Читать книгу Una madre es un piano triste - María Malusardi - Страница 16

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«Esta lengua extranjera, mi lengua materna. Mi lengua materna, la que me permite entender a mis asesinos».

(La lengua exiliada de Imre Kertész)

Buschenwald y Auschwitz: hogares hogueras cadalsos. Kertész tiene quince años. Sobrevive y muchos años después escribe una obra explosiva y tensa. El mundo se vuelve enemigo. No hay útero que geste la anulación de su carácter.

Kaddish por el hijo no nacido, impactante novela, me empuja a escribir sobre mi maternidad no. Después de la histerectomía. Todo sigue igual. Todo salvo. Ese lugar. Vacío y laxo. No cualquier lugar. No una alcantarilla. Sino. El lugar de los corales. Y las ciénagas.

¿Debería doler la fuga del útero cuando no es más que una tortuga amedrentada? Acabo de cumplir cuarenta y uno. Acopio algunos intentos frustrados de embarazo. La vida se me planta y me dice: si antes había dudas, ambigüedades, rulos, ramificaciones, ficus, periplos, deltas y manglares, pues ahora ya no queda opción. No hay lugar para la duda. Hay un lugar que no es cualquier lugar y que se llena de especulaciones dóciles, cintas de mazapán y anzuelos oxidados que el mar abandona en las orillas.

Meses después. Una depresión soterrada o una tristeza sin forma. (¿Tiene /¿adquiere?/ formas la tristeza?). Kaddish por el hijo no nacido. De Imre Kertész. «Gracias al dolor vivo en una suerte de verdad y que, si no viviera en ella, la verdad, quién sabe, me dejaría frío: así, sin embargo, la imagen del dolor se entrelaza dentro de mí, de forma íntima y permanente, con el rostro de la vida, con el rostro –de eso estoy seguro– más real de la vida».

Gratitud hacia el dolor. Pereza para su transformación. Una armadura. Un armario. Un arma.

Las formas de la tristeza. Que avanza mientras arrastra. Calcina y entumece. Busca un molde. Para descansar. Busca, como lava, donde aquietarse, enfriarse, perpetuar y morir. La intimidad que mora en la piedra. El intersticio del alba. Sus venas. La tristeza ha perdido la forma. O ha adquirido la tonalidad arrogante de un relámpago. En la lengua.

Y si la lengua hiere al relámpago, el mundo se apaga entre mis dedos. La caída es lenta, acintada, prolija.

Auschwitz gesta hacia atrás. Gesta muertos ahoga muertos. Hay gestaciones que liquidan. Hay gestaciones del morir, del hambre. Gestar amplifica el espectro de la vitalidad informe. Una palabra amplia. Se gesta hacia adelante y hacia atrás. Se gesta vida y se gesta muerte. Se gesta inoportunamente, se gesta sin gestar.

Una madre es un piano triste

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