Читать книгу La última esfera - Marlene Martinez - Страница 6

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Otra de las ideas que me tuvo obsesionado por mucho tiempo, tuvo que ver con los muertos, en la posibilidad de que todas las personas al morir dejan una parte de ellas arraigada en los objetos que usaron en su vida cotidiana. Después y con el tiempo confirmé que su voz se queda en las paredes, el olor en las prendas y parte de sus manos en los objetos de la persona muerta. Esta especulación dejó de serlo cuando escuché hablar a los adultos. Ellos me confirmaron de que en efecto, las cosas musitan vivencias de los seres que se van de este mundo.

No quiero hablar de ese nefasto día pero es necesario explicarles aquí en mi escrito que encontré sobre la cama un objeto. Cuando lo tomé en mis manos sentí como si alguien hubiese pasado sobre mí una ligera pluma de ave. Un escalofrío me recorrió al grado de estremecerme. El objeto sacó una voz tenue que se depositó en mi mente, una voz sin parecido a otra porque también llegué a la conclusión de que cada objeto se expresa con voz diferente. Entonces ese día, esa cosa me susurró al oído palabras que ya había escuchado. Los secretos que me dijo, saltan en mi cabeza como grandes grillos haciendo eco en mis pensamientos.

Justo en estos momentos, trato de concentrarme en mis reflexiones, sin embargo, me resulta difícil. El espejo que tengo frente a mí es fastidioso, el Ulises del otro lado observa todo lo que hago y también lo que estoy escribiendo, sabe que me pregunto de su existencia, ese espejo en el que me miro y me he mirado cientos de veces; sin duda, fue inventado por alguien, pero una magia en él duplica mi existencia. El polvo del cosmos y los cristales de otra galaxia con el que fue fabricado le permiten reflejarme con su mágico poder y sentado frente a él mi otro yo puede mirarme directamente a los ojos, otro Ulises viendo lo que hago, otro yo producto de la luz.

Quiero ser disculpado si en este escrito no continúo con mis reflexiones acerca de otros asuntos, pero las preguntas me asaltan sin parar y tendré que escribir mis conclusiones antes de que el sueño llegue. Mi padre está abajo, tal vez bebiendo cerveza, no sé por qué decidió traerme aquí pero seguiré escribiendo.

La última esfera

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