Читать книгу Desactivad@ - Marisol Gallego - Страница 6

INTRODUCCIÓN

Оглавление

No declames, hazlo No digas, demuestra No prometas, cumple

En mi habitación, sobre aquella litera, que se había ido ensombreciendo con el devenir del tiempo, yacía mi cuerpo desgastado por el vicio, y vaticinaba que ya no resistiría otra batalla.

Mi piel diáfana y mi respiración tenue auguraban lo ínfimo de mi tiempo terrenal.

Ya no había lugar para arrepentimientos y lo que alguna vez fue solo gozo, hoy había dejado de serlo y, paradójicamente se sentía hasta liberador.

Mi mano deficiente, que aún te sostenía, empezó a soltarte levemente, al tiempo que mi respiración se detenía, y mis ojos se abrían a la bóveda celestial.

Atormentada por mi pesadilla desperté sobresaltada, y la sentí tan real que podría asegurar que existió.

De allí en más, pude comprobar que había llegado el momento de desactivarme, y que mi período de fumadora había quedado atrás, que daba paso a un nuevo comienzo para mí y en relación con ello, al ser desconocido le temí, al tiempo que pensé, hay cosas que las asumo como propias y no lo son, esta sí lo era, y vaya si lo era.

No será un “camino de rosas”, pero lo que sí sé es que es cierto que nadie que se liberó del cilindro maldito se arrepintió, sino más bien todo lo contrario, aumentaron el estado de bienestar y felicidad, a juzgar por sus propios dichos, dando inicio a un camino virtuoso, lejos del “monstruo” que los había tenido atrapados.

Antes de continuar, quisiera pedirle al lector que transite este libro tal cual se presenta, no es posible adelantarse, porque habrá conceptos que no se entenderían, y el proceso de desactivación no será el mismo.

Tal vez, todos recuerdan aquella primera vez… casi tengo la certeza de que así lo es… será cuestión, ahora, de “tirarse a la pileta” y recordar la última pitada también, pero como parte del pasado.

La experiencia relatada anteriormente puede ser mi historia, la tuya, la de muchos y, sobre todo, la de aquel que al leerla se la quiera apropiar y tomarla como punto de partida para esta aventura, o al menos, no descartarla de antemano y darle una oportunidad de que avance, con la mínima intención de que, al transitarla, pase algo… o al menos no me sea indiferente.

Alegría, culpa, placer, compañía, felicidad, silencios, soledades, fantasmas, miedos, gozo, inseguridades, ansiedad, vergüenza, desesperación, deleite, moda y mucho más serán transitados en este recorrido. Y aunque llame la atención este último apartado resulta relevante como punto de inicio de nuestra adicción al cigarrillo.

Sucede que si nos remitimos en el tiempo, allá por las décadas de los setenta, ochenta, noventa… para SER, primero había que pertenecer, la pertenencia te da el pasaporte para sentir que SOS “alguien”, y eras parte, con un pucho en la mano, elemento esencial de lo considerado exitoso por aquellas épocas, al menos era en lo que debíamos creer, y que medios gráficos y televisivos se esmeraban en demostrarnos. Así, de manera directa o por intermediarios, teníamos en nuestra primera pitada, el acceso a la notoriedad, fama, y renombre que, en nuestra adolescencia/casi adultez, nos urgía alcanzar.

Esta constituye la génesis de muchos que iniciamos el tortuoso camino de fumar. Deporte, belleza, éxito, juventud eran asociados al cigarrillo y la mayoría compró el mensaje y, en medio la trampa, no logró sentir que, paradójicamente, se estaba esclavizando. El pucho te mostraba por la incipiente televisión que, con él en la mano, mostrarías tus mejores atributos, de ahí en más el éxito era seguro. Los hombres eran más “machos fumando” y las mujeres se veían y autopercibían como más sofisticadas y libres.

Aunque no fue el único portal de acceso a esta adicción, sí el más masivo e “importante” cualitativamente hablando, de ahí su relevancia, porque, en definitiva, era una cuestión comercial, de réditos, de consumo masivo.

