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Capítulo 4 EL PRIMER VIAJE

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Mi relación con la fe se profundizó a mediados de 2019. De algún modo sentí que necesitaba acercarme más a mi religión, de la que carezco de mayor formación que cualquier miembro de la colectividad. Siempre me reuní en familia (a pesar de que más de la mitad es cristiana) para celebrar Pesaj, fecha en la que recordamos la salida de Egipto guiados por Moshé, o Rosh Hashana, que nos recuerda la llegada de un nuevo año y Iom Kipur, el Día del perdón, donde realizamos un ayuno total de agua y comida que cumplo desde 1993.

A medida que me fui acercando más a mi fe, comencé a celebrar Sucot, la fiesta de las cabañas, en la que recordamos la protección de D-s (Dios) durante la peregrinación en el desierto hacia la tierra prometida, y Janucá (que significa inauguración), la fiesta de las luces en la que celebramos la reinaguración del templo sagrado de Jerusalem. Pero lo más relevante fue que comencé a colocarme los tefilín todas las mañanas. Para los judíos, el uso de los tefilín es uno de los más importantes mitzvot (preceptos) de la Torá que ha sido observada y atesorada durante miles de años hasta nuestros días.

Los tefilín consisten en dos pequeñas cajas de cuero unidas a correas de cuero. Cada una de las dos contiene cuatro secciones de la Torá escritas en un pergamino, también de cuero, en miniatura y a mano. Una de las cajas (“el tefilín de la mano”) se coloca sobre el brazo izquierdo para que esté frente al corazón, el lugar de las emociones, y la correa de cuero se envuelve alrededor de la mano izquierda, y alrededor del dedo medio de esa mano. La otra caja (el “tefilín de la cabeza”) se coloca sobre la cabeza, por encima de la frente, así reposa sobre el cerebro. De esta manera, nuestra atención se dirige a la cabeza, el corazón y la mano. Durante el proceso, se realizan diversas oraciones, se agradece y se pide. Encontré en este hábito un espacio completamente nuevo para mí, que me abrió la mente de una forma desconocida hasta entonces.

Sin duda este relato forma parte de mi vivencia personal, pero también es parte fundante de mi identidad; por eso, cuando supe que el primer viaje del presidente sería a Israel, nada menos que para asistir a un evento en conmemoración del Holocausto y contra el antisemitismo, lo primero que sentí fue una enorme satisfacción.

Al comienzo todo indicaba que el canciller Solá sería el representante nacional para aquella relevante ocasión global, pero finalmente fue Fernández quien tomó la posta para realizar su primer viaje como presidente.

En materia de relaciones internacionales, cuando un nuevo gobierno asume, el análisis de los medios gira en torno a si estamos o no insertados en el mundo. Hace varios años que medimos nuestra relevancia en el concierto de naciones oyendo voces que nos comparan con otros países, que hablan de oportunidades perdidas, de alianzas perjudiciales y de inversiones que vendrían o no de acuerdo a quien nos gobierne.

Lo cierto es que el modo en que nos vinculamos con los demás países es el resultado de múltiples factores que deben ser puestos a la luz de una estrategia determinada. Por ello es tan relevante observar con quién y de qué manera tomamos posición a escala global, dado que esencialmente somos un país de escasa relevancia, mal que nos pese.

Para ponerlo en números, Argentina representa el 0,5 % del PBI global, tiene el 0,6 % de la población mundial y nuestro total de exportaciones anuales es equivalente al 0,3 % de las exportaciones del mundo. (29) Cuesta asumirlo, pero para darnos una idea de lo relevante que es nuestra nación, por ejemplo, en Estados Unidos, lo mejor que podemos hacer es imaginar todo lo que sabemos sobre Hungría y algo así le pasa a un yankie cuando le preguntan sobre nosotros.

Tener claro el rol y la importancia que tenemos en la escena internacional, resulta fundamental para determinar qué podemos pretender de las relaciones bilaterales o multilaterales que establecemos. Por eso la política exterior debería ser una “política de Estado” con mínimas variaciones durante las décadas. Sin embargo, si miramos la orientación que tuvimos con los presidentes de la actual era democrática, desde Alfonsín hasta acá, nos cuesta encontrar un hilo conductor.

El mundo atraviesa una época de extrema volatilidad, donde el verdadero escenario de los conflictos a escala global permanece debajo de nuestra percepción cotidiana. Amenazas a la seguridad mundial en el plano del ciber terrorismo, escenarios de conflictos bélicos de diseño donde será más difícil defenderse de un virus que de cualquier soldado. Ataques a la estabilidiad económica y riesgos de colapso financiero son algunas de las amenazas que ocupan la mayor parte del tiempo de los equipos externos de las naciones desarrolladas.

