Читать книгу La otra campana - Matías Tombolini - Страница 18

Dólar

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Se impulsó un impuesto del 30 % a la compra de toda moneda extranjera, de manera que, para casi todos los consumos en dólares, se encareció su valor final. Este impuesto no aplica a la mayoría de las importaciones, pero sí a todas las compras con destino ahorro.

Además, se mantuvo vigente el límite fijado por la gestión de Macri en USD 200 mensuales (20) para compra de particulares con fines de atesoramiento.

Es difícil negar que nuestra economía es bimonetaria de hecho, aunque no de derecho. Y la relación con el dólar no es una cuestión cultural ni mística, sino el resultado del fracaso en la búsqueda de consolidar una moneda nacional que preserve el valor de los ahorros. Sencillamente por eso, hay estimaciones que ubican a la Argentina como uno de los países con mayor circulación de dólares físicos fuera de los Estados Unidos. (21)

No hay dudas de que limitar el acceso al mercado de cambios es sumamente antipático, pero creer que el Estado debe permanecer prescindente de ello por momentos se torna casi naif. Para poder ahorrar en dólares debemos enfrentar un dilema; o fomentamos la capacidad de generarlos o dejamos que el precio se vaya a las nubes, lo cual implica que se dispare la inflación, y se resientan todas las variables que contribuyen al bienestar general.

El modelo que se propone es simple y se encamina en la dirección opuesta al desplegado por la gestión de Cambiemos; la idea es promover la generación de valor, primero financiando el capital de trabajo y luego las inversiones de las empresas. Se trata de apostar a la generación de divisas mediante las exportaciones que puedan alimentar la compra de insumos y bienes de capital importado para mejorar nuestra producción y retroalimentar el círculo. La restricción, en realidad, es el resultado de un orden de prioridades que pone al tope de las mismas la generación de divisas genuinas. Ahí es donde se encuentra uno de los cuellos de botella más relevantes de nuestra economía. De una manera u otra, todos los procesos de crecimiento siempre encontraron su limitación en la generación de dólares que permitan acompañar el desarrollo económico de manera sostenible en el tiempo. En síntesis, el cepo no es agradable ni es simpático, pero es lo que hay.

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