Читать книгу La última esfera - Marlene Martinez - Страница 7
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Me di cuenta de que, comparados con el tamaño y número infinito de estrellas que hay en el universo, somos apenas pequeñas partículas visibles. Diminutos polvos que también forman parte de las galaxias. Pero con los siglos, cuando los humanos quisimos evolucionar nos encadenamos para siempre a los objetos, nos hicimos sus esclavos y se hicieron indispensables para nosotros. Que en el afán de tenerlos o elaborarlos, los hombres han sido capaces de hacer cosas inauditas y ambiciosas, pero sin saberlo, muchos objetos sólo están ahí, callados, acechando, esperando a ser dispuestos en el momento y el lugar adecuados.
He descubierto por mi propia experiencia que en todos los rincones de la tierra hay cosas maravillosas y objetos mágicos que fueron colocados por algo o alguien con un fin decretado. Como aquella chispa, el cosmos conjeturó la gran coincidencia para que el fuego fuera posible. Sin esa misteriosa disposición no hubiera pasado nada. A través de aquellas piedras talladas algo o alguien lo hizo existir. Pienso entonces, que los objetos sólo aguardan el momento preciso para demostrarnos del porqué de su creación.
Respecto a su origen, a través de los días he escuchado a la gente decir que sólo la mano humana hizo posible la fabricación de todas las cosas que nos rodean e injustamente les nombran seres sin vida. Lo que no saben, es que algunas de ellas fueron fabricadas por entes de otro lugar.
Sé de algunos seres extraños que llegaron a este mundo en una Era lejana, siglos antes de nuestra absurda modernidad; entes sin forma ni color de una progenie de seres desconocidos y de otras dimensiones. Diferentes en su apariencia corpórea a nosotros los humanos, unos eran de luz y otros de oscuridad. En esos tiempos remotos vinieron para habitar los rincones de esta tierra ocultándose para no ser vistos por los terrestres. Ellos traían consigo grandes rocas, al parecer sacadas del corazón de los planetas, polvo del cosmos, cristales de galaxias desconocidas, materia incandescente de los abismos y magia del infinito.
Al llegar a la Tierra eligieron lugares comunes para elaborar con sus poderosas manos objetos tangibles, fabricados con aquellas cosas del universo y pensados para todos y cada uno de los humanos. Un día bajo su magia, la belleza se encarnó en cosas simples, crearon objetos únicos e irrepetibles y les dieron una esencia para que nos encadenaran, nos hechizaran y nos murmuraran cosas sin hablar. Incluso les dieron el poder de perdurar a través de los tiempos. De impregnar su materia de la energía de las personas y absorber su esencia para quedarse con ella.
Pero lo más extraordinario de esta creación fue que la magia se mezcló con la realidad hasta el punto en que los humanos no pudieron distinguir lo real de lo imaginario y la magia de la verdad. En el intento muchos hombres se perdieron, algunos enloquecieron y otros simplemente lo contaron.