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ОглавлениеPresentación de la obra
«El arte de la guerra, de Sun Tzu, por favor». Hasta hace poco, esta frase solo se escuchaba en algún mostrador de biblioteca, en boca de alguien que imaginaremos enigmático, de singular apariencia y vida solitaria, con la única compañía de sus libros. Tal sería la estampa de quien solicitaba un manual de filosofía de guerra escrito en China sobre el siglo V a. J. C. Sin embargo, los tiempos cambian, y aquella frase propia de ratones de biblioteca es ahora una suerte de mantra habitual en librerías de todo el mundo, donde el maestro Sun compite en ventas con bestsellers de última generación. El motivo de ese cambio de tendencia es tan sorprendente como sencillo: alguien se percató de que los diversos planteamientos y enfoques de El arte de la guerra funcionarían en los negocios. Por supuesto, las claves no eran visibles a ojos de cualquiera, sino que se hallaban solo al alcance de quienes supiesen leer entre líneas y trasladar las enseñanzas de un tratado de guerra al no menos belicoso mundo de los negocios.
María López-Herranz, autora de Liderazgo Campeador, comparte la mirada incisiva de quien, por primera vez, vio en Sun Tzu un experto en business management. De hecho, bien puede afirmarse que ha descubierto en el anónimo poeta del Cantar de Mio Cid al Sun Tzu castellano, con el mérito añadido de que no se ha enfrentado a una obra casi desconocida, sino nada menos que al cantar de gesta español por antonomasia. Este poema épico es el astro rey de una auténtica pléyade de títulos que comprende centenares de ediciones y miles de estudios, lo que dificulta encontrar enfoques novedosos, pues parece que todo ha sido estudiado ya, y que todo se ha agotado... incluso la esperanza. Este apunte no quiere aportar un tono dramático, sino abordar un problema casi irresoluble al que Liderazgo Campeador ha dado respuesta.
Hace unos años, mientras asistía a un congreso de literatura medieval, escuché una ponencia que rompía con lo habitual en ese tipo de eventos. El conferenciante no iba a revelar que la cuaderna vía de los Milagros de Gonzalo de Berceo era, en realidad, verso goliárdico, o que un hemistiquio del Libro de Buen Amor registraba alguna anomalía en su rima, ni ningún otro asunto de cariz puramente filológico. Aquella ponencia era una protesta, incluso una queja ante la desconexión entre la alta investigación y el gran público. «¿De qué sirve lo que hacemos –se lamentaba el ponente–, si nuestros estudios no salen del aula? ¿De qué sirve, si solo nos interesa a nosotros? ¿Cómo podemos hacer que nuestro trabajo llegue a la gente?».
Huelga decir que ninguno de los presentes supo qué decir, pero Liderazgo Campeador sí tiene, por fin, una respuesta: a los clásicos hay que darles una aplicación práctica para que el público comprenda que no son reliquias del pasado, sino que sus lecciones siguen vigentes en el mundo actual. Por eso, en medio de la crisis económica que vivimos, Liderazgo Campeador ha sacudido la capa de años que cubre al Cantar en el momento oportuno para mostrarlo como un auténtico manual de emprendedores del siglo XXI. Si, en los estudios dedicados a Rodrigo Díaz de Vivar, siempre se habla del Cid histórico y el legendario, Liderazgo Campeador presenta a un tercer tipo: el empresario, el líder, el hombre de negocios adelantado a su tiempo. Ahí radica la dificultad de una obra como esta, tan alejada del análisis filológico, donde su autora ha alcanzado una lectura que trasciende el verso, la rima, incluso el texto medieval en sí, para ahondar en un terreno tan subjetivo y escabroso como el carisma y la visión emprendedora de Ruy Díaz.
Ciertamente, la extraordinaria trayectoria profesional que respalda a María López-Herranz como líder, autoridad y referente del coaching empresarial la convertía en la persona idónea para acometer semejante empresa, pues, al igual que hay ilustres militares que admiran al Cid porque comprenden mejor que nadie sus geniales estrategias bélicas, María comparte su visión emprendedora. Si alguien podía vislumbrar los propósitos del Cid para afianzar alianzas, infundir ánimo o establecer unas metas, sin duda era ella la persona idónea, salvo por un factor en contra: no es medievalista, y el Cantar de Mio Cid no es un texto al que cualquiera pueda acercarse alegremente. Yo sí soy especialista en el Cid, pero no coach, ni daría un ardite por mis conocimientos empresariales; somos, en resumen, polos opuestos en el ámbito profesional. Por eso me sorprendió, al leer esta obra, descubrir que nuestros enfoques tenían un punto en común, crucial.
Si algo destila Liderazgo Campeador es el respeto con que la autora ha leído y escuchado al anónimo poeta del Cantar; atenta, con la humildad de quien se sabe ante un maestro de maestros. Se trata de la misma actitud que todo medievalista debe adoptar ante los testimonios que, pese a su antigüedad, nos sorprenden todavía hoy a quienes los estudiamos con cada nuevo hallazgo, tras cada nuevo matiz que aflora. Y entonces lo vi claro: si este profano del coaching empresarial era capaz de leer y comprender Liderazgo Campeador, María podía entender perfectamente el Cantar porque ambos compartimos el mismo respeto y fascinación por el texto, aunque sea desde perspectivas distintas. Y, conforme la lectura avanzaba, ratifiqué mis impresiones al advertir que María había interpretado las palabras del poeta con tal precisión que lograba transmitir sus enseñanzas en un volumen que salvaba un salto de casi mil años, algo solo al alcance de unos conocimientos equiparables al más ágil Babieca.
Para el filólogo o historiador amante del Cid, para todo «cidaísta», como solemos llamarnos, esta obra supone una oportunidad sin precedentes de acercar al Cid a un público nuevo, el mismo que, en el futuro, abrirá el Cantar para disfrutar con su lectura de las enseñanzas que María ya les habrá desvelado, del mismo modo que muchos se acercan a las librerías y adquieren El arte de la guerra de aquel genio que fue el maestro Sun. Con su Liderazgo Campeador, María ha demostrado que también aquí tenemos nuestro propio Arte de la guerra, y estoy convencido de que enfoques similares serían aplicables a otras grandes figuras de nuestras letras, como Cervantes o Fernando de Rojas. Sus especialistas, ahora, deberán tomar Liderazgo Campeador como modelo e imitarlo para dar una utilidad práctica a obras tan excepcionales como El Quijote o La Celestina, que, estoy convencido, todavía no han dicho su última palabra. De todos modos, no me competerá a mí hablar de ellas, pues esa misión corresponderá a profesionales de la talla de María. En lo que a mí respecta, siempre podré decir que tuve el honor de presentar la obra pionera de todas ellas.
Dr. Alfonso Boix Jovaní
Medievalista especializado en el Cid