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ОглавлениеCapítulo 3. ¿Cuánto hace que no escuchas?
¿Sabías que escuchar no es lo mismo que oír? Escuchar es poner atención para oír algo o a alguien. Por lo tanto debo decidir y accionar para escuchar, mientras que oír, significa percibir con el oído un sonido de lo que alguien dice.
Soy profesor de música en escuelas secundarias, primaria y de nivel inicial, y en los últimos años pude observar una conducta repetida y cada vez más instalada: no escuchar. No importa la estrategia, ni el material, ni el contenido que se ofrezca, los alumnos sólo quieren ser escuchados, quieren hablar, quieren decir... Pero no importa qué decir, el hecho es hacerse escuchar y sobre todo bajo una condición: no escuchar al otro. Sólo hablar, sin importar el de al lado y si es todos a la vez, pareciera que es mejor.
No importa qué dicen, nadie escucha, no pueden, les es difícil hacerlo. No saben hacerlo, creen que su discurso es la mejor opción. Y si miramos a los adultos, esta conducta ¿se repite? Vivimos en un tiempo donde la comunicación ya no es un diálogo, sino un monólogo, donde lo que digo es mucho más importante de lo que el otro tiene que decir. “Deben escucharme, estoy hablando”. La cuestión es que todos piensan lo mismo, nadie escucha. O a veces parecen que están escuchando.
Y siendo reflexivo con esta realidad, pensé. Sí, lo sé, estarás pensando “¿qué tiene que ver esto con la música y con Dios?” Y, la verdad es que
tiene que ver, y mucho. Y me pregunté -y de paso te pregunto-: ¿Con Dios hacemos lo mismo? ¿Cuánto hace que no te sientas a escuchar? ¿Cuánto hace que no paras de hablar y sólo escuchas? ¿Cuánto hace que sólo monologas con Dios? ¿Puedes soportar el silencio de su presencia y sólo escuchar lo que Él tiene para decirte sin importar el tiempo? ¡Uhh, que difícil! ¿No es cierto? El tiempo, ese es otro tema.
La adoración -y no hablo de adoración sólo con música- tiene que ver con eso, con escuchar a Dios, con pasar tiempo en su presencia
escuchando Su voz y también hablando con Él; es saber callar y saber esperar. Es el encuentro de nuestro espíritu con el Espíritu de Dios. Es el tiempo donde no sólo damos a Dios nuestro tiempo, sino algo más personal e íntimo: nuestra alma. Y también donde Él se encuentra con nosotros, nos habla, nos abraza, nos dice sus planes, nos transforma. Es un encuentro, por ende, hay intercambio, hay espacios. El escuchar nos hace productivos. Nos edifica. Nos enseña. Nos hace entender que no es sólo nuestro decir lo que importa. ¿Te pasó alguna vez en que sentiste que tu diálogo con Dios se convirtió en un monólogo personal? ¿Sentiste alguna vez que el tiempo que esperabas para escuchar a Dios era pérdida de tiempo? ¿Te pasó de estar aturdido de tanto escuchar?
La historia de Job es una historia que me intriga, me apasiona y hace pensar mucho. Job estaba en su peor momento, totalmente destruido, vacío, sin nada y casi solo, a no ser por tres amigos que era mejor perderlos. Y decidió hablar con Dios. Bah, parecía un monólogo. Y acá viene algo súper interesante. Mira.
Job 40 ( NTV)
40 Entonces el SEÑOR le dijo a Job:
2 “¿Todavía quieres discutir con el Todopoderoso?
Tú críticas a Dios, pero ¿tienes las respuestas?”.
Job responde al SEÑOR
3 Entonces Job respondió al SEÑOR:
4 “No soy nada, ¿cómo podría yo encontrar las respuestas?
Me taparé la boca con la mano.
5 Ya hablé demasiado; no tengo nada más que decir”.
El SEÑOR desafía otra vez a Job
6 Luego el SEÑOR respondió a Job desde el torbellino:
7 “Prepárate, muestra tu hombría porque tengo algunas preguntas para ti y tendrás que contestarlas”.
Más allá del contexto de Job y su justo planteo, la situación era compleja. Lo que quiero que veas, es que Dios escuchó y escucha. Pero en un momento dijo: “Ahora me toca a mí”. ¿Te imaginas si Dios nos dijera: “Para, ahora quiero hablar yo, y deberás escuchar”?
Quiero invitarte a que puedas pensar si estás hablando con Dios o practicando un monólogo diario. E invitarte a que puedas cambiar y ser parte de una sociedad que sabe escuchar para poder construir, pero también un hijo que escucha la voz de su padre para aprender y conocerlo.