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Tercer prólogo

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Conocí a Mariela Tulián algunos años después de venir investigando, desde la antropología y la geografía, los procesos reivindicativos de algunas comunidades indígenas comechingón de la Provincia de Córdoba. En esa ocasión, ella y un grupo de originarios de diversos sectores de la Argentina se reunieron en el marco de una visita que un importante cardenal de la Iglesia Católica del Vaticano había hecho con motivo de un «diálogo» en San Marcos Sierras. Mientras el cardenal ofrecía una conversación vinculada a cuestiones filosóficas y metafísicas que, a priori, poco parecían vincularse con el lugar, Mariela y sus compañeros apuntalaron a la necesaria reparación histórica de la Iglesia con los Pueblos indígenas. Estas reivindicaciones ponían en tensión la concepción de territorio, de historia, de cultura, civilización, de memoria y de espiritualidad, entre muchas otras.

Como si fuera poco, estos enunciados cristalizados en conceptos verbalizados y escritos se hacían cuerpo en diferentes facetas y prácticas cotidianas de la autora. Ese día por ejemplo, asistimos a la orilla del río San Marcos allá debajo de las Sierras de Cuniputo. En un sitio sagrado, al lado de unos morteros ancestrales, Mariela y un abuelo mapuche guiaron una inmemorable ceremonia cuyo efecto apaciguó hasta los animales más energéticos de la zona. El lugar era parte de una serie de sitios espirituales conectados que testimonian una importante presencia indígena en el territorio y cuya entidad es no solo perceptible por nuestro sentido (europeo) de la vista sino por la conexión sensorial. Animales, monte, espíritus y humanos participan, circulan y dan vida a lo que Mariela y sus abuelos llaman el territorio. Un sistema vivo, cuerpo híbrido en movimiento, masculino y femenino, cuyo encuentro con él (y ella al mismo tiempo) se puede entender desde la vivencia, la vinculación, la apertura a la interacción en disposición abierta y plena a las sensorialidades que ofrece nuestro sentir como seres corpóreos. Estas dimensiones son también las que relata Mariela en la historia del Pueblo Tulián desde el Taypichin, sin embargo son también las que nos demuestra ella y sus hermanos y hermanas Tulián a partir de su uso territorial actual.

Mis visitas al Taypichin, al territorio histórico Tulián, me llevaron entonces, necesariamente, no solo a intelectualizar la narrativa histórica y territorial, sino a sentirlo y por ello a vivenciarlo. Más «vivo» que nunca, y lejos de todos esos procesos de resistencia –que irá contando Mariela en los primeros capítulos– y su comunidad nos ofrecieron, caminando, encontrando sitios, hierbas, piedras, morteros, conanas y un sin fin de elementos, su interacción plena, como por ejemplo en la actual recolección de la algarroba y en sus múltiples usos e infusiones. Lejos entonces el territorio de ser un objeto, pasivo de ser apropiado y delimitado por el hombre-blanco-occidental, que con sus figuras geométricas (puntos, líneas, polígonos) y su metafísica (estática y estable) ejerce soberanía, el territorio puede pensarse como un sistema vivo. Estas concepciones inscriptas en los modos de vida indígena, que Mariela relata a lo largo de su obra, son las que nos invitan a los académicos a revisar las propuestas teórico filosóficas y morales con las que pensamos el territorio. En ese sentido, nos damos cuenta que la idea de territorio como tierra (propiedad, mercancía) o terreno (como un área o polígono) están más próximas a un ideal de control espacial que de la apertura y conexión a la vida. Y (no tan) casualidades mediante, inscripta en la demora reglamentaria de la tan añorada ley 26.160, cuya aprobación en la Provincia de Córdoba todavía es puro misterio.

El libro de Mariela ofrece innumerables aportes teórico/epistemológicos y políticos. En primer lugar, relata y recopila testimonios orales que describen una heterogeneidad de perspectivas y acontecimientos vinculados con la presencia indígena en San Marcos. En segundo lugar, articula los relatos con un sistemático y difícil trabajo en el Archivo Histórico Provincial de Córdoba, donde las fuentes coloniales y republicanas paradójicamente dan testimonio de las luchas históricas. Estos dos puntos ofrecen entonces elementos en donde las memorias subalternas muestran sus tensiones pero también diálogos con los procesos de historización hegemónicas. En tercer lugar, describe con precisión clínica un importante antecedente para la necesaria lucha actual de la propiedad comunal de las tierras en Córdoba. Se trata del reclamo histórico que encara Francisco Tulián en 1804 y que felizmente es devuelto en 1806, pero que curiosamente ha quedado silenciado en la historia regional a pesar de su caso ser jurisprudencia a nivel nacional. En cuarto lugar, traza la apertura a pensar y sentir el territorio desde los sabios aportes de los ancestros comechingones y sanavirones. Y en este sentido, una novedosa manera de mirar el género en su profundidad histórica y territorial.

Es este libro entonces un importante aporte a la recopilación de memorias y trayectorias indígenas de una de las zonas más cuantiosas del pueblo camiare del Norte de la Provincia de Córdoba. Al difícil y accidentado trabajo en «el archivo», a la permanente escucha y toma de nota de los abuelos y, a la reconstrucción, por un lado del dibujado concepto de territorio, por el otro, a alumbrar la potencialidad de la territorialidad indígena. Pero este libro es, sobre todo, el reflejo de la re-existencia, como pueblo indígena invisibilizado, oprimido, inaudibilizado; y como mujer, que incansablemente trabaja día a día para revivir y reivindicar los derechos humanos que como sociedad nos atañe.

Como miembros de espacios académicos, especialmente de la Universidad Nacional de Córdoba, es nuestra responsabilidad entonces continuar caminos para vincularnos con las experiencias históricas y el «diálogo de saberes» (o de vivires) entre la ciencia y la experiencia histórica de memorias, cuya riqueza ha sido negada e invisibilizada por los dueños de la tierra (muchos de ellos, dueños del conocimiento). Con este tipo de aportes enérgicos no solo será nuestra responsabilidad trabajar con ellos, sino el placer de poder aprender de ello.

Lic. Lucas Palladino

Profesor asistente Departamento de Geografía Universidad Nacional de Córdoba Director del Proyecto de Extensión Universitaria: «Tierra de Comechingones. Reconstrucción territorial y mapeo colaborativo de sitios patrimoniales comechingones en San Marcos Sierras»

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