse, leer-saltar de párrafo en párrafo para encontrar algo, leer-soñar imaginando, leer-descansar para confirmar lo ya sabido, leer-conversar para contar con alguien, leer-picotear para endulzar los oídos, leer-arrojar para sacarse de encima ideas tormentosas, leer-bucear para profundizar en algo, leer-caer buscando un sostén, leer-viajar… viajar errante sobre las palabras, viajar sin amenazas por caminos inesperados, libre de absolutos y eternos saberes.

Pasiones

Leer apasionadamente (no solo con entusiasmo) es una aventura dionisíaca que nos potencia corporalmente. Leer sintiendo que el texto late en el cuerpo, aun sintiendo que se escapan líneas de significación.

Leer de forma obligada despotencia y mecaniza la lectura. La máquina de leer nos convierte en recitadores y nos garantiza su reproducción. Territorio sedentario en el que se asientan los cánones doctrinarios y disciplinadores del cuerpo.

Sabores

Leer con la lengua, lamer un texto –no con las yemas digitales que pasan las hojas–, sino leer comiendo las palabras. El placer por un texto nos hace devorantes de imágenes e ideas. Cualifica nuestros sabores y gustos lectores. Leer y saborear se unen en un acto, como si cada palabra se estacionara en la boca y se digiriera lentamente transformando lo incorporado en sentidos propios.

Leer corporizando la letra es leer con placer (un encuentro erótico con una lengua otra). Leer con placer y como encuentro que alimenta y me permite crecer. Leer, comer de la hoja, aunque sepamos que nos deja siempre hambrientos de significación.

Poder

En los textos también es posible analizar la distribución desigual de las competencias lectoras, que suponen un tipo de lector y no otro. Un párrafo extenso se dirige a un público más selecto que un texto organizado en párrafos breves. No solo el contenido del texto sino el tamaño de las letras, el uso de las itálicas, de las mayúsculas, etc., refieren a los aspectos simbólicos del diseño gráfico que tienen como intención orientar y “manipular” la recepción/lectura.

Leer en clave feminista

Es interpretarnos desde la propia experiencia como niñas, niños, niñes, mujeres, discapacitadas, discapacitados, migrantes, lesbianas, trans, trabajadoras, indígenas, afrodescendientes; como productoras de sentidos y de valor, en luchas comunitarias por la vida y los territorios, con particulares modalidades de interpretación que impone cada coyuntura, en contrahegemonía del poder patriarcal.

Leer en clave feminista es rodear al escrito con preguntas que permiten, con suerte e insistencia, que ese texto y nuestro propio cuerpo se abran un poco más.

1. Calméls (2019c: 17) señala que la presencia de las manifestaciones corporales son la prueba de la existencia del cuerpo. Es a partir del contacto, los sabores, la actitud postural, los gestos expresivos, la mirada, la escucha, la voz, la expresividad del rostro, las praxias, etc., como el cuerpo cobra existencia. Por ello afirma que “el cuerpo «es» en sus manifestaciones”.

2. Desde la perspectiva del análisis del discurso, la presencia de múltiples voces en el interior de un discurso es interpretada a la vez como una huella del fenómeno de heteroglosia descripto por Mijaíl Bajtín (2002) y como una huella de “la regulación de la formación discursiva” en la enunciación señalada por Michel Foucault (1980).

Géneros y psicomotricidad

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