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¿SI NO SOS FUMADOR PODRÁS ENTENDERME?
O SOLO ME HARÁS SENTIR UN LOCO

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Si te cansas, descansa Nunca renuncies…

Para tratar de entender a un adicto a la nicotina, deberás tener una alta capacidad de empatía, si no será imposible su entendimiento.

Suele ser también muy común, que quienes te rodean insistan en que dejes de fumar, como si no supieran que vos también querés hacerlo, el problema es que no podés, y eso es justamente lo que no comprenden.

Alguna vez, le dije a un familiar cercano: “Sin cigarrillo no vale la pena vivir”, me miró con odio y asombro, y me profirió: “¿Vos te escuchás lo que estás diciendo? ¿Estás loca o enferma?”.

Me sentí muy incomprendida, no esperaba eso, y menos de alguien tan cercano. Pero fue una bisagra. Era necesario.

Con el tiempo, y trabajando duro mi cigarrillo, lo entendí, tenía razón, yo era una enferma, era una ADICTA tabáquica. Solo que hasta ese momento, no me había dado cuenta de ello.

Nunca intentes obligar a un fumador a que deje de fumar desde tus argumentos de no adicto, sabe mejor que vos que está derrochando su dinero y envenenándose.

Es más, diría que, en la mayoría de los casos, ni siquiera les complace hacerlo, y lo suelen hacer con una gran cuota de culpa.

Fuman porque les han endilgado a ese cilindro maldito una serie de roles y patrones, que su mente inventó para justificar y sostener su dependencia física/psicológica a la nicotina.

Porque, además, lo asoció mil veces a diversas emociones vividas (tristeza, ansiedad, gozo, soledad, inseguridad, etc., etc.), que permiten que una y otra vez recurra a él, a modo de compañía, consuelo, etc., etc., tal como lo hemos desarrollado antes.

Dejar de encender es un sedante, más allá de las primeras horas de abstinencia nicotínica, donde los niveles de tensión son altos. Con el transcurrir del tiempo comenzás a sentir que te vas tranquilizando, te reencontrás con vos mismo, pero desde otro lugar.

Si vos tratando de contribuir, lo obligás a dejarlo, porque seguramente tus argumentos son totalmente válidos, será un fumador secreto, no lo podrá tolerar. Pero, recordá, esos argumentos son los de un no fumador, no los de un adicto.

¿Entonces qué hacer?

Es probable que el fumador no registre cuánto fuma, sus consecuencias y demás, porque lo tiene naturalizado, por lo tanto, tengo que procurar instalar la duda de que puede dejar el “vicio”, empezando, tal vez por extender la próxima pitada, y que no es tal, sino que es una adicción. Y permítanme sugerirle que lean este libro, solo con la mínima intención de reflexionar sobre mi cigarrillo. Tan simple como eso. Les puedo asegurar que una vez que se instaló la duda, el próximo cigarrillo, por lo menos, no sabe igual, y por algo se empieza.

Otra cuestión, que ya mencioné, es que, así como el empezar a fumar fue años atrás contagioso, el dejarlo también lo es, entonces el hablar con exfumadores es importante a la hora de romper algunos mitos que el adicto cree que son verdades absolutas, como por ejemplo… yo nunca podría dejar de fumar.

Desactivad@

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