Claro que era muy desigual, en el momento en que cada uno se esforzaba por estar a la moda, quemaba años de vida, y las tabacaleras engrosaban sus ingresos.

Lógicamente y una vez conseguida mi atención, entendido el mensaje y coaptada mi voluntad, sería cuestión de tiempo. Mi adicción me mantendría seguro dentro de ese sistema comercial, como consumidor, claro, pues los mecanismos funcionarían tal cual lo previsto… Hoy nadie puede pensar que eso fue inocente.

Tampoco ingenuo, nada lo fue, cada cual puso en práctica y mostró la parte que le convenía, y eligió aquel que pudo, el que no quedó inmerso en una telaraña y pereció. Solo en algunos pocos primó la capacidad de discernimiento y le dijo no a este “camino” que daba acceso al pertenecer.

El fumar es el ardid más espantoso que pueda existir, y lo que peor lo hace es que, aunque tenga sus limitaciones, establecidas por un tema convivencial, es totalmente legal.

Acaba destruyéndonos, mientras somos conscientes de ello. No es casual que casi la mitad de la población adulta pague por autodestruirse.

Pero no podemos salir de la trampa, todo se desvirtúa, es nuestra mente la que le atribuye determinados poderes, dominándonos psicológicamente. Mientras que las sustancias del cilindro maldito me dan la dependencia física.

Es tan contradictorio, que nos pasamos la vida de fumadores tratando de inferir por qué tragamos humo, persiguiendo a nuestros hijos y familia para que no lo hagan, y a veces, cuando podemos intentando salir nosotros mismos del problema en el que estamos metidos. Pero sin lograr escabullirnos de la adicción.

Esa, más o menos, sería una breve síntesis de la vida del fumador.

Antes de dar continuidad a este libro me gustaría aclarar que deberás intentar leerlo del modo que está escrito. Es decir, no vale saltearse etapas, procesos, porque es allí en donde radica el éxito, no puedo leer el final, si no sé cómo es la historia.

Tampoco tiene la gran ambición de que al leerlo pegues tu última pitada, que no dudo de que lo harás, lo que sí puedo aseverar es que aspiro a que te des la oportunidad de leerlo y después la decisión estará en tus manos, solo leer, así de simple.

¡¡¡CONTINUEMOS…!!!

Sucede que todo está diseñado para que no podamos soltar.

He escuchado a algunos que han dicho que, informándome y comprendiendo lo que sucede, el cigarrillo se me va a caer solo de la mano. Es casi imposible que esto suceda.

Lo cierto es que necesito una preparación mental previa, lo cual necesitará apoyarse en un fuerte autoconocimiento, no solo de mi personalidad, sino de cuestiones relacionadas a MI cigarrillo, y digo “mi” porque cobra diferentes estados en relación con cada individuo en particular, aunque hay pautas generales que son iguales en todos, las particularidades existen, y esas son las que debo dilucidar, porque las otras las puedo discernir con ayuda de médicos terapeutas, compañeros de grupo, etc., etc.

Deberé, en primer lugar, buscar las razones o motivos que me llevan a fumar, si lo hago de manera responsable y consciente, a medida que los identifico me iré dando cuenta de lo ridículos que son. Hay que hacerlo, es un excelente ejercicio.

¿Podés hacerlo ya?

1. Motivos para no encender. 2. Motivos para continuar fumando.

Hasta aquí, se desarrollaron algunos factores externos, básicamente psicológicos, que luego y como consecuencia de ellos también se transformarán en físicos, en una dependencia multifactorial.

Pero siempre hay una oportunidad para evolucionar, independientemente del tiempo particular que cada persona lleve como fumador, el darse cuenta y revertir es universal, solo hay que permitírselo y animarse a intentarlo.

¿¿¿Será un camino fácil???… De ninguna manera... Pero valdrá la pena, aunque nuestra mente nos diga lo contrario, estamos inmersos en una enfermedad, somos adictos a la nicotina y allí esta nuestra primera batalla. Será no permitirle a nuestra mente que boicotee tu decisión, ya que seguramente, hará trampa poniendo todas las trabas a cada propósito al que te aventures.

