Читать книгу El Zodiaco - Margarita Norambuena Valdivia - Страница 9

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SAGITARIO

Me despertó un agudo pitido. Abrí de golpe los ojos mientras observaba un punto fijo a un costado de mi cama. No pasaron ni treinta segundos cuando volví a cerrar los ojos un instante para voltearme y quedar acostada de espalda evaluando mis posibilidades.

A pesar de haber dormido solo un par de horas no me sentía cansada, pero comenzaba a aburrirme el insistente pitido que atravesaba las paredes de mi habitación.

Inhalé profundo antes de dejar ir un grito de exasperación mientras pataleaba en el aire dispuesta a levantarme, quitándome de este modo las mantas de encima.

Cuando me vi libre de las cobijas me separé de mi acogedora cama y me enderecé estirando la espalda hacia atrás, fruncí los labios al escuchar un crujido. Creo que me hago vieja.

Me refregué la cara con las manos y me golpeé un par de veces las mejillas encaminándome al exterior del cuarto decidida a averiguar qué estaba pasando.

— ¡Fuego! ¡Fuego! ¡La casa se quema! ¡Llamen a los bomberos! —Acuario pasó corriendo a mi lado agitando los brazos como un poseído, por poco chocando de frente conmigo, provocando que el viento que levantó me terminara de despertar.

— ¿Qué? —pestañeé un par de veces antes de decidir que no había soñado a un Acuario en pijamas huyendo despavorido.

Por un momento seguí con la vista el camino que había tomado Acuario, pero como parecía estar huyendo del origen de todo, me encaminé en sentido contrario hacia el lugar donde seguía oyéndose el insistente pitido.

— ¡Cáncer, no estás ayudando nada! ¡Deja de avivar el fuego! —Aries trataba de hacer funcionar el extintor que Virgo nos había obligado a comprar hacía ocho meses.

— No va a funcionar, Aires. —presumió con tranquilidad Géminis, alargando la entonación de las a en su pronunciación. —Hace dos semanas lo usé como cohete para la silla con ruedas de la sala de computación. —Géminis esbozó una sonrisa al recordar aquello, entonces dio otra mordida a su manzana a medio comer.

— ¡Fuego! ¡Fuego! —volvió a aparecer Acuario agitando sus brazos mientras revolvía todo buscando algo con que apagar el fuego, espero.

— Deja de gritar, despertarás a Virgo. —Capricornio apareció segundos después tras Acuario con una cara de ogro que espantaría a cualquiera.

Capricornio solía mantenerse apartado de todo conflicto y prefería ser juez, jurado y verdugo que rescatista. El que estuviera aquí parado justo en el umbral que conectaba las piezas interiores con la cocina, observando todo con el ceño tan fruncido no era para nada una buena señal. Y estar parada a medio metro de él probablemente tampoco era buena idea.

En un acto reflejo y tratando de evitar caer en el campo visual de Capri me quedé lo más quieta posible y contuve por un momento la respiración. Lo mismo hicieron Acuario y Géminis, quienes quedaron suspendidos en el tiempo: Acuario sosteniendo un cajón abierto y Géminis con la manzana en los labios, pero sin morder por completo.

Capricornio se rascó la cabeza, se notaba que el alboroto acababa de sacarlo de la cama porque su cabellera larga y negra estaba toda despeinada. Y menos mal que estaba preocupado con que no despertáramos a Virgo, porque si no, seguro que todos ya estaríamos muertos por interrumpir sus preciadas horas de sueño.

— ¿Qué ha pasado aquí? —nadie se atrevió a contestarle, de hecho, yo en realidad no tenía una respuesta que dar.

Observé el interior de la cocina tratando de encontrar mi propia respuesta. Géminis y Acuario tomaron la pregunta de Capricornio como permiso para continuar con su vida normal y recuperaron la movilidad. La primera siguió mordiendo la manzana al tiempo que miraba en otra dirección y el segundo cerró el cajón abierto y se limitó a señalar a Aries y Cáncer al otro extremo de la cocina.

Aries golpeaba y remecía el extintor tratando de hacerlo funcionar mientras Cáncer, a un lado suyo, hacía oscilar un mantel soplando el fuego que cubría la cocina, avivando más las llamas en su desesperado intento por acabar con el desastre ardiente. Ninguno de los dos había notado la presencia de Capricornio.

— ¡Qué dejes de hacer eso, zopenco! —Exasperada, Aries lanzó el extintor a un lado y saltó sobre Cáncer para ahorcarlo.

— ¡Ah! ¡Agh! ¡No respiro, no respiro! —Cáncer dejó de abanicar sobre el fuego y comenzó a forcejear con Aries para que lo soltara, pero lo único que consiguió fue que el mantel quedara expuesto a las llamas.

— ¡Ah! ¡Cáncer se quema! ¡Cáncer se quema! —Acuario volvió a correr, esta vez en círculos por la sala.

La escena le causó tanta gracia a Géminis que terminó atorada con un trozo de manzana y empezó a toser ruidosamente al tiempo que se golpeaba el pecho y alzaba una de sus manos.

Abrí la boca pero no logré pronunciar sonido alguno, lo veía y no lo creía. Observé de reojo a Capricornio y me pareció que estaba haciendo alguna clase de cuenta mental con los ojos entrecerrados, algo como para mantener la calma. No estaba segura, pero creo que pude oír sus dientes rechinando.

Cáncer comenzó a mover su mantel en llamas de forma desesperada mientras intentaba que Aries le permitiera respirar, pero terminó esparciendo la catástrofe por todos lados.

