Читать книгу La última esfera - Marlene Martinez - Страница 8

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Me llamo Ulises y si con el paso del tiempo alguien logra leer este escrito quisiera compartirles mis conclusiones: A mis doce años de edad descubrí que las constelaciones y el cosmos decretaron algo para mi destino, porque todo lo que vi, olí y sentí en esos mundos son prueba de que no era ninguna coincidencia. Sé que el polvo del cosmos, y la magia del infinito que un día trajeron esos seres, me dejaron preparado esto que sucedió y así como a mí, seguramente tendrán alguna sorpresa para los elegidos, para mis amigos, para mis seres queridos y para otros niños de la escuela.

Descubrí también que los humanos escogemos a los objetos, algunos de ellos nos enamoran cuando los conocemos por primera vez. Otros nos causan indiferencia y pasan junto a nosotros sin existir. Pero tengo la certeza de que también los objetos nos eligen a nosotros. Las circunstancias, las coincidencias, el destino o la magia del cosmos los colocan en un lugar para que nos elijan.

En mi teoría, afirmo que los llamados seres vivos son libres y que al morir se rompen los lazos entre ellos y la Tierra, la esencia de los llamados seres con vida puede irse a cualquier parte y viajar a otras dimensiones, quizás transformarse o desparecer con el olvido, y lo que al cuerpo respecta, el libro de ciencias dice que simplemente se descompone para desaparecer, cosa que he comprobado con mis propios ojos. Un día vi desintegrarse a las mariposas, a las orugas y a las ranas al morir. De igual forma miré un gato muerto que se descomponía sobre la tierra húmeda del jardín de mi casa.

Pero acerca de los objetos, mi gen científico me permitió descubrir que curiosamente y a diferencia de los llamados seres con vida, los objetos perduran por mucho tiempo. Permanecen ocupando un espacio por días, años o siglos y mientras existen son parte de alguien. Además yo siempre creí que todos los objetos yacían sin vida, pero es mentira, puedo afirmar que en mi mundo, llamado el mundo de lo posible, nada es imposible. Todo lo inanimado e inerte existe bajo un cuerpo y un nombre, pero no sólo eso, los objetos huelen, susurran, observan y tienen energía.

En su paso por el mundo físico los objetos encierran historias, significados, secretos y sueños. Algunas personas ríen con ellos, otras lloran, algunas les comparten su tiempo y sus soledades, los objetos encierran fantasías, pasiones y recuerdos. Son testigos silenciosos de nuestro paso por la vida. Por los objetos sabemos lo que existió a través del tiempo, pero cuando nuestra forma de cuerpo decide abandonar lo terrestre, se quedan ellos a dar testimonio de nuestra existencia.

Impregnados de nosotros ocupan un espacio para dar cuenta de lo que fuimos. Las cosas tangibles y aquellas intangibles que habitan en nuestra mente guardan en las entrañas un valor y un significado real o imaginario, magia o verdad.

El sueño va llegando a mí y la noche sigue quieta acompañándome, la luna redonda fue testigo de mi escrito, es grande, hermosa y llena de luz.

El espejo sigue con un Ulises atrapado, que se mueve igual que yo y respira igual que yo, ¿Pensará ahora en mi teoría? ¿También tendrá sueño? Ese Ulises del reflejo aparenta mi edad y mi nombre. También está sentado, tiene un papel y un lápiz acompañándole. Quisiera acercarme y preguntarle si sabe algo de mí, si está loco, si está feliz o está triste.

Desde aquí sentado en la cama, puedo percibir que es un niño travieso, no tan niño; de grandes ojos cafés y pestañas largas. Veo que a pesar de que está ahí metido no da muestras ni deseos de salir. Ese Ulises también está quieto, pienso que ha de sentir lo que yo cuando me quedé atrapado en esos mundos. Esta noche presiento algo en el ambiente y percibo que alguien o algo me vigila y a pesar del viento no siento temor porque los objetos me acompañan. El tiempo que se quedó atrapado en mi reloj ya casi marca las doce.

La última esfera

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