Este aspecto será sistemático en tu devenir, pero hay que estar preparado con una férrea voluntad y muchas estrategias que iremos desarrollando.

Los fumadores vivimos gran parte de nuestra vida maldiciendo nuestra adicción, y recomendándoles a los demás que no lo hagan, o intentando nuestro propio cese, porque sabemos perfectamente de la congestión de nuestros pulmones por el alquitrán cancerígeno, de cómo taponamos nuestro sistema circulatorio, de “ensuciarnos” (mal aliento, ropa y muebles quemados, dientes manchados, olemos asqueroso), privando a nuestro cuerpo de oxígeno y este reacciona aletargándose, somos conscientes de ello, porque lo padecemos día a día. Nuestro cuerpo habla.

Somos esclavos mientras dure nuestra vida de fumador, y en lugares donde antes podíamos fumar, aviones, hospitales, espacios cerrados, espacios públicos, hoy sería imposible, gracias a Dios, y a la evolución humana, ya no podemos hacerlo. Esto juega a nuestro favor, aunque nos enoje, estas decisiones son nuestras aliadas para comenzar nuestra faena de cese tabáquico.

Es grande el trabajo… pero la RECOMPENSA también lo es.

Todos los días se reportan en el mundo miles de personas que dejan de fumar, pero lo cierto es que miles de ellas también inician este camino, a pesar de todas las campañas y restricciones que los equipos de salud de todo el mundo le dedican a esta adicción. Después entraremos en detalles.

Evidentemente, el problema es cesar la encendida, pero más aún, una vez logrado esto, es sostener mi decisión lo suficientemente fuerte como para no reincidir. Dejar de fumar deja cualquiera, al apagar tu cigarrillo lo estás haciendo, mi desafío es mi próxima pitada, mi próxima encendida, a esa es a la que debo decirle que no, rotundamente.

Pero puedo adelantar que, LAS GANAS DE FUMAR SE VAN SIN FUMAR, por ende cada minuto, cada hora, cada día, cada batalla ganada me acerca más al éxito. Y me aliviana el camino, es progresivo y sumatorio. Y de eso dan fe miles de adictos que lo han logrado, y de los cuales he aprendido.

Soy esclavo de este adminículo que me terminará matando, y recordemos que inicié este camino por un acto de pertenencia, moda, sofisticación, sentirme “parte de”, ser adulto etc., etc.

Por lo tanto, debemos desterrar la idea de que estamos haciendo un sacrificio en dejarlo, porque no lo es, en realidad estamos construyendo y poniendo en marcha un acto de rebeldía y liberación, como pocas veces en mi vida haré. Todos los roles que le otorgue al cigarrillo: placer, gozo, compañía, aceptación social, etc., etc., son construcciones mentales propias y que le adjudiqué, pero de ninguna manera son reales.

Superados todos los roles imaginarios que le conferí, pregunto… ¿Será necesario seguir gastando un platal para ponerme cosas en la boca que me están asfixiando? No… no suena coherente, ¿no? Pero también es difícil racionalizar una situación de la que soy parte y, mucho más si es una adicción, donde entran en juego, fundamentalmente, mis emociones.

Una parte esencial de nuestro trabajo será superar la falacia de que el cigarrillo se disfruta… y ya lo abordaremos con mayor detalle.

No te estás liberando de un simple hábito, te estás liberando, SUPERANDO una ADICCIÓN.

Alguna vez escuché “una pitada es mucho y miles son pocas”, nada más cierto.

Y tene en cuenta, a modo de adelanto; que una vez logrado el cese: el engendro que está dormido me conoce mejor que nadie, así que estará esperando al acecho para hacerme reincidir. Está en cada uno no hacerlo, empleando los recursos que se describen en este libro.

¿¿¿CONTINUAMOS…???

Desactivad@

Подняться наверх