— Serán… —masculló Capricornio, llegando al origen del desastre en cuatro o cinco grandes zancadas, poniendo un alto a todo el alboroto tras vaciar una cubeta de agua sobre Aries y Cáncer.

— ¡Fuego! ¡Fuego! —Acuario continuó dando un par de vueltas creyendo que aún estábamos en peligro.

Sin quitar la mirada de Capricornio, Cáncer y Aries, me aproximé a él por la espalda y lo sujeté del hombro provocando que se pusiera rígido, sus brazos en alto, como si lo estuviera apuntando con un arma.

— Ya se acabó. —lo calmé.

— ¿En serio? —Acuario se dio la vuelta y me observó abriendo mucho los ojos, no estoy segura si estaba impresionado por mi presencia o por mis palabras, pero solo se limitó a soplar los cabellos rubios de su frente.

— Sí, san Capricornio lo solucionó. —le contesté.

— Oh… qué bien. ¡Hora de comer! —Acuario sonrió satisfecho con el desenlace, yo sonreí al verlo encaminándose a la nevera para sacar un pote de yogurt, me agradaba su simpleza, aunque no terminaba de comprender sus acciones.

— ¿Se puede saber qué hacían? —al oír que Capricornio regañaba al par de chicos en llamas volví mi atención a ellos.

— Fue su culpa. —Aries señaló en un rápido movimiento a Cáncer, quien se sobaba el cuello con una mueca de dolor.

— ¡¿Qué?! —Cáncer abrió tanto sus ojos qué parecían dos huevos fritos— ¡¿Cómo que mi culpa?!

— Le dije que era una mala idea, pero no me escuchó. —continuó explicando Aries, haciendo caso omiso de las protestas de Cáncer. Capricornio y yo centramos la atención en la muchacha castaña que hablaba.

— Espera un segundo, YO te dije que era una mala idea y TÚ fuiste la que no me escuchó. —aseguró Cáncer.

Capricornio suspiró masajeándose el puente de la nariz, cerrando por un momento los ojos.

— Despierten a los demás y limpien esto mientras me voy a lavar. —no esperó a comprobar si lo habían escuchado y se limitó a dar media vuelta en dirección al baño.

— ¿Y? ¿Cuál era la idea? —rodeé el mesón central para acercarme a Cáncer y Aries y ayudarles a limpiar.

— Queríamos preparar un desayuno para Virgo. —suspiró derrotada Aries, Cáncer frunció el ceño mientras masajeaba de nuevo su cuello y se apartaba medio paso de Aries.

— Ah… qué buen espectáculo. —Géminis se recuperó al fin del atragantamiento y lanzó el corazón de la manzana al basurero más cercano. —Ven Acuario, vamos a despertar a los demás. —lo sujetó de un brazo y comenzaron a caminar hacia las habitaciones.

— Pero estoy comiendo… Géminis… espera… oye… —la voz de Acuario se perdió por el pasillo mientras era arrastrado sin mayores complicaciones por la chica ocho años menor.

Media hora después habíamos arreglado el desastre matutino y casi todo el Zodiaco se había reunido para desayunar. Solo faltaban Virgo, Tauro y Escorpio. Nadie se había atrevido a despertarlos, ni siquiera la traviesa Géminis o la intrépida Aries, todos sabíamos a qué nos ateníamos si osábamos despertar a alguno de los cuatro demonios del sueño, léase: Tauro, Virgo, Escorpio o Capricornio.

De todos modos, Capricornio nos había prohibido despertar al chico peliblanco. En cuanto a Tauro, seguro que el aroma del desayuno hacía lo propio y con respecto a Escorpio… bueno, con él nunca se sabía, podía despertarse con el alba o dormir hasta pasado el mediodía, lo más sensato era esperar a que se apareciera por su cuenta.

— ¿Qué vamos a hacer con eso? —Libra tomó una tostada con mermelada, sin preguntar a nadie en particular.

— ¿Con qué? —Piscis alzó su mirada hacia el chico sin comprender el tema en discusión. A pesar de no ser la menor del grupo, su baja estatura y su actitud despistada la hacían merecedora del título de niña del Zodiaco.

— Con eso. —Libra señaló el inservible extintor que por culpa de Aries había ido a parar a la repisa de la loza, destruyendo todo a su paso.

— A mí no me vean. —Cáncer desvió su cabeza y continuó comiendo su desayuno: una taza de café con leche y unas tostadas.

Libra suspiró mientras observaba en dirección a la siguiente culpable, quien no se daba por enterada. Viendo lo serio que estaba Libra y consciente de lo despreocupada que podía ser Aries, me temí lo peor y decidí comprobar la reacción de Aries, pero ella comía tranquilamente, con esa actitud altiva que solía exasperar a Cáncer y Tauro. Al notar la mirada de Libra lo observó con sus ojos color chocolate apenas entrecerrados, como si estuviera desafiándolo a reclamarle algo.

Libra volvió a suspirar, consciente de que ni Cáncer ni Aries harían algo por voluntad propia para terminar de arreglar el desorden matutino.

— Pues tendremos que arreglarlo antes de que Virgo lo vea. —apoyó Géminis, entonces se acarició el mentón con el índice y el pulgar pensando al respecto.

— La culpa es de Aries, que ella lo repare. —Cáncer señaló con su tostada en dirección a la castaña, sin dignarse a dirigirle la mirada, Aries alzó una ceja y observó por un instante al cangrejo, quien había escogido, sabiamente, sentarse lo más lejos posible de su rival.