De esta manera, la capacidad de influir en el mundo por parte de nuestro país es muy limitada y por ello es determinante tener claros los objetivos, un plan concreto y un conjunto de acciones ordenadas que busquen cumplir lo pautado.

En enero de 2020, nuestro panorama internacional estaba absorbido por un tema excluyente: en los próximos años la Argentina tendría que hacer frente a los vencimientos de la deuda externa, la cual había aumentado sustancialmente (casi 40 p.p. en términos de PIB) durante el gobierno de Macri, y totalizaba los 323.065 millones de dólares (90,2 % del PIB). (30) La renegociación se planteaba como una prioridad urgente y difícil. No se trataba de una cuestión ideológica sino bien concreta, cada vencimiento de deuda se paga con recursos, que son, ni más ni menos, que los impuestos que pagamos todos.

Pocos días después de la asunción, el presidente Fernández dispuso una agenda internacional para visitar diferentes países. Alejado del glamour de DAVOS (véase el capítulo siguiente), sin posibilidades de pagar la deuda como estaba planteada y con la obligación de generar un marco razonable para volver a crecer, Fernández buscaba dar a conocer su posición en política exterior afirmándose en la multilateralidad, destacando afinidades con los gobiernos progresistas del mundo, pero a la vez, intentando arribar a un vínculo más sólido con países que estaban más alejados como los Estados Unidos de Trump e Israel de Netanyahu.

Israel sería su primer destino luego de la invitación a participar del “Foro Internacional de Líderes en Conmemoración del Día Internacional de Recordación del Holocausto y la Lucha contra el Antisemitismo” en el Museo de la Universidad Yad Vashem. El evento era uno de los actos políticos más importantes de la historia de Israel del que participaban decenas de líderes mundiales.

Aquel evento estuvo signado por una histórica plegaria en hebreo del presidente alemán Frank-Walter Steinmeie (recordemos que no cumple el mismo rol que la Canciller, Angela Merkel, quien conduce efectivamente los destinos de aquel país desde hace más de quince años): “Bendito eres Tú, Dios nuestro, Rey del Universo que nos diste vida, nos sostuviste y nos permitiste llegar a este momento”.

Sus palabras serían históricas por el significado y porque aquel evento global sería el último de su tipo antes de que el mundo entrara en la era pandémica.

Aunque en términos comerciales Israel no figura entre los principales socios de Argentina, los vínculos entre ambos países se explican a partir de los lazos que desarrolló, desde su establecimiento en el país, de la comunidad judía local, la cual es muy relevante. Recordemos además, que Argentina fue el primer país Latinoamericano en reconocer al Estado de Israel (como estado soberano), lo cual sucedió el 14 de febrero de 1949, bajo la presidencia de Juan Domingo Perón.

El esclarecimiento de los terribles atentados que sufrimos en la Embajada de Israel (1992) y la sede de la AMIA (1994), es una deuda pendiente que arrastra sus secuelas con fuerza en la discusión política local. Alberto Fernández fue invitado por el presidente Rivlin, y sería el único mandatario latinoamericano en concurrir, así que la aceptación a participar fue muy bien recibida tanto en la comunidad como en Israel.

Es claro que, a la hora de aceptar la invitación, también se evaluó la posibilidad de buscar apoyos, sobre todo considerando la alianza histórica de Israel con los Estados Unidos. Pero más allá de eso, había otro aspecto determinante y es que participar del Foro implicó la reafirmación del compromiso de Argentina con la memoria de la Shoá como una de las pocas políticas de Estado en materia de relaciones internacionales.

“El papel de los líderes políticos es dar forma al futuro”, se le escuchó decir al presidente Rivlin en uno de los múltiples eventos; seguramente esas palabras resonaron en Alberto Fernández. Abogado y docente especializado en derecho penal, el presidente expresó en muchas ocasiones que entre sus prioridades de gobierno se encuentra la defensa irrestricta de los derechos humanos y que el mejor camino es un Estado comprometido en garantizarle su ejercicio efectivo a todas las personas.

Sostengo que gobernar también significa establecer prioridades y, durante esos primeros días, se pudo comprobar por dónde iba la cuestión. 72 horas después de visitar Israel, Fernández dio inicio a su gira europea. “Europa es un continente enorme, del cual muchos de nosotros descendemos, y fundamentalmente son los grandes inversores que Argentina tiene”, declaró el presidente en un intento de poner blanco sobre negro respecto del objetivo del nuevo destino, que era bien diferente del de su primera visita oficial.

