Читать книгу Desactivad@ - Marisol Gallego - Страница 8

TODOS PUEDEN SER EXFUMADORES

Оглавление

Resulta ser un autoengaño pensar en buscar el momento perfecto, porque este nunca llega, es una gran excusa, tampoco lo es tocar fondo, a veces suele ser un abismo, y desde el abismo no se vuelve.

Tengo que lograr dimensionar lo importante de no fumar, y en el período de búsqueda de tomar fuerzas para mi decisión, intentaré escuchar una sola voz, aquella que me lleve al cese.

De más está decir que estoy hablando de los inicios, del punto de partida, solo para que el adicto entienda, que puede dejarlo, que es posible y, a veces, necesario y urgente.

Después le seguirá el duro trabajo que hemos abordado en este libro a través de recursos, estrategias, recomendaciones, mantras, verdades reveladas, empatía, grupos de ayuda mutua, oportunidades de autoconocimiento y empoderamiento.

De ahí, la importancia de fijar algunos conceptos con el objetivo de que el lector, una vez prendida la chispa del “yo puedo”, se dé una oportunidad de avanzar, sin autoboicotearse.

Recuperar su confianza, liberarse de la esclavitud del tabaco, sanarse.

Para los que inician el período de abstinencia, es probable que no quieran hablar de su cigarrillo, lo cual no quiere decir que no piensen en él, sino más bien todo lo contrario, les duele tanto que prefieren no hacerlo. Es una etapa que se siente a veces como un duelo, pero, por supuesto, es un período para superar, nada es definitivo.

Otros, y es lo más recomendable, una vez que comienza el proceso mental, necesitan verbalizar su “NO” relación con el cigarrillo, contando cada 24 horas su sentir, su pesar, sus preocupaciones, como una suerte de observador externo, o timonel que pilotea su propio barco hacia puerto seguro. Es probable que cada logro compartido, especialmente entre pares, de un GAM (grupo de ayuda mutua), fortalezca mi decisión, se sienta como una pequeña batalla ganada y retroalimente mis ganas de ir por más.

Lo cierto es que, quien acompañe al fumador en abstinencia debe respetar sus tiempos y tratar de crear un ambiente ameno, disminuyendo al mínimo las oportunidades de fricción. Es normal notar cierta irritabilidad, sobre todo en las primeras 72 horas de abstinencia tabáquica, pero también hay que prepararse para que no sea así, no necesariamente tiene que serlo.

Tampoco es cuestión de volverse un monje budista, no enciendo, como sano, hago actividad física, deberá ser todo a su debido tiempo, tanta perfección podría cercenar mi fuerza de voluntad.

Si estoy iniciando un período de abstinencia tabáquica, voy a pensar en el aquí y ahora, de nada sirve torturarme con todo el humo que trague a lo largo de mi vida, como tampoco es necesario pensar en lo que va a pasar mañana, porque, básicamente sumara ansiedad a mi estado.

Ahora no fumo porque así lo decido, en este preciso momento.

También, puede suceder, y lo he experimentado, que salga a comunicar a propios y ajenos que ya no fumo, reciba los buenos augurios y sienta un estado de total euforia, y que, prontamente, me dé cuenta de que no puedo sostener la decisión. Solo lo vocifere a los cuatro vientos como manera de decírmelo a mi mismo.

Pues no había hecho mi trabajo previo, tomé la decisión sin preparar mi mente, sin tener firmes los motivos de mi cese, sin tener herramientas para sostenerlo. Fue todo como una puesta en escena, hice lo que los demás esperaban de mí, no lo que yo estaba preparad@ para hacer, por supuesto me llevé todos los laureles, pero pronto me sentí fracasada.

Hace ya varios años, y siendo directora de una escuela, conocía la lucha de uno de los docentes por cesar su dependencia tabáquica, por lo tanto, y a sabiendas de lo difícil que le resultaba, y habiéndome confesado que ya no encendía, era diaria mi pregunta… “¿y?”. Tal era el entusiasmo y mi interés en su situación que ella pronto reincidió, pero decidió seguir mintiéndome. No sé por qué lo hizo, presumo que sería, un poco, por no reconocer un nuevo fracaso, tal vez porque pensaría “lo voy a dejar de nuevo”. Como se jubilaba, juntamos dinero para comprarle su regalo de despedida, una ocasión en que me tocó ir junto a otra compañera, compramos una manta y algunas otras cosas, y mi mayor sorpresa fue cuando quien me acompañaba compró un cenicero. Fue en ese preciso momento en que me anoticié de su gran mentira. A la noche en el festejo la increpé por su engaño, al que no supo qué responder, hasta pensó que yo también mantenía la mentira porque aseveró haber estado con el cigarrillo en la mano alguna vez que la vi, pero no lo registré. Creo que ambas negamos la situación. Fue toda una utopía.

Una vez que el adicto comprende que es posible, se abre un nuevo mundo de oportunidades y un enorme miedo, el saber que no podría me daba “cierta” tranquilidad, ahora que sé que puedo sentir un gran temor. Así de paradójico se siente.

Finalmente, si sentís la agresión de aquel que lo está intentando, no te enganches, considerá que está luchando con su propia abstinencia, consigo mismo, y no con vos.

Desactivad@

Подняться наверх