— Aries, después de desayunar repararás el daño. —cuando Aries centró su mirada en Capricornio me pareció que le respondería algo, pero se limitó a asentir con la cabeza para luego beber de su té humeante.

— ¿Puedo ir de compras contigo? —pidió emocionada Piscis.

— ¿Compras? —el rostro de Aries se iluminó de pronto, comprendiendo que tendría que ir de compras para arreglar los daños, y al ver que Piscis le respondió con un efusivo asentimiento de cabeza, observó a la pequeña rubia sentada frente a ella y se sonrió mientras comenzaba a preparar toda una lista de compras en su cabeza. —Por supuesto, de paso también compramos otro extintor.

— ¡Oh! ¡Oh! Yo también quiero ir. —Géminis alzó la mano para hacer que la notasen.

— Vale, pero no te pondrás a jugar con el extintor otra vez. —Aries frunció el ceño al hablar, recordando que todo había sido culpa de Géminis y sus juegos.

Géminis aceptó la condición con buen ánimo, realizando un rápido movimiento de cabeza.

— No necesitas comprar un extintor nuevo, solo anda a que te rellenen el que ya tenemos. —Leo entró en la conversación mientras apoyaba el rostro en su mano contemplando al trío de chicas.

— De acuerdo, compraremos uno y rellenaremos el que ya tenemos. —aseguró Aries de buen humor, sonriendo mientras volvía a beber su té y continuaba llenando su lista mental de compras.

— ¡Comida! —oímos de pronto el grito de Tauro tras aparecer sin camisa y con unos holgados pantalones de dormir.

— Ve a lavarte y vestirte, no seas indecente. —le reclamó Libra.

— Tengo hambre, nadie me despertó. —fue la simple excusa del toro, acercándose mientras se rascaba el pecho y escudriñaba la superficie de la mesa por algo de comer.

— Capricornio y Piscis hicieron tostadas, ¿quieres? —tomé uno de los platos con tostadas y se lo ofrecí. Tauro asintió mientras tomaba el plato con ambas manos, adueñándose de él antes de encontrar un lugar donde sentarse.

— Y un café. —Escorpio apareció vestido y arreglado detrás de Tauro.

Ahora sí estábamos todos reunidos, salvo Virgo, quien continuaba durmiendo. Bueno, después de todo lo sucedido la noche anterior no me extrañaba.

— Dos días serán una eternidad. —se lamentó Tauro mientras contemplaba su tostada con mantequilla.

— ¿De qué hablas? —preguntó Leo.

— De Virgo. No podremos probar su deliciosa comida por dos días. —el gran toro cerró sus ojos al darle una mordida a la tostada.

— Tauro… aunque le hayamos dicho a Virgo que puede levantarse en dos días, no creo que sea capaz de hacerlo. —Capricornio parecía arrepentido de haber dicho aquello.

— ¡¿Qué?! —saltamos todos a la vez.

— ¿Cómo que no será capaz? ¿Acaso mi hermano no podrá volver a caminar? —Cáncer se levantó de golpe, aterrado con la idea.

— No, Cáncer, es solo que la recuperación de una herida de bala puede tardar mínimo una quincena. —intentó calmarlo Capricornio, nuestro súper médico de enigmáticos ojos violetas.

— ¿Una quincena? —Cáncer pareció evaluar el significado de aquella palabra, tomando asiento con lentitud.

— Eso quiere decir quince días, genio. —Cáncer le dedicó una mirada molesta a Aries, quien sonrió con malicia al ver que su objetivo de molestar al otro estaba cumplido.

— Sé lo que quiere decir quincena, gracias. —soltó Cáncer, volviendo a su desayuno mientras refunfuñaba contra la chica al otro extremo de la mesa.

— ¿En serio tardará tanto? —Acuario se inclinó sobre la mesa para poder acercarse más a Capricornio en un intento por que Cáncer no lo escuchara.

— Quince días para que se pueda levantar y después tiene que empezar con la rehabilitación. Supongo que podrá cojear un poco, pero de todos modos tendrá que limitar sus movimientos. —Capricornio era sincero, eso me gustaba de él, pero Acuario no quedó feliz con su respuesta, volvió a sentarse mientras torcía sus labios pensando al respecto.

Yo suspiré desanimada, Virgo no estaría nada feliz con la noticia. Observé en dirección al dormitorio del pequeño peliblanco mientras me preguntaba si estaría bien; Capricornio había asegurado que el sedante que le había administrado le tendría dormido un buen rato.

— De acuerdo, no pensemos en eso. —escuché de pronto la voz entusiasta de Acuario, quien tomó el mando del televisor y lo encendió.

— En otras noticias… La presentación de la nueva obra del afamado Anton Stepanoff, cuyo estreno se llevaría a cabo anoche en el teatro principal, se vio interrumpida tras un aviso de bomba. Las autoridades, así como los asistentes y miembros del elenco se vieron forzados a abandonar el teatro. Aún no está del todo claro el incidente, en estos momentos las fuerzas de orden y el gremio de la Araña Escarlata tienen el caso en… —la voz del locutor de noticias provocó que todos centráramos nuestros cinco sentidos en el televisor.

— ¿Aún no se tiene claro el incidente? ¿Qué quiere decir eso? Es claro que los ٣R fueron, Libra y Piscis se lo dijeron a las autoridades, además… dejamos aquel mensaje en la bodega. —Leo parecía molesto por la falsa información.