A la luz de las cifras, los dichos de Fernández verifican la relevancia de aquella instancia de la gira. En términos de inversión extranjera directa, en el período comprendido entre el 2001 y 2012, (31) Europa en su totalidad fue el continente que más aportó, con unos USD 40.729 millones (55 % del total), de un total de USD 73.972 millones. Profundizando en la Unión Europea, el bloque registró unos USD 37.735 millones (51 %) bajo este concepto. De este modo, la región se convirtió en el principal inversor, dejando muy por detrás a Norteamérica con unos USD 16.188 millones (22 %). Asimismo, indagando en las cifras del Banco Central (32) y en los informes de la CEPAL, (33) esta tendencia en el ranking de inversores se mantuvo hasta el 2016. Sin tener en cuenta el 2020 afectado por la pandemia, en el último año (2019) el comercio con la Unión Europea representó el 13,6 % de las exportaciones, 18,2 % de las importaciones, y 15,6 % sobre el total de nuestro comercio exterior, ubicándose inmediatamente detrás del intercambio con el Mercosur. Desde una mirada más largoplacista, el promedio del último lustro, traslada las cifras a una proporción del 14,6 % para las exportaciones y 17,5 % para las importaciones. En otras palabras, durante el período comprendido entre el 2015 y el 2019, las transacciones con la Unión Europea -incluyendo en ésta a Reino Unido para todos los años bajo estudio- representaron el 16 % del volumen comerciado total, (34) siguiendo nuevamente a nuestro principal socio comercial, el Mercosur, bloque que acaparó en dicho período el 24 % del total.

Adentrándonos en la composición de estos flujos, Argentina podría encontrarse en una situación desventajosa en términos de ingresos de divisas al país. En este sentido, mientras las manufacturas de origen agropecuario retienen el 49 % de las exportaciones totales hacia la región europea, las importaciones son lideradas por los bienes intermedios y las piezas y accesorios para bienes de capital, representando el 32 % y 27 % del total, respectivamente. Dado que los segundos observan precios más elevados que los primeros, no resulta sorprendente que, en los últimos años, el saldo de la balanza comercial con la Unión Europea se haya ubicado sistemáticamente en terreno negativo (por supuesto, sin contabilizar el último año en el cual las necesidades fueron modificadas y, por tanto, también las transacciones comerciales haciendo que el balance sea superavitario desde nuestro punto de vista).

Teniendo en consideración la relevancia de esta región en el comercio de Argentina, la llegada del acuerdo entre el Mercosur y el bloque europeo en julio de 2019, (35) se planteó como la aspiración para sentar las bases para una profundización de la relación entre las partes. De este modo, planteando esta medida de libre comercio como un hito, la gestión entrante podría haber viajado hacia allí teniéndolo como eje principal, pero sin dudas las urgencias estaban en otras partes.

Roma, Berlín, París y Madrid figuraban en la agenda, pero antes haría una visita especial, al Vaticano. El presidente y el Papa Francisco o mejor, el padre Jorge, sostienen una vieja relación afianzada durante años. Se habían visto por última vez en 2018, cuando Fernández ni siquiera era candidato.

Cuarenta y cuatro minutos duró el encuentro privado y parece que, al hablar de Argentina, el tema de la deuda se abordó en más de un sentido. Uno fue el económico y otro, más relevante aún, la deuda social. Y en ambos casos, el consejo del Santo Padre estuvo orientada a pedir que tomemos conciencia de la necesidad de apelar al diálogo, dejar atrás peleas estériles y enfrentar unidos una de las crisis más tremendas que hemos atravesado, y cuyo eje era la situación de pobreza e indigencia en la que se encontraban millones de argentinos, según transcendió luego de la reunión.

La histórica diplomacia vaticana nos ha enseñado que, más allá del peso espiritual que tiene la palabra del Papa, es importante observar algunos gestos. Y en esos días realizó uno especial. Francisco habló en un seminario de Economía celebrado en su propia casa y pidió ayuda para los países endeudados llamando a los organismos internacionales a aliviar la situación con citas a Juan Pablo II. El sumo pontífice resaltó que: “las exigencias morales de Juan Pablo II en 1991 resultan asombrosamente actuales hoy”. “Es ciertamente justo el principio de que las deudas deben ser pagadas. No es lícito en cambio exigir o pretender su pago cuando éste vendría a imponer de hecho opciones políticas tales que llevaran al hambre y la desesperación a poblaciones enteras. No se puede pretender que las deudas contraídas sean pagadas con sacrificios insoportables”, agregó en uno de los pasajes de su exposición.

En el seminario se encontraba presente la nueva titular del FMI, Krsitalina Georgieva, y el rol que la búlgara ha cumplido en la reestructuración de la deuda externa hasta aquí ha sido ampliamente favorable en el sentido de arribar a acuerdos razonables para la Argentina.

En cuanto a la deuda social, la Iglesia argentina conoce de cerca el hambre y la desesperación de miles de familias que se acentuaron en los últimos años según todos los registros oficiales y más allá de cualquier valoración subjetiva.

