Читать книгу La gran fórmula - Marie Barraco - Страница 10

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CAPÍTULO 5

EXTRAER EL EGO

El ego es tan solo una sombra, se nutre de oscuridad, pero como vemos tan distorsionado con nuestros ojos, como hemos estado hablando, no nos damos cuenta de cómo vive y se nutre.

Hay egos parecidos a un globo, esos se nutren de halagos, de reconocimientos, de palabrería, del mostrar, del fingir, infinidad de alimentos sutiles caben en él. Le alimenta el éxito, la fama, el poder, los logros, el dinero, los títulos, lo mundano y lo mal llamado “espiritual”, el ego que no logra en este mundo alcanzar su estado de hinchazón, recurre al otro mundo, al mal llamado mundo espiritual, porque en verdad está muy lejos de ser espiritualidad... ahí se nutre de sacrificios, de quien más se merece, más oraciones y rezos, quien más da, quien más ayuda, más y más de lo mismo, porque tan solo es hinchar el ego, no son capaces de dejar un ave en libertad y quieren libertar el mundo... no son capaces de no lastimar un árbol, y quieren luchar contra el maltrato... no saben hacer que un pájaro los elija para trinar en su jardín por miedo a que los mate o encierre, pero quieren ser elegidos, escuchados... ego tan solo ego, más maneras de alcanzar poder, ambición, como una bolsa sin fondo.

Otros egos se nutren de negatividad, de sus desgracias, de su malestar, de las miserias y enfermedades...

Te contaré dos historias, que lo describen muy bien.

Un hombre era el barbero de un rey, día tras día este hombre iba al palacio sonriendo, cantando, feliz y en calma, llegaba al rey, hacía su trabajo con tal contentamiento que el rey no daba crédito, día tras día, año tras año, nunca se le veía preocupado ni desconforme, terminaba su labor y volvía a su humilde hogar, con su familia, solo se retiraba a disfrutar de su casa, de su tiempo libre, de su comida y su bebida, solo vivía, tan diferente que un día el rey sin entender ya cómo este hombre que no tenía nada comparado a él podía ser feliz, buscó consejos de un sabio, y este le dijo, es que no está en el noventa y nueve... ¿Qué es eso?, dijo el rey... mira, tira en el jardín de su casa una bolsa con noventa y nueve monedas de oro, y verás... Así fue, el rey pasó por la casa de este hombre en la noche, y tiró la bolsa con noventa y nueve monedas de oro... y siguió a su palacio. El pobre hombre la encontró, la entró a su casa, comenzó a contarlas, las miró y contó toda la noche, porque eran noventa y nueve, tendrían que ser cien, ahora quería cien, así que no durmió pensando. A la mañana fue al trabajo sin dormir, ya no era el mismo, ya no tenía ni calma ni sonrisa, el rey le preguntó, pero él no dio explicaciones, en su mente solo estaba el cómo iba a hacer para llegar a las cien monedas de oro, tan solo una para él era imposible de conseguir. Así que decidió comer un día y ayunar otro, para así ahorrar, y a la noche daba vueltas sin poder descansar, comenzó a cambiar aun su rostro cansado por el mal comer, sin fuerzas, nervioso, ansioso, sin calma... el rey volvió a decir: ¿Qué pasa que has cambiado?, así que este le contó la historia de la bolsa encontrada, y así cómo había entrado en el noventa y nueve...

El ego es la sombra de la mente, entrar en el noventa y nueve es perder la vida, le alimentes con lo que pida nada le saciara jamás, ambición tras ambición otra y otra... y te pierdes la riqueza de la misma existencia.

La otra historia es un hombre que iba de médico en médico, encontró uno que le escuchaba mucho, así que día tras día volvía a verle, cada enfermedad nueva que escuchaba de alguien o de las noticias, ya las hacía suyas, y volvía al médico con los síntomas, el doctor le decía que no tenía nada, una y mil veces, ante una enfermedad nueva volvía, un día más llegó a ver al doctor y este ya cansado le dijo yo también miro las noticias... la noche anterior la habían dado por la televisión... así que el paciente enojado dijo: ¡¡¡Iré a ver otro médico, que te crees tú!!! Así fue su vida, cuando un día murió, porque de algo de todas formas hay que morir, su esposa puso una piedra en su tumba, que él mismo mando a escribir antes de morir, esta decía: yo tenía razón, estaba enfermo... aquí la prueba.

Es el ego el que se nutre de este tipo de alimento, hay gente que si le curaran todas sus enfermedades, se moriría, no serían ellas, sus egos dejarían de existir, ellos mismos dejarían de ser, ese falso yo no lo pueden dejar... si sus egos no existieran ellas no existirían, y así es, porque estamos tan identificados con el ego que no podemos sin extraerlo seguir más hacia el centro...

La ley de extracción es la gran fórmula, es extraer capa a capa todo lo que hemos acumulado, hemos nacido esencia, una única esencia, pero hemos ido acumulando capas, capa sobre capa, y eso nos impide realmente ver la vida placentera, poder vivir en calma, en bienestar, en gozo.

La gran fórmula

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