— Bueno… tendrían que relacionar lo de la bodega con el atentado de la bomba. —terció Libra.

— Claro, y considera que me he encargado de borrar todo rastro del video que transmitieron los 3R. —agregó Géminis.

— Cierto… eso me recuerda. —Libra se veía inquieto al hablar.

— ¿Qué? —le pregunté.

— ¿Qué vamos a hacer cuando Virgo se dé cuenta de lo que hemos hecho? —en un gesto típico suyo de preocupación, Libra apoyó los codos en la mesa, entrelazó los dedos de sus manos y ocultó la boca detrás de ellos.

— ¿Qué quieres decir? —Leo, el único pelirrojo del grupo, frunció el entrecejo como si pensara que lo que planteaba Libra jamás llegaría a suceder.

— Pues… Capricornio acaba de decir que Virgo estará postrado en cama y recluido en su cuarto por al menos quince días… —comenzó a explicar Libra, quien era un año mayor que el león, pero aún no alcanzaba la mayoría de edad.

— ¿Y? —esta vez fue Piscis quien no comprendía el punto.

— ¿Y? —repitió Libra, mostrando las palmas hacia arriba como si la conclusión fuera obvia.

— ¿Qué? —Piscis seguía sin comprender.

— Y que seguro se pone a leer noticias en internet o a ver la televisión. —Libra, en mi opinión el único sensato del Zodiaco, se reclinó en el respaldo de su silla como dándonos a entender a todos que no era necesaria más explicación.

— Oh, rayos. —Escorpio dejó su tazón vacío de un golpe sobre la mesa, y junto con él, todos los demás vimos la luz.

— Estamos en problemas. —no estoy segura si Aries se lo dijo a sí misma o si fue más bien una advertencia general, pues la castaña parecía bastante abstraída en sus pensamientos.

— Estoy seguro de que los noticieros no tardarán en dar con nuestra carta de presentación. —continuó Libra, por si alguno de nosotros aún no terminaba de conectar todos los puntos.

— Virgo va a matarnos. Sobre todo a mí. —Acuario se veía asustado, al terminar de hablar estiró el cuello de su camiseta para poder respirar mejor.

— ¿Y eso? —no comprendí por qué él sería más culpable, después de todo, Acuario y Capricornio fueron los únicos que no participaron de nuestra venganza, bueno, aparte de Virgo.

— Porque antes de que nos reuniéramos con ustedes Virgo le pidió a Acuario que les dijera que no dañaran a los 3R. —reveló Capricornio, entonces se llevó su tazón de café a los labios, bebiendo con esa parsimonia que le caracterizaba.

— ¿En serio? —Piscis parecía asombrada por tal noticia.

— ¿Y por qué no dijeron nada? —no podía creer que ni Acuario ni Capricornio nos hubieran advertido los deseos de Virgo.

— Porque nadie se mete con el Zodiaco. —Acuario sonó bastante más severo de lo que él mismo hubiera querido sonar, pero cuando se trataba de defender nuestro lema no creo que hubiera alguien más entusiasta que él, aunque rara vez sea quien ejecute nuestras amenazas.

— Bien dicho. —le secundó Aries.

— Sí. Si te metes con uno te metes con todos. —Leo empuñó su mano derecha con fervor, yo acepté que tenían razón.

Pensándolo con calma, aunque Acuario nos hubiera transmitido los deseos del pequeño peliblanco dudo mucho que alguno de nosotros se hubiera detenido o hubiera cambiado de parecer.

— Bueno… también estoy de acuerdo, pero esta vez no tenemos cómo ocultar todo eso de Virgo. —recordó Libra, volviendo al problema central.

— Muy bien. Sagitario. —Escorpio parecía tener una solución.

— ¿Qué? —sonreí emocionada, Escorpio solía tener buenas y rápidas soluciones y si requería mi ayuda seguro que no se trataría de algo desagradable, al menos no que involucrara más sangre.

— Acompáñame, iremos a limpiar todo. —yo lo observé primero pasmada, no me esperaba algo como eso, pero luego sonreí y asentí con convicción, después de todo Escorpio tenía razón, limpiar sería la manera más eficiente y rápida de evitar salir en las noticias.

— Yo también voy chicos, no seré capaz de volver a ver a Virgo a la cara si el enano se entera de lo que hemos hecho. —Acuario se veía muy arrepentido, además, un par de manos extras no vendrían mal. Como todo había sido idea de Escorpio esperé su respuesta.

— De acuerdo, andando. —Escorpio se levantó de la mesa y Acuario y yo lo seguimos.

— Llévense la camioneta. —ordenó Aries.

— ¿Por qué? —Acuario fue el primero en protestar.

— Acuario tiene razón —Escorpio tampoco parecía querer usar la vieja camioneta—. Si nos llevamos el descapotable pasaremos desapercibidos.

— Tal vez, pero no quiero que lo manchen de sangre. —Aries se cruzó de brazos alzando una ceja, Escorpio y Acuario cruzaron miradas antes de suspirar aceptando su derrota.

— Como digas, jefa. —Acuario alzó la mano despidiéndose mientras arrastraba sus pies en dirección a la salida.

— Como sea, la camioneta estará bien. —y ese fue el orgullo de Escorpio hablando.

Me sonreí cubriéndome la boca mientras seguía al par de chicos. Me causaba gracia la forma en la que terminaban aceptando las órdenes de Aries. Estaba segura de que, si de verdad quisieran, ellos podrían hacer lo que se les viniese en gana, pero supuse que aunque Aries sea ocho años menor que Acuario y siete años menor que Escorpio, ser la líder del Zodiaco le daba poderes especiales.

