Читать книгу Argentina el mundo es tuyo - Mariana Inés Mangiarotti - Страница 10
Un poco de historia
ОглавлениеEn 1965, el diplomático estadounidense Edmund Gullion, en ese momento decano de Fletcher School of Law and Diplomacy en Tufts University de los Estados Unidos, dio el nombre de “diplomacia pública” al proceso de información internacional y de relaciones culturales.1 En ese país, dicho término fue utilizado inmediatamente en el ámbito gubernamental. El académico estadounidense Nicholas Cull explica tres razones sobre la pronta adaptación del término:
“En primer lugar, Estados Unidos necesitaba una alternativa favorable a términos como propaganda o guerra psicológica para permitir una clara distinción entre sus prácticas democráticas de información y las políticas aplicadas por la Unión Soviética. En segundo lugar, la organización internacional de información de los Estados Unidos –la Agencia de Información de los Estados Unidos (1953-1999)- dio la bienvenida al término que les daba un status de diplomáticos (…). En tercer lugar, el término implicaba un solo concepto del enfoque de nación a la opinión pública internacional, ya que conlleva un argumento implícito de la centralización de los mecanismos de la diplomacia pública”“ (Cull, 2009, p. 17).
¿Significa entonces que se está ante un nuevo término para nombrar a una disciplina antigua? Es preciso aclarar que la propaganda se originó de manera paralela en Rusia, Estados Unidos y países de Europa, pero la diplomacia pública es una disciplina que nació en Estados Unidos. El país muestra una larga tradición en el arte de persuadir y cautivar a los ciudadanos de los países extranjeros. A los profesionales de diplomacia pública en los Estados Unidos les gusta invocar a dos de los padres fundadores de la nación como referentes: Benjamin Franklin y Thomas Jefferson.
Un paso fundamental en el desarrollo de la diplomacia pública lo dio el presidente Thomas Woodrow Wilson durante la primera guerra mundial, cuando creó, en abril de 1917, el Comité de Información Pública (Committee on Public Information) con el objetivo de persuadir a los ciudadanía de países extranjeros sobre la nobleza de los objetivos de la política exterior de Estados Unidos y contrarrestar los efectos de la propaganda y de la guerra psicológica de Alemania. Además de establecer oficinas en el extranjero y distribuir panfletos, dio comienzo a la distribución internacional de películas. Y en ese momento nace la fuerza de su posicionamiento internacional, con lo que luego se conocerá como la gran maquinaria estadounidense: Hollywood.
Por su parte, el presidente Franklin Roosevelt fundó en 1941 el Servicio de Información Internacional (Foreign Information Service) luego del ataque recibido en Pearl Harbor. En febrero de 1942, el gobierno norteamericano creó un sistema de radio y televisión para la transmisión de noticias en Europa y Asia, a fin de contrarrestar la propaganda alemana y japonesa en esa región. Su primera emisión a Europa fue hecha con transmisores de onda larga y media de la BBC. Esta cadena es la que luego fue llamada “Voice of América”. En junio de 1942 ya emitía en 27 idiomas. En 1994 comenzó a ofrecer sus contenidos en internet. En el 2000 lanzó el sitio www.VOANews.com, un servicio de noticias, que se difunde en inglés, las 24 horas por África y Asia.
En 1953, el presidente Dwight Eisenhower estableció la Agencia de Información de los Estados Unidos (USIA) con la misión de comprender e influir en la opinión pública internacional. Su propósito consistió en pelear “por los corazones y las mentes” de las personas alrededor del mundo en contra del comunismo, bajo el slogan “Contando la historia de los Estados Unidos al mundo” (“Telling America´s Story to the World”). La agencia USIA dio comienzo a programas de intercambio, creó bibliotecas alrededor del mundo y publicó el Washington File. Estas acciones se sucedieron con el origen de la Guerra Fría y la USIA fue una herramienta fundamental para lograr la victoria. Finalizada la Guerra Fría, Estados Unidos anunció en 1999, durante la administración Clinton, la integración de la USIA al Departamento de Estado, debido al recorte presupuestario. Así, varios autores ven esta época como un período de debilitamiento del soft power norteamericano. No solo por dejar de ser una prioridad para el Departamento de Estado sino también porque el país perdió credibilidad con sus políticas militares hacia Medio Oriente y sus acciones militares en Irak. Por consiguiente, los logros alcanzados por la diplomacia pública también perdieron credibilidad.
Los atentados del 11 de Septiembre del 2001 causaron efectos cardinales en la práctica de la diplomacia pública, porque los Estados Unidos comenzaron a escribir un nuevo capítulo en su relación con la opinión pública musulmana y del resto del mundo. Jan Melissen argumenta que hasta entonces, las estrategias de diplomacia pública “fueron reactivas y no producto de la visión de futuro de los servicios diplomáticos cuidando las relaciones con el público extranjero” (Melissen, 2005, p. 15). El suceso “9-11” ocasionó una transformación estratégica en la política de seguridad y militar, y también un cambio de dirección en su política de diplomacia pública para erradicar el “antiamericanismo” manifestado en diversos sectores internacionales, sabiendo que se deberían afrontar políticas a largo plazo. En consecuencia, la administración Bush aumentó los presupuestos y produjo cambios institucionales. En efecto, en 2004 se creó un nuevo puesto, la subsecretaría para Diplomacia Pública, bajo la autoridad de la Secretaría de Estado. Charlotte Beers, ex directiva de una agencia publicitaria, fue designada para el cargo, pero su gestión fue muy criticada por los académicos y expertos por otorgarle a la diplomacia pública una dimensión publicitaria.
