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EL PERDÓN
QUE ES APRUEBA
ОглавлениеPedro interrogó al Señor de una manera que más de uno de nosotros quisiera hacerlo:
-Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?
-No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete, le contestó Jesús (Mateo 18.21).
¿Qué quiso decirle con “setenta veces siete”? Le quiso significar: “Debes perdonar siempre, Pedro”
Jesucristo no solo predicaba y enseñaba esto, sino que también lo practicaba. Si miramos el Nuevo Testamento nos damos cuenta que se pasó la vida perdonando y perdonando. Pero lo interesante es ver, si analizamos los pasajes donde perdonaba, que Jesús lo hacía siempre de una manera muy particular: perdonaba por iniciativa propia.
El perdón por iniciativa propia es, justamente, el que Dios aprueba, es el perdón bíblico. ¿Y cómo es?
Tiene tres características muy claras: En primer lugar, es el perdón que se otorga por misericordia, sin que la otra persona tenga que venir a humillarse para pedir perdón.
En segundo lugar –y preste atención a esto- es el perdón que se brinda por amor, sin que la otra persona se lo merezca.
Y en tercer lugar, es el perdón que se da, por compasión, sin que la otra persona ni siquiera se dé cuenta que tiene que pedir perdón.
En el primero de los casos, perdonar cuando vienen a rogarnos que les perdonemos es lo que hacen muchas personas del mundo, no cristianas. Eso es fácil. Pero que el perdón surja de nosotros como expresión de un corazón lleno de luz, eso sí que es valioso.
El segundo punto es quizá el más difícil para nuestra naturaleza caída. Se requiere mucha grandeza para perdonar a alguien que realmente no merece ese perdón. Pero cuando el bendito Espíritu Santo gobierna nuestros actos, es posible. Y a la vez maravilloso.
Y el tercer caso se refiere a ese tipo de personas que quizá sin darse mucha cuenta nos lastiman fuertemente con una frase, con una actitud o con una crítica. No han tomado conciencia del dolor que nos han provocado y, por ende, jamás vendrían a pedirnos perdón. En estos casos, antes que crezca en nosotros una raíz de amargura, debemos perdonar por iniciativa propia.
El Señor nos enseña: “En lo que dependa de vosotros, estad en paz con todas las personas” Romanos 12:18.
Habrá veces en que nuestra actitud de perdonar no será recibida por la otra parte. Será penosa esa situación, pero ya habremos hecho lo que Dios nos pide, o sea, lo que depende de nuestra acción.