— Por cierto, Libra y yo nunca dijimos que habían sido los 3R los que pusieron la bomba. —Piscis se inclinó de modo confidente sobre el centro de la mesa, por un momento se hizo un silencio, incluso Acuario, Escorpio y yo dejamos de caminar para prestar atención.

— Piscis, sí sabes que ya no estamos discutiendo eso, ¿verdad? —preguntó Cáncer, dudando que Piscis hubiera puesto real atención a toda nuestra conversación.

Leo hizo rodar sus ojos y yo decidí unirme a Acuario y Escorpio, quienes habían retomado su camino al exterior. Piscis era, después de todo, la más distraída del grupo.

Me emocionaban las misiones que debía compartir solo con Acuario y Escorpio; siempre eran divertidas y de algún modo era mejor si solo íbamos los tres porque comenzaban a tornarse en misiones serias a medida que más gente se nos unía.

En realidad, debería decir que me gustaba pasar tiempo con ellos, punto.

Acuario y Escorpio hacían un buen equipo a la hora de salir de fiesta. Esos dos eran una bomba cuando estaban juntos y tenían las ideas más locas a la hora de encontrar diversión. Acuario era casi nueve meses mayor que Escorpio y también un par de centímetros más alto; alcanzaba el metro ochenta exacto.

Luego de Capricornio, quien tenía veinticinco, Acuario y Escorpio eran los mayores, con veintitrés y veintidós respectivamente. Con ellos no había momentos para aburrirse, o respirar. Además, ninguno de los dos encontraba descabelladas mis sugerencias para pasar nuestras alocadas noches de festejo.

Escorpio tomó las llaves de la camioneta y salió en dirección al garaje, que quedaba a unos doscientos o trescientos metros atrás de la casa. Para salir había que pasar frente a la casa, no tenía sentido que camináramos los tres así que nos quedamos Acuario y yo en la puerta de entrada; él se dedicó a revisar su móvil mientras esperaba y yo me dediqué a observarlo a él: su apariencia solía ser relajada y refrescante.

A pesar de ser un año mayor que Escorpio en ocasiones Acuario daba la impresión de ser incluso menor. Tenía una pequeña barba de chivo que no se esmeraba mucho en cuidar, al igual que su rubio cabello de largos mechones. Solía vestir botas vaqueras, pantalones de mezclilla, camisetas sencillas de cuello en v y una chaqueta de cuero negra de la cual debía prescindir en días calurosos como el de hoy.

Escorpio, en cambio, tenía un look más serio o, mejor dicho, ponía más atención a su apariencia personal. A diferencia de Acuario, mantenía su tieso cabello castaño en un largo apropiado, solo lo justo y necesario para que no le hiciera parecer un puercoespín.

El único de los chicos del Zodiaco que usaba el cabello muy corto era Leo, quien llevaba el peinado estilo militar, casi rapado de las orejas hacia abajo y un poco más largo en la parte superior. El caso opuesto era Capricornio, quien no se molestaba en ir al peluquero ni bajo amenaza de muerte. Su larga y lacia cabellera negra solía recogerla en una cola de caballo.

Una vez, Virgo y Piscis se entretuvieron haciéndole trenzas en el cabello mientras Capricornio dormitaba frente al televisor encendido. Al descubrir la travesura, Capricornio se limitó a suspirar resignado mientras se desenredaba el cabello. Piscis y Virgo se sintieron muy malotes por cinco minutos y luego le estaban pidiendo perdón a Capricornio como si de verdad hubieran hecho algo grave. Él no le dio importancia, salvo cuando Virgo se ofreció a cortarle el cabello para evitar futuros inconvenientes.

Debo reconocer que esa fue la única vez en que vi a Capricornio dudar, supongo que no estaba del todo seguro de los pros y contras de dejar su cabellera en manos del pequeño peliblanco, pero cuando Piscis decidió unirse a la proposición de Virgo, Capricornio declinó decididamente la oferta.

— ¿Crees que alcancemos a ir? —yo sonreí aun recordando la cara de Capricornio, pero me centré en el anunció que Acuario me mostraba en la pantalla de su celular: en la noche se llevaría a cabo un concierto de una banda de rock alternativo en el Altance Arena.

— No creo que queden entradas, Acuario. —hubiera sido una gran idea, el Altance Arena era un gran estadio ubicado en el segundo círculo.

— Querida, el Zodiaco no necesita entradas. —una sonrisa involuntaria y cómplice se apoderó de mi rostro cuando aprecié el brillo pícaro en su mirada de bellos ojos gris azulados.

Acuario tenía razón, no pude evitarlo y dejé ir un par de carcajadas mientras asentía con mi cabeza, justo en ese momento Escorpio frenó ante nosotros.

— ¿Los llevó a algún sitio, mis jóvenes y maravillosos señores? —su sonrisa dejaba ver su perfecta dentadura y anunciaba mil maldades.

— ¿Qué tal la fuente de soda de Nikolay? —propuso Acuario, acercándose a la puerta del copiloto para abrirla en un gesto de caballerosidad, esperando a que yo subiera.

— Oh, dicen que tienen un vodka excelente que te quema la garganta. —me subí sonriendo ilusionada con la perspectiva, aunque creo que era muy temprano para ir donde Nikolay.