La administración del presidente Obama designó en mayo del 2009 a Judith McHale -ex presidente de Discovery Communications- como Under Secretary of Public Diplomacy and Public Affairs, quien tuvo a su cargo la reorientación de la dirección de las relaciones de los Estados Unidos con los públicos extranjeros.
En 2013, James Mattis, quien era entonces el comandante del U.S. Central Command dijo en una audiencia en el Congreso: “Si no se financia el presupuesto del Departamento de Estado, entonces necesito comprar más municiones (...) cuánto más le demos a la diplomacia del Departamento de Estado, menos tendremos que ingresar al presupuesto militar”. Mattis se convirtió luego en Secretario de Defensa del gobierno de Donald Trump y anunció su retiro a finales de 2018.
La administración de Trump le ha dado menor importancia a la diplomacia pública en su estructura de gobierno. En la Subsecretaría de Diplomacia Pública y Asuntos Públicos no se ha nombrado a ningún subsecretario y como responsable se encuentra una Oficial Senior. Quizá, la diplomacia pública se haya transformado en una “diplomacia presidencial” siendo él el principal actor y vocero de los Estados Unidos en el mundo. Trump detectó que hay un super poder que puede ser más grande que su nación y ese super poder es la opinión pública y se siente capacitado, y con experiencia internacional previa, para persuadirla directamente con su persona.
El término diplomacia pública fue activamente utilizado por los Estados Unidos y una vez finalizada la Guerra Fría fue cuando comenzó a tomar consideración en otros países. Ocurrió cuando se extendieron las nuevas tecnologías televisivas introducidas por los Estados Unidos2, que permitieron un alcance internacional instantáneo, con difusión de noticias transmitidas en tiempo real a todo el mundo. También el inicio de internet activó nuevos cambios en la percepción de la opinión pública. En este entorno, la necesidad creciente de persuasión de la opinión pública extranjera necesitó de nuevas técnicas y herramientas.
Si bien es posible encontrar ejemplos del arte de persuadir -escuchando al público target- desde tiempos remotos de la historia de la humanidad, la diplomacia pública introduce un elemento fundamental: el poder de la escucha. Escuchar a la opinión pública extranjera para producir posibles cambios de dirección. Aquí tenemos otro gran concepto para remarcar: “el poder de la escucha”.
Nicholas Cull afirma: “Mientras la retroalimentación de la información desde la audiencia al actor ha sido parte de la sofisticada estructura de propaganda del pasado -los jesuitas y los bolcheviques eran maestros de esto- ellos no escuchaban para ser transformados por el encuentro. El diálogo constituía una técnica pedagógica para facilitar la aceptación de la audiencia y la apropiación por parte de la audiencia de las ideas que el actor deseaba comunicar” (Cull, 2009, p. 59).
La Iglesia Católica ha sabido escuchar a sus fieles alrededor del mundo y se ve reflejado con el golpe de timón que ha sucedido: nadie se imaginaba un Papa jesuita. Los jesuitas saben de diplomacia pública antes que Estados Unidos.
La diplomacia pública se convierte en una adaptación necesaria para actuar en la era global actual. En concordancia con esta declaración, Colleen Graffy, la primera secretaria adjunta del Departamento de Estado de los Estados Unidos dedicada enteramente a la diplomacia pública, destaca que la “diplomacia pública es ahora indispensable debido a los fenómenos que surgieron a principios del siglo xxi: lo instantáneo, los medios de comunicación globales durante 24 horas los 7 días de la semana y la proliferación de naciones democráticas”. (Graffy, 2009, p. 791).
Sobre los países que siguieron a los Estados Unidos, se destacan Alemania, Francia, Inglaterra y Japón3, es decir, aquellos que tuvieron la necesidad de mejorar su reputación luego de la Segunda Guerra Mundial. Por ejemplo, Alemania Federal comenzó en 1949 con la implementación de su politische Öffentlichkeitsarbeit para lograr aceptación en las democracias de Occidente. En ese mismo año, se fundó la Bundespressekonferenz (aún existe), una organización cercana al gobierno con acción sobre la política de medios que reúne a todos los corresponsales en Bonn, cuyo objetivo es el de “instruir a la opinión pública sin demoras y sin influencias”4 contrarrestando la acción de los “colegas superiores” de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia. Otro ejemplo de persuasión de los públicos extranjeros fue el caso de Francia que comenzó a operar con su politique d´influence, dando inicio a las políticas de promoción de la lengua y la cultura francesas en el mundo a través de la Dirección General de Relaciones Culturales y Obras Francesas en el Extranjero, creada en 1945 por el Ministerio de Asuntos Exteriores.
Los gobiernos europeos implementaron la diplomacia pública con actitud más abierta, aunque se caracterizaron por ser más dependientes de las estructuras de la diplomacia tradicional. La diplomacia pública acompañó la expansión política y económica de los Estados Unidos y de los países dominantes europeos, y el sistema internacional fue reforzando el modelo de centro y periferia, donde los países más industrializados operaron diseminando los valores de sus culturas en el resto del mundo.
En la actualidad, Europa, como región, está mostrando un desarrollo destacado. Y una gran nación que se distingue por su avance a pasos considerados es la República Popular China. Este país guarda una extensa historia en diplomacia pública, pero el gobierno chino actual ha entendido la necesidad de introducirse en el mercado global interdependiente, beneficioso para su desarrollo económico. Asimismo, son varios los países –ya sea grandes o pequeños, democráticos o autoritarios– que adoptaron a la diplomacia pública, citando, entre otros los casos, a Australia, Canadá, Estonia, India, Inglaterra, Israel, Japón, Polonia, Qatar, Rusia o la región de Kurdistán.