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EJERCICIO

Al pensar en los atributos y valores que queremos transmitir, una buena práctica es ponernos en el lugar de aquellos que van a recibir esa información, realizando un ejercicio de empatía y pensando en cómo la van a interpretar.

Para ello te sugiero que dediques un tiempo a reflexionar y escribir sobre cómo son las personas a las que te quieres dirigir y cómo crees que percibirán la información que quieres enviarles. Por ejemplo, puedes preguntarte:

 ¿A quién quiero dirigirme?

 ¿Cómo creo que son esas personas?

 ¿Estoy expresando lo que quiero decir de la manera más adecuada para que interpreten lo que quiero transmitir?

 ¿Lo que comunico es claro o puede generar confusiones o ambigüedades?

 ¿Utilizo el vocabulario adecuado?

 ¿Estoy llegando por los canales más eficaces?

 ¿Qué imagen creo que estoy dando?

 ¿Qué reputación creo que puedo lograr con esta imagen?

Hacerte estas y otras preguntas y escribir las respuestas proporciona una visión global muy útil y algunas perspectivas diferentes y provechosas que serán muy valiosas para el propósito que quieres alcanzar.


Lo que nos diferencia es nuestro capital de marca

Los atributos y valores que nos diferencian, aquellos que nos permiten destacar, que logran que los demás se fijen en nosotros como portadores de algo que nos hace únicos, constituyen nuestro capital de marca. Descubrirlos, definirlos y comunicarlos es esencial para la creación de una buena reputación y de una marca personal eficaz, ya que se convertirán en nuestro mayor activo a la hora de alcanzar el éxito como líderes o emprendedores, logrando que los demás nos elijan frente a otras opciones.

Según Tom Peters, el gran gurú del management, definir y demostrar cuáles son nuestros valores no es un capricho: es una opción de supervivencia laboral. Es decir, si no te diferencias, te extingues, (profesionalmente hablando, claro está). «Distínguete o extínguete», dice también Tom Peters, y esa es la cruda realidad en nuestros días. Aunque pensándolo bien, ¿qué le habría ocurrido al Cid si no hubiera contado con esa poderosa marca personal? Me temo que también se habría extinguido, y no solo profesionalmente. Por tanto podemos deducir que no es solo un asunto de nuestra era, sino que desde siempre en la historia de la humanidad ha tenido más opciones quien ha destacado por algo diferente, el que ha sido «único en su especie» y ha tenido la visibilidad necesaria para que todos se dieran cuenta de ello. Porque la visibilidad es imprescindible; sin ella nadie sabrá qué es eso que hacemos tan bien y que tanto les puede ayudar.

Oscar Wilde decía: «Sé tú mismo. Los demás puestos ya están ocupados». Así que esa es la buena noticia: cada uno de nosotros es único. Y eso significa que tenemos características y maneras de hacer las cosas que no puede proporcionar nadie más. La cuestión es ¿cómo ser nosotros mismos y destacar aquello que nos hace diferentes?

“Vende a Alcocer el Cid Ruy Díaz,

y paga opulentamente a sus vasallos, enriqueciendo a caballeros y peones.

No queda pobre entre todos: quien a buen

señor sirve, buen galardón alcanza”

Bueno, el camino está claro. Y como todos los caminos comienza con un primer paso: el autoconocimiento. El famoso aforismo «conócete a ti mismo» estaba grabado en piedra en la entrada del templo del dios Apolo en Delfos. Estamos hablando de una frase que se grabó allí ocho siglos antes de Cristo y que continúa vigente, lo que da una idea de la importancia que ha tenido, tiene y tendrá. Porque no es posible llegar a la sabiduría ni adquirir el conocimiento necesario para crecer como personas y como profesionales si no nos conocemos a nosotros mismos, si no nos miramos con honestidad para comprendernos y aceptarnos para orientar nuestra vida según nuestros propósitos e intereses, lo que nos permitirá ser más felices. Se trata de descubrir en nosotros aquellos valores y talentos con los que podemos brillar y acompañar a los demás en su desarrollo, así como de percibir aquellas áreas de mejora que, bien trabajadas, nos harán avanzar y sentirnos satisfechos. En el liderazgo esto es esencial. Nadie puede llegar a ser un buen líder o un emprendedor de éxito si no es consciente de sus fortalezas y áreas de mejora. A los líderes, hacer esa reflexión les permite saber con qué recursos personales cuentan para impulsar a sus equipos, a la organización en la que trabajan y a sí mismos. Y también averiguar qué es lo que no se les da especialmente bien para poder mejorarlo y, en el camino de ese desarrollo, descubrir qué persona de sus equipos sí tiene ese talento y confiar en ella para cualquier proyecto que lo requiera. A eso se le llama humildad, juicio, criterio, sabiduría, capacidad de observación… En una palabra: autoconocimiento. Conocerse a uno mismo significa adquirir conocimiento sobre la propia naturaleza. Y esto es esencial, ya que no podremos impulsarla si no sabemos cuál es.

Trabajo habitualmente con líderes, empresarios, emprendedores y equipos desarrollando sus habilidades y competencias, descubriendo sus talentos y sus áreas de mejora. Y desde mi experiencia hasta ahora, la mayoría de las personas con las que he hablado del tema nunca habían tomado conciencia de qué es aquello que les hace únicos. Por eso, el autoconocimiento es el primer paso para desarrollar una marca personal eficaz y rentable. Y para mí, trabajar la marca personal consiste en ser honesto. Porque mirarnos en nuestro propio espejo para apreciar todo lo bueno que tenemos y descubrir lo que nos diferencia, así como aceptar lo mejorable con el propósito de trabajar en ello, requiere de una intensa y lúcida reflexión siendo muy honestos con nosotros mismos. De nada sirve asignarnos unos atributos que nos encantan pero que no son ciertos, pues construiremos nuestra reputación y nuestra marca personal sobre unos cimientos débiles que se derrumbarán en cuanto comencemos a levantar el edificio de nuestra vida profesional futura. Teniendo en cuenta que las marcas más sólidamente construidas son las que se consideran más creíbles, la objetividad a la hora de identificar los atributos que nos hacen únicos es fundamental para alcanzar el éxito. Entonces, después de trabajar el autoconocimiento, el segundo paso es preguntarse: ¿qué tengo que me hace diferente? ¿En base a qué características quiero que los demás me reconozcan? ¿Qué es lo que mejor se me da? Y para hallar las respuestas, el autoconocimiento saldrá al rescate.

Tras un amplio ejercicio de reflexión para conocernos mejor son necesarios algunos pasos más que vamos a ver a continuación a través de mi «Decálogo de marca personal»:

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