— ¿En serio? ¿Has ido? —Escorpio pareció impresionado por mi comentario, Acuario se subió en el asiento trasero y Escorpio puso en marcha el vehículo en dirección al teatro principal.

— No, Leo me contó. —confesé.

— ¡¿Cuándo ha ido Leo?! —saltaron el par de chicos a una voz.

— Bueno… con Tauro fueron la semana pasada, según supe. —fruncí los labios intentando hacer memoria.

— Vaya… tiene que haber sido esa vez que Virgo pensó que Leo había enfermado. —Acuario miró hacia arriba tratando de recordar el incidente. Sujetaba con sus manos tanto el respaldo de mi asiento como el de Escorpio.

— Sí, pobre leoncito, tuvo que pasar todo el día escondiéndose de Virgo para que no descubriese que había salido a beber la noche anterior. —sonrió Escorpio al recordar aquello, yo sonreí cómplice al notar su mirada malvada.

— Oye, ahora que recuerdo, tú no fuiste muy solidario aquella vez. —se molestó Acuario al recordar también lo sucedido.

— Ey, no es mi culpa que un menor de edad quiera jugar a ser adulto. —se excusó Escorpio. —Hay que asumir las consecuencias de nuestros actos. —recitó de modo solemne.

Acuario y yo abrimos nuestros ojos asombrados, observando a Escorpio con preocupación, pensando que nos encontrábamos frente a un impostor, pero medio segundo después Escorpio se echó a reír contagiándonos a nosotros.

Eran cerca de las ocho de la mañana cuando llegamos al teatro principal y tal como Escorpio había dicho: con nuestra destartalada camioneta llamábamos bastante la atención, éramos ruidosos y vistosos. Aunque claro, los residentes del primer círculo eran personas tan importantes y ocupadas que no gastaban más de un par de segundos en nuestra presencia. Quizás una o dos de ellas llamó a las fuerzas de orden para informar que algo sospechoso sucedía, qué sé yo, jamás iba a entender a esta gente.

— ¡Y… llegamos! —anunció sonriente Escorpio al estacionar frente a la entrada de la bodega, la cual ahora, con luz de día, se apreciaba como un contenedor de acero de un descolorido color rojo.

— ¡Manos a la obra! —Acuario desbordaba energía. Sin esperar alguna clase de señal, descendió de la camioneta para aproximarse a la parte trasera y retirar una escoba, un trapeador y una pala, instrumentos que Escorpio se había asegurado de cargar antes de comenzar nuestro viaje.

— ¡Yo pido la pala! —salté fuera de la camioneta y la cogí de las manos de Acuario.

— Entonces tú recoges lo que dejó Cáncer. — Escorpio me observó con malicia mientras tomaba el trapeador de manos de Acuario. Yo me giré hacia Escorpio horrorizada: nada más recordar aquel amasijo de carne se me revolvía el estómago.

— Ugh… olvídalo, cambiemos, tú usa la pala. —sin esperar su permiso, cambié de herramienta con él, quedándome a cargo del trapeador.

Una vez definidas nuestras funciones nos acercamos a cumplir nuestro trabajo. En cuanto Acuario abrió la puerta de acero nos pusimos en alerta. Era ya una conducta condicionada, se habían acabado los juegos y debíamos empezar una misión, no importaba si era la misión más simple y segura de todas, era un trabajo y como tal merecía respeto y seriedad.

Acuario, Escorpio y yo cruzamos miradas con complicidad, poniendo especial atención a nuestro entorno. No necesitábamos intercambiar palabras para comunicarnos o ponernos de acuerdo, cada uno conocía a la perfección su rol y lo ejecutaba con maestría.

Todos habíamos visto y escuchado las noticias hace un rato y sabíamos que las fuerzas de orden habían estado por aquí, pero no sabíamos si se habían retirado por completo.

Las fuerzas de orden actuaban como policías, eran parte de la rama inferior de la FUSEN, nuestra fuerza de seguridad nacional principal. Las fuerzas de orden patrullaban, monitoreaban el tráfico o resolvían disputas domésticas, en ocasiones, como la que nos importaba en esos momentos, cooperaban en investigaciones con algún gremio.

Luego de una rápida inspección visual, Acuario ingresó seguido de Escorpio, cada uno asegurando su sector de la habitación, Acuario el derecho y Escorpio el izquierdo, yo ingresé segundos después, haciendo un análisis general, buscando indicios de alguna presencia externa o de algún peligro. Un sutil hedor a orines de gato inundaba el lugar.

Supongo que, al estar abandonada, la bodega era blanco fácil como escondite para animales callejeros o mascotas que salían a dar un paseo nocturno. Yo no recordaba que anoche apestara de este modo, pero, por otro lado, anoche no podía pensar en nada más que no fuera rescatar a Virgo y saldar cuentas con los 3R, por lo que pude haber pasado por alto cualquier otro estímulo sensorial.

— Agh… ugh… ¿qué peste es esta? —se quejó Acuario, haciendo arcadas tras abrir la puerta que llevaba a la segunda habitación de la bodega.

— Creo que es algún tipo de ácido, no estoy seguro. —Escorpio se cubrió nariz y boca con el antebrazo izquierdo y se quedó cerca de la puerta observando el lugar, evaluando las opciones y trazando teorías o planes de contingencias, supongo.

Sabiendo que no había peligro inminente, pasé por el lado de Escorpio para saber por qué él y Acuario reclamaban tanto.

— Agh… quien sea que haya limpiado se excedió con los químicos. —me quejé, también atorada debido al olor a amoniaco y cloro que cargaba el aire del lugar.