En las últimas décadas, la Iglesia se ha convertido en un actor relevante que se explica no solo por su presencia en las crisis recurrentes como gestora de múltiples programas sociales, sino por el nivel de credibilidad manifestada en la confianza hacia la institución sobre todo del sector empresarial y de la dirigencia política y social.

El trabajo de la Pastoral Social, las parroquias en barriadas pobres y la red de curas villeros, representa un entramado que toma el pulso de manera bastante más certera sobre lo que sucede que las encuestas de algunas prestigiosas consultoras. “Para ser cura villero una de las claves es vivir en el mismo barrio en el cual trabajamos. Somos vecinos, y eso le da una envergadura a nuestra misión”, afirma Lorenzo de Vedia, más conocido como “el padre Toto” quien junto al padre Pepe o el padre Guillermo del barrio Carlos Mugica, son las voces de las necesidades más urgentes de nuestro país. No existe prioridad más relevante que combatir el hambre.

En el primer semestre de 2020 el INDEC relevó un total de 9.367.719 hogares en 31 aglomerados urbanos, de los cuales 2.849.755 se encontraban bajo la línea de pobreza y 754.155 bajo la línea de indigencia. También se relevaron 28.571.057 personas, de las cuales 11.680.575 se encontraban bajo la línea de pobreza y 2.995.878 bajo la línea de indigencia. Si se extrapolan las últimas dos cifras al total de la población (45.157.738), en el primer semestre de 2020 Argentina tenía 18,5 millones de personas que no alcanzaban a comprar una Canasta Básica Total (pobres) y 4,7 millones de esas personas tampoco alcanzaron a comprar una Canasta Básica Alimentaria (indigentes). En cuanto a los grupos de edad, se destaca que el rango etario que más sufre la pobreza es la de los niños. El 56,3 % de la población entre 0 y 14 años son pobres. (36) Sin duda, no es posible resolver esta dolorosa deuda sin buscar soluciones para el endeudamiento externo que nos estaba ahogando. Y para ello se necesita el concurso de todos los actores relevantes.

“¿Por qué en este continente tan rico se sufre tanto? Hay una sola respuesta: la desigualdad. El problema de América Latina es la desigualdad.” Estas fueron las palabras del presidente Fernández en el auditorio de la Casa de Estudios Políticos de París, en una de las escalas de aquel primer viaje. Previo a aquella charla, el presidente se había reunido previamente con Thomas Piketty, economista referente en temas de desigualdad.

El balance de esta primera salida internacional fue claramente positivo. Los apoyos recogidos entre su par italiano, Sergio Matarella, además del primer ministro italiano, Giuseppe Conte, del mismo modo que sucedió en España durante las reuniones con Pedro Sánchez y el Rey Felipe VI, así como con la canciller alemana Angela Merkel, eran signos relevantes para lo que vendría.

Como resumen de esa etapa de la gira, el propio presidente citó pasajes de su encuentro con el mandatario francés que, según sus palabras, “fue un encuentro importante porque Macron me invitó a hablar del futuro diciendo: ‘nosotros vamos a apoyar para que la Argentina salga de este tema’ ”, en relación con la negociación externa que nuestro país encararía tan solo unos meses más tarde, y cuyo resultado sería un alivio para las cuentas públicas en los próximos años.

29- Banco Mundial, 2019. Ver en https://data.worldbank.org/indicator/NY.GDP.MKTP.CD?end=2019&locations=AR-1W&start=2019&view=bar, https://data.worldbank.org/ indicator/SP.POP.TOTL?locations=AR-1W y https://data.worldbank.org/indicator/NE.

EXP.GNFS.CD?locations=1W-AR

30- Deuda Bruta de la Administración Central, 2019. Ministerio de Economía. Ver en https://www.argentina.gob.ar/economia/finanzas/presentaciongraficadeudapublica

31- Ver: https://www.bbvaresearch.com/wp-content/uploads/2018/06/IED-Argentina _Jun18.pdf

32- Fuente: BCRA. Ver: https://datos.gob.ar/dataset/sspm-flujos-inversion-extranjera-directa-por-pais-primer-nivel-residencia---bcra/archivo/sspm_320.1. Última publicación 4T-2016.

33- Ver: http://www.bcra.gov.ar/Pdfs/PublicacionesEstadisticas/InversionesDirectas2016.pdf

34- El volumen comerciado total agrega el flujo de las exportaciones e importaciones para todos los socios comerciales.

35- Ver: https://www.cancilleria.gob.ar/userfiles/prensa/resumen_acuerdo_mcs-ue_ elaborado_por_gobierno_argentino.pdf

36- INDEC. Ver en https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/eph_pobreza_ 01_200703093514.pdf. Para la extrapolación a la población total se consideró el promedio 2019-2020 de la proyección nacional del INDEC para Julio de cada año. Ver en https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-2-24-84.

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