Respirar con normalidad o sin tener deseos de devolver nuestros desayunos se volvió una tarea muy difícil. Tal parecía que no habíamos sido los únicos con la idea de limpiar: alguien había llegado primero y se había deshecho de los cuerpos, dejando la solitaria silla de madera en medio de la sala y nuestro mensaje escrito en la pared del fondo.

— Rayos… creo que voy a vomitar. —Acuario regresó de forma precipitada a la sala anterior para poder respirar un poco de aire fresco.

— Yo digo que es misión cumplida. —Escorpio, el único astuto que no ingresó por completo a la habitación, esperó a que yo saliera y volvió a cerrar la puerta, encerrando el hedor nauseabundo y sofocante en su interior.

— Yo voto por tomarnos la mañana libre. —propuso sonriente Acuario, quien se encontraba en una esquina, inclinado con las manos apoyadas en sus rodillas y la respiración agitada, tratando a toda costa no devolver su muy reciente desayuno.

— ¿Pero no les parece extraño? —les pregunté siguiéndolos a la salida, jugueteando con mi trapeador.

— ¿El qué? —Acuario estaba más preocupado de mantenerse erguido que de prestarme atención.

— Pues el que alguien limpiara todo. —Acuario cruzó miradas conmigo pensando al respecto.

— A mí me da igual. —Escorpio cargó la pala sobre los hombros y empujó la puerta entreabierta de una patada.

— Oh… —oímos de pronto la aguda voz de una mujer en el exterior. —Entonces sí va a ser cierto que fueron lo suficiente bestias como para regresar a la escena del crimen.

— ¿Qué? —preguntamos los tres casi al mismo tiempo, Acuario y yo asomándonos por los costados de Escorpio, quien se encontraba en esos momentos bloqueando la puerta de entrada.

Ante nosotros se encontraba una niña de un metro cincuenta, la altura de Piscis, podría decir que quizás un par de centímetros más baja, vestía una blusa manga larga, un corsé y una falda larga, todo de color negro, al más puro estilo gótico-victoriano.

— ¿Hola? —saludé sin comprender muy bien quién era la chica.

— ¿Qué quieres? —el tono cortante Escorpio me confundió, bajó la pala de sus hombros y frunció el ceño.

— ¿Yo? Nada. —la chica dio media vuelta ofreciéndonos la espalda, llevaba el cabello teñido de azul y sujetado en dos moños a sus costados.

Al oírla hablar de nuevo me di cuenta de que no se trataba de una niña, se sentía como una persona bastante madura a pesar de su apariencia.

— Pero el jefe tiene cuentas que arreglar. —comentó mientras volvía a observarnos de frente, esta vez apuntándonos con un revolver rojo.

— ¡Rayos! —fue instintivo, ni siquiera lo pensé, solo sabía que no íbamos armados ni preparados para un enfrentamiento con armas de fuego.

La chica, de una hermosa mirada de ojos dorados (no estoy segura si aquel era su color natural o usaba alguna clase de lente de contacto) nos dedicó una gran sonrisa al tiempo que jalaba del gatillo. Sus ojos sonreían de modo tal que me hacía cosquillear de forma desagradable la base de la nuca. Solo una vez había visto una sonrisa así de sádica: en Escorpio; cuando se autoproclamó como el jefe de interrogatorios del Zodiaco.

Ni Acuario ni yo supimos qué hacer, Escorpio aún se encontraba bloqueándonos el paso y, por fortuna, reaccionó con prontitud y blandió la pala ante él, provocando que la bala rebotara en el metal de la herramienta. Cuando se vio libre del proyectil le dedicó una ufana sonrisa a la chica.

— ¡Ja! Fallaste, petisa. —Escorpio parecía estarse divirtiendo con todo esto, como si se tratara de su juego favorito.

La desconocida se limitó a esbozar la mitad de una sonrisa, levantando apenas la comisura derecha de su labio, como si la reacción de Escorpio fuera lo que hubiera estado esperando desde el comienzo. Entonces aparecieron, como de la nada, una media decena de hombres de las fuerzas de orden, apuntando sus armas a nosotros.

Yo abrí los ojos de la impresión y tiré de Escorpio al interior de la bodega mientras Acuario reaccionaba con rapidez cerrando la puerta de un golpe y se quedaba apoyado en ella para evitar que se abriera, gracias a eso, todas las balas rebotaron en el metal de la estructura.

La única ventana del lugar quedó hecha añicos con las balas que la atravesaron, la pared contraria absorbió todos los impactos produciendo un sonido que retumbaba tan fuerte que me sorprendía no haber quedado sorda. Escorpio, Acuario y yo cruzamos miradas intentando tomar una decisión.

— ¡¿Ahora qué hacemos?! —intenté hacerme escuchar.

— ¡¿Vieron el brazalete en su brazo izquierdo?! —Acuario aun sujetaba la puerta con su cuerpo. Escorpio y yo asentimos.

— Sí, lleva una cinta negra con una araña roja en el centro. —al fin la balacera había cesado y no tenía necesidad de seguir gritando, aunque podía sentir un silbido molesto resonando en mi oído interno.

— El emblema de la Araña Escarlata. —completó Escorpio.

— ¿Qué no dijeron en las noticias que el gremio de la Araña Escarlata estaba resolviendo el asunto del atentado de anoche? —Acuario ladeó su cabeza mientras alzaba una ceja, no estaba segura si lo preguntaba o lo estaba recordando.

— Sí, pero ¿qué no es eso contraproducente? —me quejé.

— ¿Lo dices porque el padrino del gremio de la Araña Escarlata es lord Leiton? —Escorpio no parecía muy interesado en el tema, yo le respondí asintiendo.

— Sí, también lo pensé cuando escuché las noticias. Pero supongo que es la tapadera perfecta. —tras decir eso, Acuario se cubrió la nariz y la boca con su camiseta y nos hizo un gesto para que le siguiéramos al segundo cuarto.

— ¿Quieres decir que lord Leiton se ha ofrecido para realizar este trabajo con el único propósito de evitar que lo relacionen con el asunto de la bomba? —aun no terminaba de encontrarle sentido, ¿acaso no había algún organismo regulador? ¿Qué propósito tenía que los mismos culpables investigaran el caso?

Acuario me respondió con un movimiento de cabeza, terminé cubriendo también mi nariz y boca y lo seguí.

— Será mejor que nos apresuremos, estoy seguro de que si salimos por la vía lateral podremos evitar a las fuerzas de orden. —Acuario se aproximó a la escotilla en el suelo.

— Sí… pero no podremos regresar a la camioneta. —Escorpio tenía un buen punto, cómo recuperaríamos la camioneta.

— ¡Hola! —nada más abrir la escotilla se asomó del piso inferior un joven moreno, cabello rubio peinado tipo mohicano y ojos azules cubiertos por unas antiparras que le hacían ver como si tuviera ojos de sapo, usaba una mascarilla antipolución de color negro con diseños en rojo.

— ¡Ah! —Acuario se retorció tras la descarga eléctrica recibida por la pistola de electrochoque del recién aparecido personaje.

— ¡Acuario! —el disparo me tomó por sorpresa.

— Oh… y yo no bajaría allí si fuera ustedes. —observé de reojo al hombre cara de sapo, de pronto deseé haber traído mi arma y vaciar el cargador sobre él.

Acuario cayó aturdido de espaldas al suelo, pero antes de que alguien más pudiera reaccionar, Escorpio le dio un golpe con la pala al enmascarado y luego se acercó a Acuario para socorrerlo.

— Está inconsciente. —Escorpio se volteó para observarme, pero al hacerlo abrió muy grande los ojos.

Al voltearme rápidamente para seguir la dirección de su mirada descubrí que la joven gótica estaba sonriendo de pie en el umbral de la puerta.

— ¡Sagitario, corre! —entonces Escorpio lanzó el cuerpo de Acuario escaleras abajo y se apresuró a cerrar la escotilla.

Yo prácticamente volé a la escotilla para escabullirme junto a Escorpio en el subterráneo, pero de inmediato me golpeó un intenso olor ácido y avinagrado que hizo lagrimear mis ojos y secar mi garganta.

— ¿Qué no escuchan cuando les hablan? —preguntó el aún aturdido enmascarado.

Yo me giré para poder observarlo, asombrada de que se hubiera despertado. Era un muchacho tan alto como Acuario, daba la impresión de ser más o menos de la misma edad también. Su voz se oía distorsionada por aquella mascarilla que llevaba puesta, pero podía distinguirse con claridad un matiz juguetón.

Me di cuenta de que el muchacho también portaba el brazalete de la Araña en su brazo izquierdo. Apoyé mi mano sobre mi nariz y boca mientras observaba de reojo a Escorpio para saber qué hacer.

— Escucha Sagi… —empezó Escorpio. —A mi señal corres sin mirar atrás. Busca la salida e infórmales a los demás. —yo negué con la cabeza, pero al cruzar miradas conmigo esbozó el inicio de una sonrisa, era como si él supiera algo que yo no, una clase de sabiduría que lo dotaba de una inexplicable seguridad.

— Pero… —intenté protestar.

— Cuidaré de Acuario, estaremos bien. —yo me perdí en sus ojos gris verdosos y por alguna razón terminé aceptando, él volvió a centrarse en quien teníamos al frente. —Mantente cerca del suelo, tendrás un poco más de aire. —me aconsejó.

— ¿Qué es esto? ¿En serio creen que tienen alguna oportunidad? —preguntó el cara de sapo preparando su pistola de choques eléctricos.

— ¡Sagitario, ahora! —Escorpio se lanzó sobre nuestro adversario y cayó al suelo junto con él.

Ambos hombres comenzaron a forcejear y yo aproveché el momento de confusión para huir lo más rápido que pude, corriendo acuclillada sin despegar la cara de mi camiseta, que empleaba como mascarilla.

Tras lo que me pareció una eternidad logré dar con la salida secundaria. Tal como había previsto Acuario: aparecí justo por detrás de las fuerzas de orden, las que se arremolinaban hacia la entrada de la bodega.

Sentí una presión dolorosa en mi pecho, no me hacía ninguna gracia dejar atrás a Escorpio y Acuario, pero era consciente de que en esos momentos no estaba en condiciones de rescatarlos.

— Volveré, chicos. —juré mientras me escabullía lejos del grupo que se alborotaba en torno a la entrada principal de la bodega.

Salí lo más pronto que pude del primer círculo y me dirigí hacia el exterior del tercero, tomando el tranvía que atravesaba la línea periférica. En tan solo doce minutos estaba de vuelta frente de la iglesia abandonada.

Inhalé hondo un par de veces para recuperarme de la carrera y llenar mis pulmones de oxígeno antes de internarme entre los árboles en dirección a nuestra guarida.

El Zodiaco

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